Ficha técnica de El sexto sentido
Título: El sexto sentido
Título original: The sixth sense
Título original: The sixth sense
Director: M. Night Shyamalan
Nacionalidad: USA
Nacionalidad: USA
Año: 1999
Producción: Frank Marshall, Kathleen Kennedy y Barry Mendel
Productora: Spyglass Entertainment, The Kennedy/Marshall Company, Hollywood Pictures
Producción: Frank Marshall, Kathleen Kennedy y Barry Mendel
Productora: Spyglass Entertainment, The Kennedy/Marshall Company, Hollywood Pictures
Distribuidora: Buena Vista
Duración: 107′
Guión: M. Night Shyamalan
Música: James Newton Howard
Música: James Newton Howard
Fotografía: Tak Fujimoto
Montaje: Andrew Mondsheim
Montaje: Andrew Mondsheim
Ficha artística
Bruce Willis – Malcolm Crowe
Haley Joel Osment – Cole Sear
Toni Collette – Lynn Sear (madre)
Olivia Williams – Anna Crowe (mujer de Malcolm)
Donnie Wahlberg – Vincent Grey
Mischa Barton – Niña envenenada
M. Night Shyamalan – Dr. Hill (cameo)
Haley Joel Osment – Cole Sear
Toni Collette – Lynn Sear (madre)
Olivia Williams – Anna Crowe (mujer de Malcolm)
Donnie Wahlberg – Vincent Grey
Mischa Barton – Niña envenenada
M. Night Shyamalan – Dr. Hill (cameo)
No es una peli de miedo convencional
Hay películas de miedo que dan sustos y películas de miedo que dan miedo.
Lo primero lo puede hacer casi cualquiera. Basta con esconderte al malo de la peli y hacerle aparecer detrás de una puerta o al otro lado de una ventana. De golpe y si viene acompañado por música estridente, de sopetón, mejor que mejor. Ya tenemos el susto, que muchos confunden con el miedo.
El miedo puede ser a algo real o ficticio.
Puedes temer a algo físico o intangible
Puede ser la reminiscencia de una mala experiencia o la reacción ante lo desconocido. Hay muchos tipos de miedos, y todos ellos, si no son dominados, te convierten en un atajo de nervios.
El miedo en si mismo es bueno
Es una alerta que te avisa de modo inconsciente para que no metas la pata o no resultes dañado. El miedo es nuestro amigo, mientras sepamos dominarlo. Si nos domina él a nosotros estamos perdidos. Deja de ser un amigo para convertirse en un tirano que doblega nuestra voluntad y nos reduce a seres pusilánimes.
Hablo del miedo y del susto. Para dejar bien claro que lo que yo siento al ver El sexto sentido es lo primero. Lo segundo puede que lo sienta en algún momento, pero fruto de la tensión padecida compartiendo las vivencias de Coel Sear. Un niño bastante especial. Con un don… que no lo querría yo para mi.
Malcolm Crowe, psicólogo
Pero antes de hablaros del muchacho, os presentaré a su psicólogo, Malcolm Crowe. Un psicólogo que al principio de la peli regresará a casa después de una ceremonia en la que ha recibido una placa en homenaje a su trayectoria profesional. La misma que le ha convertido en un psicólogo reputado y la misma que le ha distanciado un poco de su mujer por dedicarse en cuerpo y alma a su vocación y profesión: la psicología.
Sabremos que la celebración se irá al carajo desde el momento en que regresan de la fiesta y la mujer se queda atenazada frente a la puerta del cuarto de baño. Está abierta y con las luces encendidas. Siendo una peli de terror esperamos la aparición de algún espectro. Habría sido lo fácil, pero no. Vemos cómo aparece Vincent Grey.
Antiguo paciente del Dr. Crowe
Desnudo, derrumbado y armado en la puerta de la habitación del matrimonio feliz…
Para colmo de males el Dr. Crowe no será capaz de reconocer al antiguo paciente, cosa que sacará de quicio a Vincent, quien lo acusa de no haber sido capaz de curarle porque nunca llegó a creerle.
Alza un arma y dispara al doctor a bocajarro.
Fin del primer acto. No llevamos ni diez minutos de película y Shymalan ha puesto el listón bien alto.
Entra Cole en escena
Un muchacho retraído y apocado. De mirada fuerte y constitución frágil. Más que frágil, por desarrollar. No deja de ser un crío y carga sobre sus hombros una maldición.
La maldición de guardar silencio.
Porque sabe que nadie creerá lo que tiene que contar. Bastante maldición carga como para encima tener que ser el hazmerreír del colegio o la vergüenza de su madre.
Se desahoga como puede.
