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El bosque animado

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El bosque animado, de 1987 y dirigida por José Luis Cuerda es una de esas asignaturas pendientes que tenía el fancine con el cine español.

Adaptación literaria de El bosque animado

No es casualidad que la comente hoy. Estoy apurando mis vacaciones en Xustás, una parroquia del municipio de Cospeito, en Lugo. A orillas del Miño, en una casita del siglo XIX. Me rodea un bosque denso y tupido. Parece sacado de la misma novela de Wescenlao Fernández Flórez, autor de la obra homónima que inspiró (parcialmente) esta peli.

Prescinde de todos los rasgos fantásticos de la novela. Huyó de la parte «mágica» de los personajes de fábula. Digo «mágica«, pero no es ese el término correcto, porque no es magia lo que contiene, sino puro folklore, en su sentido literal: sabiduría del pueblo, pues la novela anima a los distintos habitantes del bosque y cede todo el protagonismo a esos seres cotidianos, y no tan cotidianos, que forman parte de la cultura popular, en unos casos, y pone voz y capacidad para razonar a las bestias.

La virtud de esta adaptación, del guion de esta película, es la mano bendecida de Rafael Azcona, su guionista. José Luis Cuerda, el director, confió en Azcona, e hizo bien, pues supo hacer su trabajo.

José Luis Cuerda y Rafael Azcona

Se enfrentó a un texto de naturaleza, cómo decirlo… mágica, de cuento de hadas, ¿mística quizás? Y supo prescindir de toda esa carga fantástica. Supo transmutar la obra sin rebajar con ello la impronta forestal y sin pervertir el texto original. Supo, incluso, hilvanar los distintos textos (los rescatados) de la novela para hacer un todo de los muchos poquitos. Para hacer un guion lineal en el que las historias se entrecruzan y los personajes se dan un paseo intertextual que homogeniza la película y lo distancia, con respeto, de la obra literaria.

Las historias aisladas de la novela se convierten en una historia homogénea.

Bueno, he de matizar lo de «parcialmente«, porque sí está inspirada en ella, pero en parte de la obra, pues prescindió de las partes en las que los protagonistas son los habitantes del bosque. Pero no los propietarios ni los lugareños, cuando hablo de «los habitantes» me refiero a sus bichitos y sus alimañas, que son los protagonistas en la novela. Esta Historia se inspira en una de las que cuenta el autor y está desarrollada y ampliada de manera magistral para facilitar su adaptación al cine.

La novela consta de 16 estancias, que son 16 cuentos independientes con un nexo que vertebra toda la obra: el bosque. Que es bosque de bosque, o confluencia de distintos bosques, porque se trata de una fraga.

El bosque y sus alimañas, sus bichos, sus árboles, pues en la novela El bosque animado su flora y fauna son las protagonistas. Son ellos, los animales, los que actúan y el bosque (porque yo lo entiendo como tal) nos habla adoptando la figura del narrador omnisciente que nos va contando esas historias.

Un bosque gallego

Un bosque como en el que me encuentro yo, ahora, éste atravesado por el Miño, por el que nado todas las tardes, en las partes que cubre, y por el que paseo remontando su corriente recogiendo moras que, literalmente caen sobre el cauce. Zarzamoras dignas de verse que acogen una microfauna digna igualmente de ser estudiada. Las moras las recojo para hacer mermelada. Aunque os confieso que pocas veces llegan al cazo porque son tan gordas, están tan maduras y tan dulces que me las como directas de la zarza.

Ese es el entorno que me rodea. Aunque hoy no me he bañado porque diluviaba. Martes y 13, del mes de agosto. hace fresquito y no para de jarrear. La única salida que he hecho ha sido para recoger un haz de leña y encender la chimenea. He montado mis dardos de acero, los que usaba en mis tiempos en Inglaterra. Me he preparado un café y me he pasado la tarde lanzándolos a la diana de piel de camello que atesoro desde 1999. Toda la tarde, hasta entrada la noche del 14 de agosto, dando vueltas a la cabeza para elaborar un primer guion mental del comentario de esta peli.

