Ficha técnica de Gagarin
Título: Gagarin
Título original: Гагарин
Título original: Гагарин
Director: Pavel Parkhomenko
Nacionalidad: Rusia
Nacionalidad: Rusia
Año: 2017
Producción: Andrey Dimitrev y Oleg Kapanets
Productora: Kremlin Films
Distribuidora: Central Partnership y Entertainment One
Duración: 108′
Productora: Kremlin Films
Distribuidora: Central Partnership y Entertainment One
Duración: 108′
Guión: Andrew Dimitrev y Oleg Kapanets (novela Vostok 1)
Música: George Kallis
Música: George Kallis
Fotografía: Anton Antonov
Montaje: Anthony Waller, Marat Magambetov y Maria Manenkova
Montaje: Anthony Waller, Marat Magambetov y Maria Manenkova
Ficha artística
Yaroslav Zhalmin – Yuri Gagarin
Mikhail Filipov – Sergey Korolev
Gagarin fue un héroe, y un juguete roto
El máximo héroe de la Unión Soviética, exponente de un modelo de sociedad y referente, con razón, para todos sus compatriotas y los que no lo eran.
El muchacho más hermoso de toda la URSS. Y el más simpático, pues si algo tenía que pudiera hacer sombra a su belleza era su sonrisa y su simpatía innatas. Esto no se estudia, no se finge y no se practica, se es feliz y siéndolo lo refleja tu rostro que para algo es el espejo del alma.
Fue el primer cosmonauta en orbitar la Tierra, en salir de la frontera invisible que es nuestra estratosfera para dar unas cuantas vueltas al planeta durante 108 minutos en los que, en la versión cinematográfica nos daremos un paseo con él por sus memorias y sus recuerdos vitales.
Héroe y juguete roto.
En la peli veremos sólo al héroe, el juguete desaparece pues la peli termina con su hazaña pero el juguete vino después, tras regresar a la Tierra. Luego abordaré este aspecto y otros igual de interesantes, como su muerte y las circunstancias en que se produjo. Y que conste que hay teorías y teorías… yo las expondré y que cada cual saque sus propias conclusiones.
Es verdad que fue un héroe. Muy a la medida de las necesidades comunistas del momento. Inmersos como estaban en la Guerra Fría que enfrentaba a la Unión Soviética contra todas las democracias occidentales. Ambos lados del Telón de acero temerosos de iniciar una guerra, que habría sido nuclear y por lo tanto sin marcha atrás, con los estragos irreversibles que habrían supuesto para toda la Humanidad.
Guerra fría
Una Guerra Fría que sustituía a la guerra convencional y que cambiaba tropas desplegadas y muertos en combate por diplomacia y espionaje.
También hubo muertos, y también hubo guerras, pero no una guerra total sino local y parcial. Hubo guerra en Korea, en Vietnam, en Afganistán y muchas otras más pequeñas… pero nunca en suelo americano o soviético y nunca de frente y formalmente declarada y sí en la que uno u otro bando acudió al auxilio de sus respectivos aliados en territorios ajenos a los propios.
Se cuidaron muy mucho de ello. Aunque para eso estaban los espías, para hacer la guerra sucia. Como vemos en El puente de los espías.
Ambas potencias, USA/URSS, URSS/USA, buscaron desestabilizar las naciones aliadas para sembrar sus respectivas maneras de ver la vida. Guerra sucia sin tregua. Códigos no escritos y que Dios reparta suertes.
Los americanos derrocando pequeñas y medianas dictaduras que ponían los soviéticos en Centroamérica y los soviéticos sembrando con propaganda la opinión pública estadounidense, con la ayuda de artistas y periodistas afines que nunca se desligaron de las riquezas capitalistas pero predicaron en su contra, como expliqué en El primer hombre.
Entonces llegó un nuevo escenario para prolongar o trasladar ese combate, ese pulso, potenciando la competitividad entre regímenes pero envainando los sables
La carrera espacial
Esta carrera espacial era el summun de sus respectivas tecnologías. El mundo entero ponía los ojos en un terreno por explorar. Hazaña inédita desde que el mismo Cristóbal Colón descubriera el Nuevo Mundo. El hombre llevaba casi 500 años sin descubrir nuevos mundos, sin superar barreras que lo endiosaran. Tras Colón, Elcano, y tras Elcano, Neil Armstrong, que Gagarin, siguiendo el símil del descubrimiento de América habría sido como fletar un barco para darse un paseo por el Atlántico para ver la costa desde altamar.
