Ficha técnica
Título: Durante la tormenta
Título original: Into the storm – Churchill at war
Título original: Into the storm – Churchill at war
Director: Thaddeus O`Sullivan
Nacionalidad: Reino Unido / Estados Unidos
Nacionalidad: Reino Unido / Estados Unidos
Año: 2009
Duración: 100’
Guión: Hugh Whitemore
Música: Howard Goodall
Distribuidora: HBO / BBC
Distribuidora: HBO / BBC
Ficha artística
Brendan Gleeson – Winston Churchill
Janet McTeer – Clementine Churchill
James D’Arcy – Jock Colville
Ian Glen – Rey Jorge VI
Patrick Malahide – Montgomery
Len Cariou – Franklin D. Roosevelt
Donald Sumpter – Lord Halifax
Janet McTeer – Clementine Churchill
James D’Arcy – Jock Colville
Ian Glen – Rey Jorge VI
Patrick Malahide – Montgomery
Len Cariou – Franklin D. Roosevelt
Donald Sumpter – Lord Halifax
La biografía de Winston Churchill es la biografía de un luchador. Cuenta con seguidores dentro de las islas y en el resto del mundo, entre quienes me gusta (humildemente) incluirme. Con sus luces y sus sombras. Con su confianza en si mismo y sus bravuconadas. Con su talento y su desdén al desaliento.
Churchill fue un gran tipo y en esta película sale bien retratado.
Pero para mejor comprenderle y mejor admirarle, hemos de quitarnos un velo de los ojos que no beneficia a nadie, salvo al propio Churchill.
Si bien su lucha contra el nazismo fue incombustible, y si bien se le ha proclamado el salvador de Europa y si bien se le recordará por salvar la Democracia, Churchill tenía como primer objetivo, no salvar a Europa, si no salvaguardar el Imperio Británico. Y si para salvar al Imperio tenía que salvar a Europa, pues la salva, pero ni la Democracia ni Europa fueron sus prioridades.
Tan es así que, para reforzar mi tesis, se alió con los comunistas y firmó un pacto con Stalin. ¿Stalin defendía la Democracia? No sabía ni qué era. Ni le importaba, es más, la odiaba. Solo deseaba la dictadura, al principio del proletariado, una vez en el poder la suya propia, para encumbrarse y apoltronarse a costa de decenas de millones de súbditos muertos en gulags, checas y rincones oscuros.
Este fue el aliado de Churchill. El mayor asesino de masas que ha dado el mundo, seguido por Hitler. Y en Hitler hicieron ambos causa común, el uno para expandir la unión Soviética (quería arrasar Europa) y el otro para preservar su decadente imperio. Amigos a la fuerza. Y los americanos a poner cadáveres encima de la mesa, a favor de las colonias del uno y del bolchevismo del otro. Pusieron la cama y pagaron.
A grades rasgos estas son las sombras de Churchill, quería empezar por ellas para que no piense nadie que hago la pelota y me quedo tan ancho. Solo lo del comunismo sería motivo más que suficiente para exhumarlo y vilipendiarlo, por poner a los pies de los caballos a media Europa y no permitirnos levantar cabeza… hasta hoy. Y todo por salvar su Imperio.
Porque ya lo comenté en Leibstandarte: Mi honor se llamaba lealtad, Hitler quería un pacto angloalemán para juntos invadir Rusia y borrar el comunismo de la faz de la tierra. El pequeño error es que era Hitler quien lo deseaba, sin contar con que Churchill (y no lo hizo mal) no iba a quitar a un dictador (Stalin) para poner a otro (Hitler). Ese fue el error de cálculo de Adolfo.
Los estadounidenses habrían abogado por una solución intermedia, deponiendo a Hitler, depurando de nazis el ejército alemán y poniendo rumbo a Moscú para sacudir al oso. Pero Churchill se negó en los despachos y torpedeó los campos de batalla ensalzando al más inepto de todos los generales en el frente europeo: Montgomery. Si por los americanos hubiera sido no habrían visto con malos ojos sumar a los alemanes en contra de la verdadera amenaza a largo plazo: el comunismo. Que se lo digan a Patton…
Esto en cuanto a borrar a los nazis del mapa. Porque los hubo, y muchos, que se posicionaron a favor de Hitler incluso dentro del propio gobierno inglés. Para ser más concretos, el todopoderoso Ministro de las Fuerzas Aéreas Británicas, un tal Lord Londonderry. Un Grande del Reino, todo un patriota filonazi. El primo de Churchill.
