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Infierno en el Pacífico

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Infierno en el Pacífico

Título: Infierno en el Pacífico
Título original: Hell in the Pacific
Director: John Boorman
Guion: Reuben Bercovitch, Alexander Jacobs y Eric Bercovici
Nacionalidad: USA
Año: 1968
Producción: Reuben Bercovitch
Productora:
Distribuidora: Corporación de liberación Cinerama
Duración: 103′
Música: Lalo Schifirin
Fotografía: Conrad Hall
Montaje: Thomas Stanford
 

Ficha artística

Lee Marvin – Piloto estadounidense
Toshiro Mifune – Capitán Kuroda

Infierno en el Pacífico es un duelo interpretativo entre Toshiro Mifune y Lee Marvin de los que te enamoran del cine

Hoy no seré objetivo…
 
Tampoco suelo serlo, la verdad. Porque este blog es de cine, o de amor al cine, y lo uso para expresar lo que me evoca cada película. Y lo que me evoca a mi puede ser distinto a lo que os evoca a vosotros, pero lo comparto. Abordaré temas históricos, para ver el enfoque con que lo recrea cada peli. Y como en el caso del biopic de Tolkien, cuando se desmarca de la realidad y se inventa la Historia convirtiéndola en historieta, entonces hablo de Historia, sí, para marcar los puntos en los que una peli es fiel a la realidad y en los que no.
 
Es lo bueno de no escribir con ínsulas ni pretendiendo sentar dogma alguno. Tan sólo expresar lo que siento y lo que veo, y cómo lo veo. También es lo bueno de no ser periodista, gracias a Dios, porque si lo fuera no sabría encadenar tres frases consecutivas, ni crítico de cine. Soy tan solo un aficionado.
 
Por eso puedo deciros que esta película es una maravilla, es una joya. Es fabulosa.

Me fascina como filólogo

Una película, y aquí sí aflora mi formación como filólogo, como os dije en En busca del fuego, o en La pasión de Cristo, me apasiona desde el punto de vista lingüístico.
 
¿Por qué?
 
Quien haya visto Infierno en el Pacífico lo sabrá de sobra, y quien no, se lo explico ahora mismo sin que destripe nada que te pueda arruinar la película. Porque te recomiendo verla sí o sí… pues merece y mucho la pena.
 
Esta peli sólo tiene dos actores: un japonés y un estadounidense. Y cada cual hablará su idioma sin tener ni repajolera idea del idioma del otro.
 
Esa es la belleza de esta peli. Una de sus bellezas, la otra la iré desentrañando conforme avance mi comentario.
 
Os pongo en situación.
 
El escenario principal será una isla desierta en medio del Océano Pacífico, durante la Guerra del Pacífico, en la Segunda Guerra Mundial. Se conoce que ambos son náufragos que han ido a parar a esta isla merced a las corrientes.
 
De entrada veremos al japonés, que según veamos el comienzo de la peli, llevará ya un tiempo en la isla para cuando le toque el turno de aparecer al americano. Será el japonés quien abra la película y descubra una balsa de goma enmarañada entre unos árboles que caen sobre la playa. Lo que empieza como el descubrimiento de los restos de un naufragio se irá convirtiendo poco a poco en el descubrimiento de un nuevo inquilino en la isla…
 
Porque este será el tema… el piloto estadounidense aparecerá en escena delirando y todavía sin recuperarse del accidente (no sé si en algún momento explica si fue un accidente o lo derribaron) ni del tiempo pasado a la deriva. Y en su delirio, sobre todo provocado por la sed, hablará en voz alta, lo cual alertará al nipón que se lanza a la jungla para buscarlo. Y con malas pulgas, porque toma al americano por lo que es, una amenaza.
 
El japonés no encuentra al americano, pero se hace con el bote salvavidas. Todo un tesoro que contiene, a su vez, otros muchos tesoros: carta de navegación, silbato… Y al hacerse con él el yanki lo seguirá hasta la orilla de la playa en la que se ha asentado el nipón, para arrebatarle lo que es suyo.
 
Así se conocerán los dos, y su primer encuentro se saldará con un primer enfrentamiento a cara de perro por el que el americano perderá todo el interés cuando descubra que el japonés tiene un invento que le permite almacenar agua del rocío y de la lluvia.
 
A partir de ahí el americano se adentrará en la jungla, sin lograr encontrar agua dulce y potable y el japonés se hará fuerte en su campamento. Las veces que coincidan será cuando el americano se aproxime al campamento enemigo para robar agua… y veremos el ingenio y las artimañas de las que se valdrá el piloto para, de un modo u otro, hacerse con el agua que ha almacenado el japonés.
 