No pretendo restarle méritos a Gagarin. Ni muchísimo menos. Es más, desearía, por un momento, ser él y poder o haber podido dar ese paseo por el espacio. Y digo esto después de que Virgin haya emulado a Gagarin fletando una nave privada para hacer lo propio, hace una semana, cuando comenté Salyut-7. No imagináis el placer que me daría estar ahí arriba para poder ver nuestra Tierra desde el espacio, o para poder prolongar mi mirada hacia el cosmos y sentir mi pequeñez, como ser humano.
Eso sintió Gagarin, o entiendo que eso seria lo que sintiera, embriagado del pacer de sentirse parte de una Especie, la humana, capaz de superar esas fronteras que nos impone la naturaleza. Y en ese instante él fue el mayor exponente de toda la Humanidad, cosa que debería hacer temblar hasta al más pintado.
Él fue el afortunado que hizo ese viaje. Fue seleccionado entre la creme de la creme soviética. De un total de 3000 pilotos candidatos resultaron 20 finalistas. Pilotos experimentados y avezados.
Cosmonautas y astronautas
Pero con diferentes condiciones que sus homólogos americanos. Los yankis eran astronautas que salieron, en su inmensa mayoría de los pilotos de pruebas y pilotos de combate. Más de los primeros que de los segundos, pues venían con horas de prácticas precisamente en eso, practicando. Simuladores y aviones a reacción, capaces de colaborar en el desarrollo de los mismos aparatos que tripularían más tarde, aportando sus sensaciones y su experiencia, al más puro estilo Ken Milles a bordo del Ford en Le Mans ’66.
Cómo sería el proceso de selección que, lejos de irse definiendo por las capacidades de los candidatos, es decir, mediante meritocracia, estos finalistas no sabrían (ni ellos) el nombre del afortunado hasta pocas horas antes del despegue. Esto es así porque la misión entera era una campaña de propaganda y daba igual que subiera uno u otro, desde el punto de vista técnico, y al final se impuso el más guapo.
La casita que vemos en la peli, en la que los dos últimos finalistas para cosmonautas durmieron la noche antes del lanzamiento. Se acostaron los dos sin conocer quién volaría… y ahora sigue igual y se ha convertido en museo.
Un museo que, como esta peli, de mucho que nos quieren demostrar lo felices que eran en la URSS y lo bien formados y preparados que estaban, no hace más que como pasó con Salyut-7, reflejar las miserias de una sociedad tan igualitaria que, incapaz de mejorar las condiciones de los que tienen menos iniciativa, menos recursos o menor capacidad, recortan las alas a quienes sí tiene capacidad intelectual o ganas de luchar para igualar a todos por lo bajo. Eso lo vemos en esta peli cuando ilustran a la creme de la creme que viven en la más absoluta miseria, no quiero imaginar cómo vivirían los demás.
No es baladí que explique esto, sobre todo en esta primera generación de astronautas y cosmonautas, para poder comprender las diferencias entre los unos y los otros. El programa americano iba un par de pasos por detrás y se hacía con carácter público, porque en su sistema sociopolítico, el dinero era del contribuyente y había que rendirle cuentas de cada paso dado. Por eso se buscaban astronautas entre los mejores pilotos, para que fueran después capaces de ser autónomos en el espacio, si lograban ponerlos ahí arriba.
Los rusos y su sentido de la discreción…
El modo ruso era distinto. Secreto. Silencioso. La opinión pública no supo nada del proyecto hasta que se constató el éxito. Se especula incluso con que Gagarin no fuera el primero en ser puesto en órbita a bordo del Vostok 1, y sí el tercero, aunque sería el que habríamos conocido por ser el primero y único en regresar con vida. Es más, según las normas aeroespaciales un viaje de estas características habría sido válido en el caso de aterrizar, o amerizar el astro/cosmonauta dentro de su vehículo espacial, cosa que no pasó con Gagarin pues fue eyectado y terminó su paseo en paracaídas. Pelillos a la mar…
Si había una diferencia básica y crucial entre estos primeros astronautas (americanos) y cosmonautas (soviéticos) era precisamente esa formación. Los americanos, como dije antes, eran entrenados para ser lanzados y valerse por si solos en el espacio.
Los rusos, como Gagarin, para sobrevivir pero sin margen de actuación ni autonomía nada más que para activar el paracaídas. Si los americanos buscaban científicos voladores, los rusos querían atletas, como Gagarin. Gran piloto, sin duda, pero una vez dentro de su cápsula, sólo tendría que sobrevivir porque la máquina no le permitía interacción alguna con los mandos. Estaba teledirigida toda ella desde la Tierra. Programada para que el piloto no hiciera otra cosa que sobrevivir y constatar la hazaña, que no era moco de pavo.