Lord Londonderry apostaba por esa unión. Y no dejemos de lado que fue quien descuidó la multiplicación de aviones alemanes en un período en el cual, según el Tratado de Versalles, las Fuerzas Aéreas Alemanas no podían poner en marcha su máquina de ingeniería bélica como castigo por la Primera Guerra Mundial. Y va el primo de Hitler, un nazi británico y se pone de perfil ante la proliferación de aviones alemanes y no hace nada para compensar esa producción en masa y equilibrarla en las islas. Con todo lo que esto acarreará a los británicos con La Batalla de Inglaterra y el papel que desempeñaron los pilotos de la RAF sumando fuerzas británicas, canadienses, polacas y estadounidenses (ver comentario de Escuadrón 633).
Paradójico todo, ¿verdad?
Dicho queda.
Ahora a demostrar su gran valía y a rescatar su figura. la figura de un gran hombre y un gran estadista que supo plantar cara a Hitler y a la Cámara de los Comunes a base de puñetazos en la mesa y demostraciones de sagacidad.
Porque era tan sagaz como tozudo. Sagaz porque supo ver las flaquezas en los planes enemigos y las fortalezas propias. Tozudo porque tuvo que luchar en todos los frentes: en la guerra, en la política, en la moral de los aliados… incombustible. peleando sin tregua. Era capaz de centrifugar a todo el que lo rodeara. Fueran políticos, civiles o militares, fueran americanos o británicos, polacos, gaba… perdón, franceses o incluso rusos. Porque sí, la Segunda Guerra Mundial solo tuvo un vencedor (y no fueron los aliados): la Segunda Guerra Mundial la ganó La Unión Soviética. El resto de «aliados» solo ganaron tiempo para rehacerse y tomar posiciones en Berlín para una guerra mucho más larga, la Guerra Fría.
Tiempo. Todo fue tiempo en esta Guerra.
Tiempo es lo que tardaron franceses e ingleses en reaccionar ante la invasión de Polonia, primero por los alemanes, después por los rusos, después se la repartieron y tan amigos. Tiempo es lo que pasó para reaccionar con Austria y con Ucrania. Y con Finlandia con los rusos. Y Dinamarca, Holanda, Bélgica, Rumanía… Tiempo… De China ni hablo. Junto con Polonia las grandes olvidadas y traicionadas por todas las democracias. Tiempo… es lo que necesitaba Churchill para rehacerse tras huir de Francia y reconstruir su ejército en las islas. Tiempo era lo que necesitaba para involucrar a los estadounidenses. Tempo era lo que necesitaba para que Stalin aguantara en Rusia y resistiera los zarpazos nazis en su tierra. Tiempo era lo que necesitaba para ver si España se mantenía neutral porque no le convenía el regreso de una república comunista. Tiempo era lo que buscaba para evacuar a sus niños para enviarlos fuera del radio de acción de la aviación alemana en Dunkerque. Tiempo era lo que necesitaba para evitar que se derrumbara el Imperio Británico. Y tiempo fue lo que consiguió liando y lidiando todo él solito, demostrando ser un gran líder y demostrando saber llevar a todos por el caminito que él marcaba.
Por no mencionar la torpeza, ineptitud y negligencia nazis. Sin estos factores en liza, Inglaterra habría durado tres telediarios. Pero no. Hitler era el comandante en jefe de todos los ejércitos alemanes y así les fue, a grosso modo. Si afinamos el vistazo veremos que los alemanes no supieron comprender la importancia del Radar para la defensa costera de la aviación británica de la RAF. Tenían cientos de fotografías de la red de radares que inundaba el sur de Inglaterra pero fueron desechados como objetivos militares por ser irrelevantes. El radar permitía a los ingleses detectar a los aviones alemanes despegando al otro lado del Canal de la Mancha. Desde que despegaban tenían unos 20 minutos de tiempo hasta recibir un ataque y en 12 minutos tenían sus patrullas revoloteando el canal esperando a los alemanes. El Radar permitía saber los movimientos en horizontal de los alemanes, permitía también que los ingleses tomaran altura y pudieran atacar en picado, una y otra vez, cargándose a los alemanes como moscas. Los alemanes no supieron ver la importancia de los postes de radar y lo pagaron caro, muy caro.
