Ficha técnica
- Título: Corazones de acero
- Título original: Fury
- Director: David Ayer
- Nacionalidad: U.S.A.
- Año: 2015
- Productor: Bill Block, John Lesher, Alex Ott, Ethan Smith, David Ayer
- Duración: 134’
- Guión: David Ayer
- Música: Steven Price
- Escenografía: Malcolm Stone
- Vestuario: Anna B. Sheppard y Owen Thornton
Ficha artística
- Brad Pitt – Sargento «Wardaddy» Collier
- Shia LaBeouf – Cabo Técnico 5º grado, Boyd «Bible» Swan
- Logan Lerman – Soldado, Norman «Machine» Ellison
- Michael Peña – Cabo Trini «Gordo» García
- Jon Bernthal – Soldado 1ª clase Grady «Coon-Ass» Travis
- Jason Isaacs – Cpt. «Old Man» Waggoner
- Scott Eastwood – Sgt. Miles
- Xavier Samuel – Tte. Parker
- Brad William Henke – Sgt. Davis
- Alicia von Rittberg – Emma
- Anamaria Marinca – Irma
- Kevin Vance – Sgt. Peterson.
- Branko Tomović – Cabo alemán
- Iain Garrett – Sgt. Foster
- Stella Stocker – Edith
Vi Corazones de acero en agosto y hasta hoy no he sabido, querido y podido ponerme a escribir una crítica sobre ella.
La esperaba con ganas.
No hay película bélica que no vea, sobre todo si trata un período fetiche para mi gusto, la Segunda Guerra Mundial. Entonces la veo, la devoro y la interiorizo, si puedo. Y tranquilos, que esta sí he podido interiorizarla, pero me ha costado un poco. Cuando digo “interiorizar una película” me refiero a hacerla mía, a dejarla entrar en mi memoria cinematográfica y hacerse un hueco en mi rincón de Cine.
Vamos allá.
Voy a destripar la película (que no el argumento y mucho menos el final) para poderos hacer entender la mezcla de sensaciones y el sabor agridulce que me ha dejado.
Iré por partes.
Un pelotón de Sherman avanza por Europa con destino a Berlín y liderado por el sargento «Wardaddy» Collier. El líder de Fury (Furia), el tanque que ha capitaneado desde las costas de África con el mismo equipo hasta que entramos en la película y cae el artillero auxiliar (Red) y es sustituido por un novato destinado a mecanografiar cartas en un despacho (Norman, después apodado “Máquina”). El resto de la tropa la componen Biblia (tirador), Gordo (conductor) y Coon Ass (cargador y mecánico). Todo constará en la precipitada instrucción y adaptación de Norman para sobrevivir sin caer en combate y arrastrar con él a todos los demás.
Me habría parecido fantástico, sin dudarlo, y no os exagero un ápice, si no me hubiera recordado una y otra vez a otra película que vi hace años, y en su día me cansó: Training Day, en español Día de entrenamiento… cuyo guión, para colmo, escribió (redoble de tambores) David Ayer, el director de esta película. Empiezo mal (luego habrá aspectos que harán que mejore la crítica). Imitarse a uno mismo hace que te estanques y no evoluciones y mejores (Peter Jackson con El Hobbit, por ejemplo). Y esto es precisamente lo que más destaco yo en esta película, lo cual, muy a mi pesar, tira por tierra todo lo bueno (y muy bueno que tiene).
Ya me he quitado la espinita. Prometo que el resto de detalles que comentaré (salvo el del rigor histórico) irá “in crescendo”.
Rigor histórico…
El contexto, el marco de la película, en términos generales me gusta mucho. Hemos superado el Día D en las playas de Normandía y los aliados (para contextualizar mejor todo lo que hablaré a continuación podéis leer mi artículo en el troblogdita: Poker de Generales en la Segunda Guerra Mundial – Frente Europeo) emprenden una carrera vertiginosa por alcanzar Berlín. El Ejército Rojo por el este y los Americanos por el oeste (los británicos se dedicaron a hacer de coche obstáculo).
Ahí estamos, terminando la barrera infranqueable que supuso la batalla del Bocage, o la batalla de los setos. Una tontería ¿verdad? Pues fue crucial para ralentizar el avance hacia Bélgica para torcer hacia Berlín, y lo explico.
Los tanques habían demostrado ser un gran arma (la nueva caballería) y habían arrasado desde Polonia (los alemanes) hasta África (Eje/Aliados por igual) y después Sicilia, Italia y por fin Francia. Nada se interpuso en su camino y tan solo el combustible podía hacer mella en una campaña motorizada. Todo esto cambió cuando los aliados entraron en Normandía y comenzaron su avance por Francia encontrando resistencia en enclaves estratégicos por parte de las Waffen-SS y sus divisiones acorazadas.
Estas divisiones (alemanes) conocían el terreno desde la ocupación y se habían amoldado a él y preparado para una eventual invasión.