Dejando aflorar una violencia dialéctica inconcebible, no solo en un crío de su edad, tampoco en él mismo. Pues nunca pierde los papeles ni se pone a gritar. La madre irá descubriendo señales de algún malestar conforme vaya encontrando cabos sueltos a modo de notas sin sentido, por ejemplo. Un lenguaje que chocará de plano con el comportamiento de un niño que no tiene ningún género de rabia ni odio acumulados.
De ahí el psicólogo.
La relación entre psicólogo y paciente es bastante peculiar
El Dr. Crowe parece que se tendrá que ganar la confianza del muchacho centímetro a centímetro. El muchacho se refugia en el Dr. pero le cuesta sobremanera abrirse a él. Parece ser el único interesado por hacer aflorar su mal. Pero el niño no se fía. La labor será ardua y lenta.
El Doctor dedicará horas y horas al muchacho. Tantas que parecerán hacer mella en su propio matrimonio. Remos viendo cómo se intercalan escenas en las que el doctor asiste a su paciente y, por hacerlo, deja de atender a su mujer.
Su matrimonio pende de un hilo
Lo vemos en escenas como la cena en el restaurante en la que su esposa Anna espera a que Crowe llegue (tarde) a la cita para dejarlo plantado. Él lo acepta, se lo toma con filosofía y se refugia en el caso del muchacho para no rebanarse los sesos buscando el distanciamiento de su mujer. En el fondo es él quien se ha distanciado, pero o no lo sabe, o no quiere saberlo.
Atrás quedan los días felices.
Sigue habiendo amor.
A raudales.
Se palpa el amor
El amor de él a ella, que pena porque la está perdiendo.
El amor de ella a él, que llora su ausencia.
Pero ella huye hacia delante y conoce a otro hombre.
Crowe lo descubre. O cree descubrirlo sin dar crédito a lo que ven sus ojos. El amor de su vida se le escurre entre los dedos y teme perderlo. Pese a algunos arrebatos esporádicos se limita a observar en segundo plano, enfriando el ambiente para no perder los papeles..
Impotencia
Estas escenas nos angustiarán porque nosotros, espectadores, sabemos que ambos acuden al vídeo de la boda para rememorar el amor que sentían el uno por el otro. Y lamentaremos ese distanciamiento porque sabemos que ella es buena y él es un pedazo de pan que se vuelca en el crío para dar salida a su frustración.
Su rabia solo aflorará en momentos en los que ella le bloquea la entrada a su despacho. Más que por odio, parecen rabietas, como muestra de su rabia por el distanciamiento.
Volvemos con Cole.
Algo extraño le envuelve.
No sabemos el qué… pero se palpa en el ambiente. Capaz de helarse respirando y sudar como si ardiera febril.
Cole guarda un secreto
Ni a su madre, que de vez en cuando se asusta con ciertos comportamientos «raros» de su hijo. Una madre que ve cosas que no logra entender, como reflejos en las fotos de su hijo y muebles anómalamente desordenados…
Ni con el Doctor que procura erosionar la desconfianza del muchacho a base de tesón y buenas maneras. Y mientras sigue estudiando.
Estudiando, estudiando y estudiando el caso, y para estudiarlo, repasa algunos casos anteriores, por si fuera capaz de encontrar algún patrón en común con algún paciente que hubiera tenido en el pasado.
El Doctor se preocupa cuando ve heridas en la piel de Cole. Solo pueden responder a tres motivos: que algún niño le pegue en el colegio. QUe su madre descargue alguna ira con él o que él mismo se autoinflija las heridas. Y ninguna de las tres opciones le gusta.
Ataques de pánico
De vez en cuando seremos testigos de algún ataque de pánico del niño. No es que pierda los papeles, cosa que parece desde fuera. Es simplemente que algo le supera y pierde los nervios. Y lo peor de todo: se lo calla para si mismo.
El Doctor se angustia con el dolor (físico y psicológico) del muchacho. Llega a merodear a su alrededor, casi sometiéndolo a un marcaje para descartar posibles autores de las agresiones. Esto hará que el muchacho no parezca sentirse muy cómodo cuando lo vea aparecer. El crío sabe que el doctor tiene buenas intenciones, por eso no huye de él. Pero no deja de sentir que invade, en cierto modo, su intimidad.
El muchacho busca refugio en la iglesia. Busca la compañía de Dios para que le ayude a sobrellevar su mal. De hecho, las escenas de la iglesia son de gran belleza. En ellas juega, sueña y descansa arropado por Dios.
A estas horas el matrimonio está perdido. La relación se ha enfriado tanto que llega a ser inexistente. Cuando ella está despierta él se esconde en su despacho. Cuando ella duerme él vaga por los pasillos deseoso de acercarse a ella pero temeroso de ser rechazado.
