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¡Bienvenido, Mister Marshall!

Tabla de contenidos

Ficha técnica
Título original: ¡Bienvenido Mister Marshall!
Director: Luis García Berlanga
Año: 1953
Nacionalidad: Española
Producción: Vicente Sempere
Duración: 78’
Guión: Miguel Mihura, Juan Antonio Bardem
Fotografía: Manuel Berenguer
Música: Jesús Gª Leoz, José Antonio Ochaíta, Xandro Valeiro
Montaje: Pepita Orduña
Ficha artística
José Isbert (Don Pablo)
Manolo Morán (Manolo)
Lolita Sevilla (Carmen Vargas)
Fernando Rey (Narrador)
Bienvenido Mr. Marshall – el fancine
Estamos ante una de las verdaderas joyas del cine español. Y no se trata de la última película hecha en 2014, nos remontamos hasta 1953, con una película costumbrista, cómica y crítica, centrada en la vida “revolucionada” de un pueblecito de los alrededores de Madrid: Villar del Campo (Guadalix de la Sierra).

Me rindo nuevamente a Berlanga. A su talento, su estilo, su gusto y su capacidad innata para reflejar, qué digo reflejar, radiografiar España palmo a palmo en cada una de sus películas. Destripa nuestras miserias como ninguno y nos hace reír con la crítica más fina y elegante de nosotros mismos que podamos encontrar. Mordaz impar: un genio del cine, de la comedia y de nuestra realidad social que «desuella» una vez y otra cada vez que nos sentamos frente a la pantalla para vernos como lo que somos: un pueblo feliz e ingenuo.

Bienvenido Mr. Marshall – el fancine

Estados Unidos lanzó el Plan Marshall al término de la Segunda Guerra Mundial, una fórmula para reactivar Europa, recuperarla tras la guerra y reconstruirla desde sus propios cimientos. Un plan dirigido a los países aliados, como Francia, y a otros que fueron sometidos por los alemanes.

Dentro de los planes de los americanos no estaba España, un país que se mantuvo neutral y por lo tanto no tomó partido en la gran guerra. Ni siquiera a pesar del aperturismo que España mostraba en aquella década de cara a entablar relaciones cordiales con los países circundantes, así como con los americanos.

Esta película nos narra la vida cotidiana, tranquila y “lenta” de los habitantes de Villar del Campo, un pueblecito apartado y casi remoto, aislado de los tejemanejes políticos.

Bienvenido Mr. Marshall – el fancine
Aislado, sí, hasta que el alcalde, Don Pablo, recibe la noticia de la inminente visita de “los americanos”, una visita cultural como muestra de amistad para con el pueblo español.

Esta noticia no será sino la chispa que encienda la mecha: una mecha de ilusiones, alegrías y planes desmesurados que agitarán a los vecinos durante una semana, (más o menos), el tiempo que restaba para la llegada de tan ilustres visitantes.

Quiere el guión, y la casualidad, que justo en ese momento se encontrara en el pueblo Manolo, un representante de artistas que acaba de firmar un contrato con el alcalde para su representada, Carmen Vargas. Un Manolo que había estado viviendo en Estados Unidos, de lo cual alardea sin parar con el alcalde.

Bienvenido Mr. Marshall – el fancine

Y como quiera que hay que preparar un recibimiento digno de los americanos, y que las fuerzas vivas del pueblo no tienen ni idea de qué hacer para la cita, (salvo un aristócrata, descendiente de colonizadores, que desprecia a todos los americanos por igual al pensar que son todos “unos indios”). Don Pablo recurrirá a Manolo para que sea él, acostumbrado al mundo del espectáculo y con experiencia con los americanos, quien prepare el plan para el recibimiento, un plan que a todos dejará boquiabierto.

Su ansia por triunfar, su deseo de hacer caja y un par de contactos en Madrid, harán que el pueblo entero se sumerja en una espiral eufórica de frenesí a la espera de los yanquis, que para más inri, por indicación de Manolo, vendrán cargados hasta las cejas con regalos para ayudar a los españoles.

Bienvenido Mr. Marshall – el fancine
Una película que a duras penas esquivó la censura de la época, actual, por no haber envejecido con el paso del tiempo (en cuanto a cómo nos refleja Berlanga a la sociedad española, una vez más, como en cada una de sus películas*) y fiel, a la hora de representar a los españoles y a sus gobernantes, pues se trata, como dijera, de una película costumbrista, pero hecha con tanto tino que bien podría reflejar a la clase política de nuestros días que no se muerde la lengua a la hora de prometer y prometer, el pueblo incauto y dirigible que aúpa a los políticos demagogos con sus falsas promesas y las ilusiones de un pueblo al que exprimen sin escrúpulos, unas veces en manos de políticos demasiado listos, otras en manos de políticos demasiado tontos.


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