Los aliados se toparon con los setos sin que sus socios franceses les alertaran. Estos, los franceses, estaban a las suyas intentando apuñalar a Eisenhower por la espalda (y al propio Churchill). En vez de acatar el liderazgo aliado que, al fin y al cabo, ponían los medios, el dinero, las tropas, las armas, el combustible y los barcos, tanques, aviones, los muertos y demás, en vez de aceptar que eran comparsas y asumir su papel en la liberación de su nación, nada más poner pie en Francia salieron pitando para París (De Gaulle) para ser los libertadores y casi provocar una guerra civil (lo que habría rematado a los aliados) al enfrentar a la resistencia (leales al gobierno en el exilio) con los comunistas (leales a Stalin) que ansiaban hacer de Francia un estado satélite soviético.
Con todo esto pasaron desapercibidos los setos de marras.
Tan espesos, sólidos y grandes que ni un tanque era capaz de atravesarlos. Se topaban con los setos, se atascaban y como hubiera un alemán en los alrededores, montado en un Panzer, se convertían en carne de cañón.
Los alemanes, que no eran tontos, no solo mantuvieron el laberinto de setos si no que hicieron de él su mejor aliado disponiendo a su infantería, sus divisiones Panzer y sus cañones antitanque de 88mm de tal modo que cada vez que un americano se topara con un seto se encontrara con una tormenta de balas, metralla… y bayonetas.
Quiero destacar este detalle, el de los setos, porque en la peli veréis algún tanque equipado con algo semejante a una pala excavadora en el frente. No es una excavadora, no es una grúa ni es para retirar vehículos averiados (que también). Se trata de uno de los múltiples inventos paridos en medio de la guerra, tan absurdo como efectivo. Eran unos dientes, como de horca para recoger la paja en las labores de labranza. Con esto lograron encarar un seto, clavar los dientes del morro del tanque (Sherman) y agitar el tanque de un lado para otro para romper, destrozar, desbrozar y demoler el seto y entonces (un par de minutos después) atravesarlo.
Ni que decir tengo que esta operación, pese a efectiva, tenía el mismo efecto que ver a un elefante agitando un árbol en medio de la sabana. Para cuando el tanque asomaba su cañón tenía una batería de antitanques alemanes prestos para pulverizarlo.
Toda esta parrafada para destacar uno de los mejores aspectos de la película. Ambientación histórica, bastante buena, acompañado con un gran vestuario (no comento el de “el Gordo” por no arruinar esta parte de la crítica. Me gusta el detalle de los parches de los diferentes cuerpos, lo bien tratado que está y las diferencias entre uniformes según al cuerpo que se perteneciera. Esto se debe a mi lado friki.
Empezamos a remontar.
Que Brad Pitt protagonice la película… es un punto a favor para cualquiera. No os diré a estas alturas (los que me sigáis desde hace tiempo lo sabréis bien) que Pitt es uno de mis actores favoritos (El río de la vida, Snatch…) y es capaz de resucitar hasta una película muerta antes de escribirse, mientras no se recree en si mismo, y esto dependerá del director: que sepa o no, conducirlo. En esta película está bien embocado y su actuación es más que digna, es más, creo que aporta templanza y personalidad y rellena algunas carencias del director.
En Corazones de acero veréis esa mirada a lo “Marlon Brando” que utilizó en Malditos bastardos. Creo que más como guiño personal (del propio Pitt) a su papel como Aldo Raine, en el que voluntariamente imitó al que muchos entienden como el mejor actor de la historia: Brando. Pues bien… esa mirada altanera la identifico algunas veces a lo largo de la peli, pero si he de comparar a Collier con alguien, con algún otro papel visto con anterioridad, lejos de Aldo Raine tendría que sumergirme en la historia de este subgénero para rescatar dos personajes míticos, y conjugándolos a los dos, encontraremos a Collier… a saber, el sargento Possum (Lee Marvin) en Uno Rojo, División de Choque y Kelly (Clint Eastwood) en Los violentos de Kelly.
De Possum sacará su genio, su autoritas y su capacidad de mantener unidos a sus muchachos, contra viento y marea, desde África con todos vivos, sanos y salvos sabedores de que su instinto es tan fino como el olfato de un zorro. De Kelly sacará la audacia y el arrojo, su parte fanfarrona y su exagerada autoestima. Por no mencionar que, para mi, esta es la versión “seria” de Los violentos de Kelly. Un paso por delante de todo tu ejército, haciendo de punta de lanza y castigando al enemigo desde sus propias líneas.
Porque de esto trata la película. Avanzar y avanzar hasta tomar una posición que sirva para parapetarse y mantenerla para evitar que las Waffen-SS reorganizadas caigan sobre los aliados y destrocen sus vías de aprovisionamiento y, sobre todo, superen los “setos” y se reorganicen parcheando las carencias de los británicos. Llegados al punto álgido de la peli esta será la misión que encomienden a esta tropa de tanques: contener la contraofensiva nazi.
La puesta en escena es espectacular.