No estoy en la fraga de Cecebre, ni en El bosque animado… pero me atrevo a deciros que el bosque que me rodea no envidia al de la película. Lo tengo todo a mi alrededor… Cruceiro, perro celta y ese bosque oscuro, tupido, denso, con lobos y jabalíes, con truchas y ranas, con gallegos orgullosos de sus terneras y hornos de pan adosados a las casas. Pazos señoriales, caballos… Todo, menos bandoleros, que ya no merodean por los bosques. ¡Y la Santa Compaña! Por suerte no me he topado todavía con lo uno ni con lo otro, ni con sus brujas que existir no existen, pero haberlas haylas.

Se prescinde del toque irreal, mágico que comenté antes, pero vemos pinceladas sobrenaturales que rescatan el misticismo original.

II República española

Sigo alimentando la chimenea, para mantener caliente la casa, y me enfrento al ordenador para intentar ambientar esta película ambientada, precisamente, y de ahí todo este rollo, en la Galicia rural de la España republicana. Tiempos de escasez y anclados en el siglo XIX. De escasez y de violencia. Porque esa España, la de la II República, se caracterizó por la radicalización de las izquierdas y donde estas triunfan imperan hambre, miedo y muerte. Y todo ello, con el guiño a la bandera republicana, está presente en la película.

En la novela estamos en un bosque, pero en la peli apreciamos una bandera republicana, la de la franja morada, que sirve para contextualizar el mismo bosque dentro de una realidad todavía mayor y más hostil, dura, cruda, violenta y sedienta de sed que el propio bosque. Y en la que imperaba la censura, por cierto, como denunciaba el mismo ABC en el que trabajó Wenceslao cuando la censura republicana puso sus garras en la Prensa no socialista. Por entonces el ABC era conservador, católico y monárquico. Un siglo después padecemos algo parecido, con otro Gobierno, igualmente socialista, que persigue a la Prensa libre, y la opinión libre en las redes sociales y pretende censurarla. No aprendemos nada.

No es pecata minuta la apreciación, cuando el propio autor de la novela, Wenceslao, tuvo que pedir asilo político durante la guerra para huir de las turbas comunistas y socialistas para evitar que le pegaran un tiro en la nuca, o lo torturaran en una cheka en Madrid. De esas que usó la República para secuestrar, torturar y asesinar a monárquicos, liberales, conservadores, religiosos (monjas y curas) y cristianos. No ser «rojo» en la República se convirtió en un deporte de riesgo. Durante la Guerra Civil en toda una aventura, sobre todo cuando comprendieron que iban a perder la guerra y apuraron para fusilar a todo el que pudieron antes de rendirse al bando nacional.

Esa es la España en la que está esta Galicia a la que pertenece este bosque animado. Aunque las orquestas locales, como la de la película siguen existiendo y siguen yendo de aquí para allá. A mí, de Madrid, me cuesta comprenderlo, pero sé de dos orquestas: Panorama y Paris de Noia. No daba créidto cuando me explicaban, en su día, que movían verdaderos pelotones de grupis que los seguían de verbena en verbena.

Por todo esto me he decidido a comentar El bosque animado.

El bosque animado – Película

Tan animado como el bosque que me rodea.

Es pues un pequeño tributo que rindo a esta tierra ajena que me rinde como si fuera propia. Un homenaje al bosque, a todos los bosques gallegos y a la Galicia rural.

Tanta es mi pasión por este lugar que, en uno de esos veranos crueles, en los que el fuego arrasó zonas limítrofes con ésta, dediqué mis vacaciones a colaborar con los retenes, bomberos y con la Guardia Civil para evacuar ancianitos que no querían abandonar sus hogares amenazados por el fuego.

Alfredo Landa vuelve a el fancine

Aparco la novela y me ciño a la película.

Y la abordo por su punta de lanza. Por su protagonista y por quien yo comprendo como el mejor actor de la historia del cine español.