Es más, había un condicionante extra para el caso de los cosmonautas soviéticos: tenían que ser bajitos porque su cápsula era canija y si hubiera tenido una estatura media alta no habría cabido y se habría frito en el espacio como Laika y otros siete perros más que le precedieron de un total de 13 pues sólo sobrevivieron 5.
La carrera meteórica de Gagarin…
La gesta es innegable, sobre todo partiendo de un origen humilde, más que humilde, y terminando una carrera meteórica (nunca más apropiado) como la suya.
La película nos cuenta dos historias intercaladas: la de la propia gesta, loable y la vida previa a la gesta, del protagonista. Pero calla la posterior. El tramo final de una vida triste como la de Gagarin, que de regreso a la Tierra se convirtió en icono soviético, insisto, con razón.
Le retiraron el pasaporte y la licencia de vuelo. Lo del pasaporte quizás le habría dado igual, pero la licencia para volar fue como cortarle las alas. Literalmente. Porque había nacido para volar.
Es verdad que lo hicieron para que no expusiera su vida y no tuviera accidente alguno. Pero fue como quitarle las ganas de vivir. Lo del pasaporte fue para evitar que hiciera lo que muchos compatriotas suyos y colegas pilotos, sobre todo en la guerra de Korea, que se subieron a sus aviones no para combatir a los yankis, sino para desertar y pedir asilo político.
No se fiaban de él. Y el ángel calló, pues era como un ángel dado que uno de los atributos que lo catapultaron fue su extremada y delicada belleza. Sumada ésta a su físico de atleta, pues como dije antes, los soviéticos seleccionaban atletas para que dieran la apariencia de salud y fortaleza, puesto que los primeros no necesitarían hacer otra cosa más que «estar» en las naves. Ya expliqué antes que en el caso de Gagarin habían condenado todos los mandos de la nave.
Su caída fue total. Y su recaída…
Empezaré por ésta, la recaída, pues Gagarin retomó un pasatiempo de su pasado: fue y volverá a ser un mujeriego. La caída será algo que nunca había catado, o que nunca le había condicionado, hasta la fecha: el alcohol.
No sólo no podrá volver a volar. Además, siendo el icono en que se había convertido, Gagarin fue llevado de un sitio para otro para hacer de embajador de la Unión Soviética en calidad de cosmonauta. Y no de uno cualquiera, del primero que había salido del planeta y vuelto para contarlo.
La presión mediática. La presión política, pues no podía decir nada sin la autorización del KGB y del Partido Comunista, los viajes y retenerlo alejado de su pasión, los aviones fueron superiores a sus fuerzas.
Alejado de su mujer, bello sin comparación, pues era un ángel, y con todas las mujeres deseándole por su doble condición de guapo y héroe de la Humanidad (porque no nos debe caber duda de que lo fue), hicieron que fuera incapaz de renunciar al vicio después de haberlo catado.
Tanto es así que en Crimea saltó por la ventana de una habitación de hotel cuando su mujer entró y le pilló con una desconocida. Esta caída sería fatal porque sufrió tal golpe en el rostro que se desfiguró. Y el ángel dejó de ser hermoso.
El pobre hombre murió en un accidente de avión, para colmo. Cuando por fin, siete años después le devolvieron la licencia y se subió a uno con un piloto instructor. Tampoco está clara su muerte. Hubo múltiples especulaciones al respecto.
La versión oficial de su muerte…
La versión oficial nos habla de su fallecimiento, pero no se encontraron los cuerpos del piloto ni el suyo en el cráter del accidente. Ni restos por pequeños que fueran.
Hay otras versión para explicar su muerte. Que pasa por un acuerdo con la Unión Soviética para «licenciarle» y devolverle al anonimato fingiendo su muerte y llevándoselo a una casa remota en Siberia… A mi se me antoja un pelín paranoica, si os digo la verdad, me quedaría con la primera, incluso con que sí hubiera tal «accidente» para deshacerse de él y de los problemas que empezaba a dar: alcoholizado, mujeriego, harto de hacer de florero representando a la URSS, y más ahora que se había desfigurado y lo habían rehecho…
Su humor y su simpatía menguaban por minutos y todas las autoridades temían, cada vez más, una deserción o una declaración intempestiva que pusiera en tela de juicio las bondades comunistas y sacara a relucir, su mayor héroe, las miserias que escondían.
No sé si llegaremos a saberlo algún día…
Lo cierto es que antes del propio accidente de avión, y mucho antes de la caída en el hotel… durante los siete años que estuvo de aquí para allá se le borró la sonrisa del rostro y perdió su alegría. No su simpatía, porque al parecer era un don que él tenía, pero sí perdió las ganas de reír. Y eso, en alguien que es feliz o lo fue por naturaleza, es mucho perder.