Me gusta cómo se ha ambientado el territorio ocupado, cómo rescatan a los “ahorcados” por negarse a combatir del lado alemán. También habría dado realismo ver alguna colaboracionista rapada y vejada por sus vecinos, apedreada hasta la muerte o linchada y después colgada, para equilibrar la barbarie de la guerra que, como guerra hace aflorar los instintos más bajos del ser humano.
Aquí hay un punto en el que, entrados en Alemania, haremos un alto en el camino para reponer fuerzas y transitaremos por el peligroso escenario que es meter una historia de faldas en una película de guerra y en cómo los amantes del cine bélico rehuyen estas escenas. Pues bien, he de decir que Ayer se mete de lleno en una escena del género y he de confesar que no me desagrada cómo la remata para devolvernos al ambiente bélico del que no debe desmarcarse ninguna película bélica que se precie (para “amor y lujo” tenemos Desayuno con diamantes y otras muchas).
Decía que la puesta en escena era espectacular, incluso en las batallas, pero no fiel 100% a la realidad.
Espectaculares porque por momentos parece que estemos en el Halcón Milenario en medio de una batalla en La guerra de las galaxias, alucinando (yo aluciné) con los enfrentamientos entre tanques.
Inexacto por irreales.
Un Panzer podía medirse con tres y hasta cuatro Sherman sin moverse del sitio. Es más, no moverse del sitio era su mayor ventaja, y os lo explico. El Panzer podía reventar el blindaje de un Sherman a casi 3000 metros de distancia. Los proyectiles del Sherman rebotaban (si es que llegaban) en los 10cm de blindaje de los alemanes (en su parte frontal). Literalmente, la munición americana no perforaba el blindaje frontal alemán del Panzer I. Por esto los americanos tenían que avanzar y reducir terreno para equilibrar sus fuerzas y empezar a hacer cosquillas a los alemanes. Cosquillas, porque ni a bocajarro eran capaces de perforar el frente de un Panzer. Tenían que alcanzarlo y desbordarlo para atacar allí donde los alemanes eran más frágiles: en el culo (del Panzer). Porque allí el blindaje era inferior y porque allí portaban el diésel.
Entonces Ayer, querido Director, cómo me explicas que un Panzer camuflado y flanqueado por antitanques y rodeado de panzerfaust (“puños de acero” o lanzagranadas alemanes, en la peli y en la realidad llevados por milicianos (que no soldados (REPITO: NO SOLDADOS)) de las Waffen-SS, es decir: el panorama perfecto para barrer del mapa a los americanos, que encima tienen un trecho por recorrer antes de poderse enfrentar al alemán, cómo haces que a las primeras de cambio pise el acelerador el piloto y salga despavorido a batirse cuerpo a cuerpo con los americanos… En este campo me quedo con Patton, peliculón que refleja fielmente los enfrentamientos entre carros de combate a pesar de que Ayer logre una espectacularidad casi inigualable. En cuanto a la infantería… iba a obviarla pero no puedo. Donde esté la del Salvar al soldado Ryan, o la de la propia Patton… que se quite la de esta película. Sé, porque me consta, que Ayer se asesoró muy bien (lo cual no quiere decir que aplicara lo aprendido) en cuanto a tanques, pero la incursión de la infantería me parece pobre, muy pobre. Sobre todo tras ver Hermanos de sangre y el capítulo dedicado a Las Ardenas.
Y para terminar… las Waffen-SS.
Eran fanáticos. Claro.
No soldados. Que conste en acta.
Los soldados eran los de la Wehrmacht, las Waffen-SS eran milicianos, era el ejército privado del Partido Nazi, no soldados reclutados por el Estado Alemán. La diferencia radicaba (la fundamental) en la base política de su alistamiento, su afiliación al Partido Nacional Socialista (ojo, que los nazis, los malos, eran socialistas).
Y como tales, milicianos fanáticos, gozaban de la mejor instrucción, formación, equipación y alimentación de las tropas alemanas (regulares (Wehrmacht) y no regulares (Waffen-SS). Así que presentarnos a 300 alemanes nazis de las Waffen-SS torpes, inoperantes y ridículos en combate es, cuando menos, una licencia que excede incluso hasta la coherencia de la película. Que lo haga Tarantino en Malditos bastardos me vale, porque es una comedia en la que la Historia es todo menos eso, pero pintarme así a las Waffen-SS es una falta de respeto a todos los americanos que regaron Europa con su sangre para brindarnos la Libertad a costa de sus vidas.
Si queréis entender quiénes eran y qué representaban para el III Reich las Waffen SS os recomiendo mi comentario de Leibstandarte: Mi honor se llamaba Lealtad.
Y el nombre de la película… Corazones de acero. En inglés Fury. ¿Es que cuesta tanto mantener el mismo título, por ser nombre propio, o como mucho, traducirlo por “Furia” y san se acabó???? No. Corazones de acero, porque va de tanques, con un par.
Con todo esto, lo bueno y lo malo, recomiendo ver la película porque no deja de ser espectacular.