El ladrón Fendetestas

Malvis, un tipo corriente y moliente que pasa de seguir trabajando y decide echarse al monte para convertirse en bandolero. En ladrón. Piensa financiar el resto de su asistencia asaltando a quienes crucen el bosque caminando. Eso sí, el pobre tiene tan buen corazón que no vale ni para robar.

Roba, o lo intenta, es robado él mismo y hasta regateado, para reembolsar parte de un botín. Por mucho robar, sin lograrlo, decide salir del bosque para asaltar un pazo y al final son sus dueños quienes le regalan un mazo de cigarros puros.

Al final tendrá hasta un discípulo, un tal Fuco. Pobre muchacho, o como dirían en esa tierra… rapaciño… ¿Qué le va a enseñar el bandido? Si el chaval robaba por las mañanas a Fendetestas sustrayendo las presas que había cazado por la noche el bandido poniendo trampas furtivas por el bosque.

Lo sobrenatural…

El segundo personaje que más me gusta es Fiz de Cotovelo, de nuevo magistralmente interpretado por Miguel Rellán. Un difunto condenado a vagar por la fraga hasta que consiga que un cristiano haga una penitencia por él: peregrinar descalzo hasta San Andrés de Teixido.

Esto es lo sobrenatural. Pero va un poco más allá. Un mucho.

Veremos a una niña que huye y sufre un accidente y se muere. Y después la volveremos a ver con un cántaro de leche en medio del bosque, a modo de aparición. Como el tal Fiz, y la Santa compaña. O el entierro que también vemos, en el que los paisanos se despiden del muerto y le piden (al muerto) que lleve noticias a sus difuntos. Le dan mensajes para comunicar cosas a sus muertos.

Santa compaña

Es una procesión de almas que están en el purgatorio en busca de pasar al paraíso. Mientras tanto, cada noche, a las 00:00h salen en procesión. En dos filas, portando cirios y siguiendo a un mortal condenado a liderar la Santa Compaña hasta que se cruce con otro mortal y le traspase su cruz.

El mortal, no el portador de la cruz, sino el otro, los demás, pueden salvarse de la penitencia trazando un círculo en su alrededor que mantenga fuera a la compaña. Los hay, no pocos, que piensan que esos cruceiros románicos que abundan en los caminos rurales de Galicia se erigieron para proteger de la Santa compaña a los caminantes.

También dicen que no todo el mundo puede verla, pero sí percibirla. Los que pueden son unos pocos y responden a algún criterio esotérico por cuya pureza, o no sé qué, pueden ver tanto al humano con la cruz como a los difuntos con los cirios. El resto, la mayoría, no la ve, pero la percibe y se le eriza la piel cuando siente que se cruza con estas ánimas condenadas a vagar por la noche en estos bosques de Galicia.

Todo esto, por increíble y sobrenatural que os parezca, es algo que sigue muy presente en Galicia. Incluso la que echa las cartas del Tarot. Aunque brujitas supersticiosas no son exclusiva de Galicia, que yo conocí a un par en Madrid. Pues hay gente que sigue creyendo en supercherías o fingiendo que siguen creyendo para vaciar los bolsillos a los verdaderamente ingenuos que se dejan desplumar.

Y si lo está hoy en día, con un pie en lo natural y el otro pie en lo sobrenatural, como para no estarlo en la España republicana. Sumida en la ignorancia, el oscurantismo y en el analfabetismo. Y más en una zona tan mística, celta, rural y aislada como estas aldeítas gallegas que vivían de manera endogámica incomunicadas y a oscuras hasta que Manuel Fraga la asfaltó e iluminó con un punto de luz en cada fachada.

Otros personajes de El bosque animado…

No me puedo olvidar de Fuco. Un cazador de ballenas cojo. Perdió esa pierna precisamente en una de esas cacerías, al estilo Moby Dick. Ahora es pocero y se enamora hasta las trancas de Hermenilda.

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