Veremos dos maneras distintas para enfrentarse a los elementos. La del japonés me apasiona. Es metódico y disciplinado. Y saca todo el partido posible a lo que le brinda la naturaleza. Es, en una palabra: fabuloso.
 
Veremos cómo se hace una pequeña guarida. Cómo se las ingenia para canalizar y almacenar todo el agua posible, ya lo dije antes, del rocío o de la lluvia. Se inventa trampas para coger langostas y algunos tipos de peces, y es capaz, con juncos y bambú, de hacerse lanzas, palas y rastrillos.
 
Los rastrillos los destinará a cribar la arena de la playa, como en los jardines Zen, pero a lo bruto. Es un arma contra la desesperación y contra el estrés y él tiene una buena parcela para expulsar sus demonios arando la arena.
 
También hará una caña de pescar, e improvisará plomos y boyas con los demás elementos naturales, como raíces, púas de las plantas… Se muestra capaz de sobrevivir adaptando el entorno a sus necesidades y sacando todo el partido a lo poco que tiene a mano.
 
He dicho, y con rigor, que el japonés adapta y amolda la naturaleza a sus necesidades, con si inventiva, su imaginación y sus manos. Por contra el piloto americano demostrará capacidad suya para amoldarse él a la naturaleza y sobrevivir en plan salvaje. Menos civilizado, nada disciplinado, sin ingenio ni destreza, siempre improvisando y robando al nipón todo cuanto puede sisarle. Porque le robará el agua, la pesca… y todo cuanto se ponga al alcance de su mano cuando el japonés está despistado.
 
Esto hará que sus encuentros no sean precisamente amistosos. Ojo, no debemos perder de vista que la peli transcurre en medio de la Segunda Guerra Mundial. Mas bien al final, con los alemanes derrotados en el frente europeo y los americanos sudando la gota gorda para doblegar a los orgullosos y bravos japoneses, que venden cara su piel y cada cm de terreno entregado al enemigo.
 
En ese contexto comprendemos que ambos puedan concebirse como enemigos. No ya rivales para sobrevivir, sino como enemigos.
 
El americano será el más «pasota» en este aspecto. Parece que para él se terminó la guerra desde el momento en el que cayó al agua y sólo tiene por afán, sobrevivir a toda costa. El japonés va más allá. Quizás por su cultura marcial, militar, su doctrina de vida y por el Bushido que rezuma hasta por las orejas. Ve al americano y ve a un enemigo mortal que amenaza la integridad de su imperio y la vida de su emperador, un semidiós en la Tierra.
 
Ambos caracteres, su rivalidad militar y ambas maneras de afrontar la realidad harán que sus encuentros sean encontronazos.
 
Y en estos encontronazos aflorarán los problemas de comunicación, para mi el mayor acierto de toda la película. Están aislados física y lingüísticamente en una isla en medio del Pacífico y condenados a entenderse sin hablar el uno el idioma del otro.

Aquí radica, para mi, la verdadera belleza de esta película

En como el americano, indolente y pasota, será práctico y buscará tender puentes con el japonés para sumar sus respectivas fuerzas e ingenios para sobrevivir. En la cerrazón de un japonés orgulloso y celoso de su privacidad ¡en una isla! incapaz de entender ni de querer entender las propuestas del yanki.
 
Y entre medias los oiremos hablar entre ellos. Porque hablarán, y discutirán, y se insultarán y amenazarán. Susurrarán, se confesarán, se desahogarán y reñirán sin parar. El uno en inglés y el otro en japonés. Y sin entender nada del idioma del otro se entenderán todo por el tono de la voz. Por la inflexión de sus respectivas pronunciaciones, y por su expresión corporal.
 
Boorman contó con dos redactores, uno inglés y otro japonés, para redactar las frases de ambos personajes, en inglés americano y japonés, para fomentar ese desentendimiento tanto entre los personajes como entre los actores y de paso de cara al público. Esto, amén de realismo, haría pensar al público en lo difícil que resultaría tener que entablar una relación con un enemigo que te quiere ver muerto sin entenderse el uno al otro.
 
Al final, gracias al cielo, terminarán colaborando, pero hasta hacerlo pelearán, se encadenarán y hasta se esclavizarán mutuamente a la primera oportunidad.

Entrevista a John Boorman en YouTube

Hay una entrevista a John Boorman en Youtube, su director, en la que explica que su interés por Toshiro Mifune radicaba en tres aspectos: no hablaba inglés, era un actor de prestigio y había servido en el bando nipón durante la guerra. En contra, explica también, su carácter indómito e ingobernable, que lo trajo por la calle de la amargura.
 