Confesión
El punto de inflexión llegará cuando, por fin, el muchacho baje la guardia y termine por confiar en el doctor.
Cosa que sucederá en el hospital, después de haber sido agredido por quién sabe qué o quién.
Confiesa su mal y al hacerlo dejará atónito al doctor.
Ve muertos…
Muertos que se mueven a su alrededor. Que muestran síntomas de estar muertos: heridas de bala, cortes de venas… Pero que siguen vivos o eso creen ellos. Muertos que se le acercan y que lo acosan.
De esos muertos se refugia en la Iglesia y en una pequeña tienda de campaña: último refugio sagrado en el que parece que los fantasmas no se atreven a entrar. Allí se mete. Juega, reza y huye de esos muertos que dice ver.
El asunto de los muertos trastornará al Doctor y hará que no crea al muchacho.
El Doctor se evadirá por un tiempo y se refugiará, nuevamente, en su despacho estudiando. Entonces retoma la investigación del paciente que había entrado en su casa. El mismo que le disparó hace un tiempo. Si hay algún paralelismo es que ambos pacientes, el que entró en su casa para suicidarse (tras dispararle) y el muchacho es que ambos le acusan de no creerles. Si no les cree pierde la confianza de ambos… Eso sucedió con Vincent Grey y teme que le vuelva a pasar con Cole.
Hasta que da con una cinta.
Oír no es lo mismo que escuchar…
La habrá oído decenas de veces, pero nunca la había escuchado.
Esta expresión es un clásico en la radio: oír supone un acto pasivo por el que los sonidos llegan a tu oído pero no son necesariamente procesados. Es el perfil del «oyente» que trabaja y oye la radio al mismo tiempo, sin prestarla atención, como mera compañía. Para escuchar hay que tener voluntad de hacerlo, y al hacerlo prestas atención y asimilas todo lo que entra en tu cerebro a través del oído. Pues bien, eso será lo que le pase al Dr. Crowe al escuchar, ésta vez sí, por primera vez, la cinta con la grabación de la sesión con Grey. Será la primera vez que se percate de un detalle intrascendente.
La sesión fluye y Vincent está bastante tranquilo. Entonces el Doctor hace una pausa y se ausenta para ir al baño y cuando regresa Grey está atacado de los nervios y casi echa espuma por la boca del miedo que tiene. El Doctor nunca había entendido este pasaje, este cambio de humor, y nunca había creído a Grey cuando le contaba, como Cole, que veía muertos.
Esa grabación…
No le creyó hasta esta noche en la que está escuchando la grabación. Rebobina, sube el volumen y ahí están las voces. Las escucha por primera vez. Si lo hubiera hecho el día en que grabó la cinta podría haber ayudado a Grey y éste no habría descargado su rabia, años después, disparándole e intentándolo matar. No justifica a Grey, pero le comprende por primera vez.
Es un Doctor, un científico.
En su cabeza no cabía lo paranormal
Y paranormal eran las voces que Grey escuchaba y podría ser cierto que lo que Cole ve, sean fantasmas… esos reflejos blancos que la madre detectó en todas las fotografías de Cole, desde bien pequeñito…
Porque ve fantasmas. Y a partir de este momento los vemos también nosotros. En el pasillo de su casa y en el cole. Da igual dónde esté… ve muertos. Y los muertos le ven a él. Y lo que es peor… son conscientes de que él puede verlos y esto les atrae. Es la pescadilla que se muerde la cola.
El Dr. Crowe no los ve, pero a diferencia de antes, ahora sí cree al muchacho. Quiere ayudar a Cole. Le sugiere que invierta su apreciación de los espectros y, en vez de tomarlo por maldición, lo encaje como un don. Ellos quieren comunicarse con Cole… Cole terminará dejándoles establecer ese contacto que tanto anhelan y a ver qué pasa.
Una historia de fantasmas
Y lo que pasa es que, siendo conscientes de que él puede verles, quieren hacer llegar mensajes a sus vivos. Algún fantasma lo es porque ha sido asesinado, o porque se ha suicidado… y no podrán dejar de serlo hasta que cierren su etapa mortal comunicándose con sus familiares. Pero estando muertos no pueden comunicarse con ellos, salvo a través de un vivo que sí los vea. Y ahí entra COle, muy a su pesar, porque le aterran los cuerpos descompuestos y sin vida de sus nuevos «amigos«.
Al final se rinde y deja que el fantasma de una niña que se ahoga en su propio vómito le diga lo que le tiene que decir. Le da una dirección y él acude a la casa de la niña. Llega en el día del funeral de la propia niña. Sube al cuarto de ella y se enfrentará a sus miedos para ayudar a la niña.