La verdad es que los mandos aliados cometieron un error tras otro. Pero se impusieron a los nazis porque los errores de éstos últimos fueron más y más graves que los de los aliados.
Alucinante.
Aterrizando en la película… me parece fantástica.
Una apuesta fabulosa de HBO por hacer buen cine. No hace falta ver tiros, no necesitamos ver sangre. Solo Churchill y su tenaz enfrentamiento con Hitler. Solo Churchill y cómo dobló el brazo a Roosvelt (aunque este impuso su manera blandita de hacer la guerra negociando con todos los enemigos posibles (y con los amigos también) como en Yalta). Solo Churchill y cómo mantuvo a Stalin solito peleando en Europa mientras el Reino Unido se lamía las heridas.
Una gran película que nos explica cómo un político que se precie ha de agarrar al toro por los cuernos y enfrentarse a la cruda realidad sin poner paños calientes a la verdad y sin maquillarla para no lastimar la sensibilidad de su pueblo. Que tomen nota todos los politicastros europeos de nuestros días. Todos. Supo revelarse a lo políticamente correcto y enfrentarse a esa política buenista hasta vencerla. No olvidemos que esa misma política buenista y pacifista fue la que rindió Europa a los nazis, por la cobardía francesa e inglesa. No olvidemos tampoco que si hubo decenas de millones de muertos se lo debemos a las políticas cobardes de pacificación que no se atreven a dar un puñetazo en la mesa y se dejan acorralar por gallos de pelea.
Eso hizo Churchill. Primero se enfrentó a su partido, después se enfrentó al Parlamento y por último, lejos de esconderse, se enfrentó a su pueblo y, mediante la Radio, emitió uno de los discursos más bonitos que ha conocido la especie humana (los incultos hablan de «la raza humana») quitando la venda de los ojos a los bitánicos y poniendo nombre y apellidos a la verdad y al enemigo. Sangre, láminas, esfuerzo y sudor. Eso fue lo que le pidió a su pueblo. Con valor. Instando a los británicos a luchar, luchar y luchar en los cielos, en la mar, en las playas, en las calles, en los jardines… luchar hasta ganar. Y demostró que hablando la verdad y comunicando la cruda realidad al pueblo, éste demostrará su madurez cerrando filas en torno a su líder.
Y lo hizo por la Radio. Enfrentándose al último reducto de Libertad existente en la vieja Europa. Y se enfrentaba a los oyentes, a toda la Nación, para pedirles que lucharan. Que enarbolaran su bandera, que lo hicieran con orgullo para no doblar la rodilla, para combatir y matar o morir en defensa de su identidad y de su libertad.
Es una buena muestra de la importancia de la Radio en esta Guerra. Daría para todo un blog si realmente pretendiera explicar la influencia de este medio en este conflicto. Para propaganda (propia y ajena, como vehículo para comunicarse con las masas). Como medio para el espionaje (lanzando proclamas falsas para confundir al enemigo). Como altavoz para minar la moral de los soldados contrarios en el frente. Como único vehículo para comunicarse con la resistencia y con los primeros paracaidistas infiltrados… Todo un blog de Periodismo y Cine habría que dedicar a la Radio en la Segunda Guerra Mundial y en esta película, la Radio adquiere el protagonismo que mereció en la realidad.
Gran biopic (película biográfica) que abarca el período de la Segunda Guerra Mundial en la vida del mejor primer ministro inglés hasta Margaret Thatcher.
Una vez terminado el comentario de Durante la tormenta (hay que fastidiarse con los traductores de títulos que traducen de un idioma a otro sin entender ninguno de los dos) no me resisto a dejar estas últimas imágenes de la película. Son del momento en que los diferentes estratos sociales del Reino Unido escuchan el mismo mensaje en el mismo medio: la Radio.
Winston Churchill supo hacer que todos los británicos supieran aparcar sus diferencias para enarbolar la Union Jack y lanzarse al combate, por la vía del ejemplo, por un mensaje de Radio.