Mifune volverá a una peli americana años más tarde para encarnar ni más ni menos que al Almirante Yamamoto en La batalla de Midway, a la sazón, la película que me sirvió para debutar en La cartelera de Antena Historia en 2019.
 
El americano será Lee Marvin, también presente en el fancine en películas como Uno rojo, División de choque y El hombre que mató a Liberty Valance.
 
No les quedará más remedio que sumar voluntades y esfuerzos para salir de la isla y buscar ayuda pues llegarán a comprender que nadie acudirá a rescatarlos porque, lo más seguro, nadie los echa de menos.

Si no has visto la película y te apetece verla ahora que has leído hasta aquí, para de leer este artículo porque voy a destripar el desenlace. No del todo, pero sí en parte…

Ojo SPOILERS

Ambos se unirán y harán zarpar una balsa de bambú construida entre los dos.
 
El primero en tener la idea será el japonés, para variar. Encontrará un cajón flotando a la deriva por la playa, en el arrecife, y esto le dará la idea para construir una balsa rudimentaria cuya flotabilidad radicaba en un tronco huevo y en el propio cajón.
 
Este tronco es crucial porque el americano se pondrá hecho un basilisco cuando vea zarpar al japonés. No por dejarle atrás, sino por usar su tronco para hacer esa balsa.
 
Esto dará pie a una escena fabulosa en la que el yanki le echa en cara que está usando una cosa que es suya, le quita la balsa, le quita el tronco, le dice que no lo toque. Que está prohibido usarlo, que no se lo deja, no se lo presta, y termina regalándoselo como muestra de esa desesperación y casi desequilibrio emocional y psicológico fruto del doble aislamiento: físico en la isla y lingüístico por no hablar un idioma en común.
 
Y esta escena dará pie a otra en la que los dos empezarán a colaborar de verdad para abandonar la isla. Me gusta mucho el detalle del japonés afilando el machete del americano y dejándoselo a su lado. Hay que tener en cuenta que siguen siendo enemigos de guerra y como tal ha tratado hasta el momento al americano. Afilar el cuchillo al yanki y dárselo implica que ha habido un cambio drástico en su manera de pensar y, sin decir nada, lo dice todo.
 
Como os decía saldrán de la isla y cuando menos lo esperen alcanzarán un conjunto de islas en una de las cuales desembarcarán y la encontrarán fortificada.
 
Ambos avanzarán con cuidado para no ser acribillados por una ametralladora.
 
Al ver que las instalaciones son niponas, el japonés avanzará pidiendo que no disparen, pero no recibe disparo ni mensaje alguno. Mientras avanza, el americano irá viendo restos de envases de alimentos de los marines americanos y deducirá que sí, que era una base o plaza japonesa pero que ha sido tomada por los suyos, por lo que saldrá corriendo pidiendo a los americanos que no disparen al japonés por que «es amigo mío». Quizás esta sea la frase más bonita de toda la película.

La plaza estuvo en manos niponas, y americanas, pero ahora está abandonada

Y ambos merodearán por el lugar buscando comida, bebida, tabaco y prensa… Bueno, sin saber exactamente qué buscar pero encontrando todo eso. Aprovecharán las herramientas del hospital para acicalarse y afeitarse. Se lavarán y compartirán mesa, mantel, sake y cigarrillos americanos para celebrar su vuelta a la civilización.
 
Y verán, mediante un ejemplar de la revista LIFE que la guerra ha terminado y que el Japón se ha rendido después de haber sufrido el impacto de dos bombas nucleares.
 
La película se filmó en distintas playas de Palau, cerca de Filipinas. John Boorman vuelve a el fancine con ésta película para sumar, hasta la fecha, tres junto con Deliverance Excalibur. Menudas joyas todas ellas.

Dato friki antes de despedirme…

Entre todas las cosas que encuentran en el enclave militar aparecerá un cómic de Capitán Marvel. Si os fijáis en la portada veréis que se trata de Shazam, de DC Cómics. Algún día os contaré por qué Shazam se llamaba Capitán Marvel cuando fue creado en 1939 y por qué cambió el nombre que después adoptó el nuevo Capitán Marvel a finales de los 60s ya de la editorial Marvel y después aparecería la Capitana Marvel, allá por los 70s.
 
Todo un lío de nombres y derechos entre editoriales de cómics que merecen un capítulo a parte, quizás en el troblogdita.

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