Entrará en su cuarto y tras un primer susto, se arma de valor y deja que ella tome las riendas. Le da una caja para que sea entregada al padre de la niña. Cole bajará al salón para entregarle la caja. Contiene una cinta de VHS. El padre la pone en el reproductor y se emociona cuando ve a su hija viva.
Más se emociona inmediatamente después cuando comprenda que su hija no estaba enferma. Vomitaba y enfermaba porque su madrastra la envenenaba día a día, poquito a poquito, hasta matarla. Lo comprenderá porque la niña, indefensa, grabó cintas con su nueva madre echando veneno en su comida.
Este era el don que sugirió el Dr. Crowe… Hacer aflorar la verdad y conceder el reposo a los fantasmas que no le acosaban para atormentarlo, sino para poderse comunicar con sus seres queridos a través de él.
Hasta aquí una película
A partir de aquí empieza otra bien diferente. Espero que ya hayas visto la peli porque lo que te voy a contar ahora te destripará la peli.
Cuando piensas que la peli se ha terminado, resulta que da un giro de 180º y nos deja con cara de tontos. Al final no es el doctor el que salva al muchacho sino al revés. Será el muchacho el que conceda reposo al doctor. Solo al comprender el mal del niño y ayudarle a enfrentarse a él, de vuelta en casa el Dr. Crowe terminará de entender cuál es el mal que ha terminado con su matrimonio.
Está muerto.
Y a partir de aquí revivimos todas las escenas en las que Shymalan ha ido sembrando pistas para demostrarnos que la noche de la fiesta en la que el doctor fue disparado… murió. Pero no se enteró de su muerte o no quiso aceptar la realidad. Su mujer lo amaba con locura, tanto que no para de recordarle y ver el vídeo de su boda para dormirse derrotada por el dolor, la fatiga y la pena. Le quiere tanto que acude a su restaurante para seguir celebrando los aniversarios y le quiere tanto que se resiste a rehacer su vida aunque sí, hay otro hombre que intenta llenar el vacío que ha dejado su marido.
Esta película es una película de amor
Más que de miedo, de amor. De amor inmortal que sobrevive al carnal. Un amor de ultratumba que se aferra a la vida por miedo a perder el calor de su amada.
Esto hará que instintivamente queramos terminar de ver la peli y ponerla de nuevo desde el principio. Entonces vemos cómo no ha engañado Shymalan desde el principio hasta el final. Nos hace compartir la ingenuidad del protagonista y nos hace acompañarle a lo largo de toda su travesía desde su muerte hasta que la acepta gracias a la ayuda del niño que lo ve desde el principio y se somete al calvario de verle una y otra vez a sabiendas de que es el fantasma de una buena persona que no quiere hacerle daño cuyo problema es que desconoce su condición de espectro. Entonces y solo entonces comprenderemos todas esas escenas que antes nos desgarraron el corazón por pena…
Y entenderemos que no es que su mujer le cerrara la puerta de su despacho. Como muerto que estaba, sin saberlo, solo veía lo que quería ver… y no veía lo que no quería, como los muebles que ella había puesto delante de la puerta para evitar la tentación de pasar al despacho de su marido y romperse el corazón de pena.
Nos encontramos ante una verdadera joya del cine. Una obra maestra del suspense y del terror velado. Una película cuyo éxito, por original, truncó la película Los otros de Amenábar por contar con el mismo giro al final de la peli. Fue un fracaso total porque la gente acudió a Los otros con ganas de ser sorprendidos pero tenía tan reciente El sexto sentido que hizo que se evaporara el efecto sorpresa cuando se destripa la trama. La misma trama que en esta pero un año más tarde.
Shymalan
Shymalan debutó con una película con la que supo engañar al público y metérselo en el bolsillo para hacernos creer durante 100 minutos que estábamos viendo una peli para hacernos entender en 7 que no nos hemos enterado de nada. Encima se permitirá hacer un cameo como pediatra, la profesión, según tengo entendido, que sus padres le habían inculcado desde pequeño para que se dedicara a algo decente.
Shymalan – James Newton Howard – Andrew Mondsheim – Fujimoto
Si bien me fascina la interpretación de Bruce Willis, quien apareció en el fancine recientemente en Sin City, el verdadero mérito de la peli, de su credibilidad, se lo doy al cuarteto Shymalan (por dirigir y escribir el guión con la misma maestría); James Newton Howard por su música (Batman Begins con Hans Zimmer, Animales fantásticos y dónde encontrarlos, ¡Viven! y King Kong). El gran montaje de Andrew Mondsheim y en especial, por encima de todo, la fotografía de Fujimoto, que me parece esquisita y delicada. Consigue planos maravillosos que se guardan en la retina como un recuerdo de harmonía y buen gusto.