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Desayuno con diamantes

Tabla de contenidos

Ficha técnica

  • Título: Desayuno con diamantes
  • Director: Blake Edwards
  • Título original: Breakfast at Tiffany’s
  • Año: 1961
  • Nacionalidad: EE.UU.
  • Producción: Jurow – Shepherd productions, Paramount Pictures
  • Duración: 110 minutos
  • Productor: Martin Jurow y Richard Sheperd
  • Guión: George Axelrod (novela de Truman Capote)
  • Fotografía: Francoit Edouart (Technicolor)
  • Montaje: Howard Smith
  • Múscia: Henry Mancini

 

Ficha artística

  • Audrey Hepburn (Holly)
  • George Peppard (Paul)
  • Mickey Rooney (Vecino japonés)

 

Premios

Oscar Mejor Banda Sonora: Henry Mancini y Mejor Canción (Moon River): H. Mancini y Johnny Mercer.

Desayuno con diamantes representa como ninguna otra película el glamour de la alta sociedad americana del siglo XX. Y es en torno al glamour que gira esta película: “Jet set”, acaudalados terratenientes, millonarios, periodistas, artistas, escritores y tantas otras personas sin oficio ni beneficio que hacen del día a día su manera de subsistir pululando de una fiesta en otra engrosando su cartera de clientes, contactos y amistades para tirar de ellas cuando vengan mal dadas.

Glamour que refleja como nadie Blake Edwuards en esta “comedia romántica” sostenido por dos pilares, la encantadora Tiffany’s: una de las tiendas más reputadas de la 5ª Avenida de Nueva York, y Holly, quien desde el principio de la película arrasa la pantalla comiéndose por igual: el guión, al resto del reparto, al director y al espectador.

Y será aquí precisamente donde impacte sobremanera la película: “comedia romántica”, sí: hay numerosos rasgos para encasillar a la película en cualquiera de estos dos géneros por separado y juntos.

Pero también podría describirse como un drama, y yo apostaría por ésta última clasificación.

El drama del contraste, el drama de la desesperación, de lo irreal, del sueño truncado, inalcanzable, del quiero y no puedo, sigo a delante pero no puedo olvidar el pasado, y lo arrastro tras de mí como una losa. Un drama desgarrador que si se lee entre líneas dejará al espectador con un sabor agridulce al término de la película.

Dulce porque es una película hecha para enamorar, para caer rendidos a los pies de Audrey Hepburn, (aunque en un principio el papel de Holly le fuera ofrecido a Marilyn Monroe, quien afortunadamente lo rechazó porque buscaba apartarse de ser definitivamente encasillada como frívola).

Agria porque la realidad que viven los dos protagonistas nos deja pegados a la butaca. Ella reniega de la vida misma para (y valga la redundancia) vivir la vida y encontrar a un marido acaudalado que la solucione su futuro. Él, un escritor sin carrete en la máquina de escribir que se mantiene a costa de una “amiga”, mecenas, que lo trata como su objeto de deseo y lo maneja a golpe de talonario.

Pero dulce al fin y al cabo.

Igual que hubo un cambio en la actriz principal, también el director fue cambiado antes de iniciarse el rodaje, y también afortunadamente, pues sólo Edwards habría sabido jugar con la imagen de Audrey como lo hizo elevando el personaje de Holly a los altares.

La banda sonora de Henri Mancini. Merece mención aparte. Una joya que sirve de bisagra entre la imagen y el espectador, conjuga los movimientos de los actores para darles sentido de continuidad a través de una maravillosa fotografía y aún mejor música. Una música que evoca ese glamour deseado, añorado por Holly y que tiene el remate final con la oscarizada Moon River.

Sirva como anécdota la mención de dos personajes, intrascendentes pero curiosos: Veremos a un terrateniente brasileño que será pretendiente de Holly, nada menos que José Luis de Villalonga. Y el vecino japonés y quisquilloso de Holly… Un Mickey Rooney demasiado estereotipado, caracterizado y venido a menos, y con todo esto, aceptando lo que hoy los cursis llamarían «políticamente incorrecto», genial.

Muchos han calificado de racista esta interpretación de Rooney, pero no deja de ser una de las decenas de estereotipos cinematográficos de la historia del cine. Y según lo veo yo, lo que ofende no es el acto en si, si no la intención que subyace en tal acto. Y en el que nos toca de hoy no es otra que arrancarnos una sonrisa. La película no obstante flirtea una y otra vez con temas «tabú» en estos días: racismo, «ligereza de cascos de una dama», sexualidad como inversión; como apuesta económica, tabaco alcohol…

No querría terminar esta entrada sin hacer un comentario sobre Audrey Hepburn y nuestro carismático y entrañable artista español con fama internacional Antonio de Felipe*, a quien, en calidad de Director General del Capítulo Español de la IAA he tenido el placer de conocer este año con motivo de la organización de la gala de Publicidad en el Museo (él fue el presentador y miembro del Jurado de Excelencia). Antonio ha inmortalizado (si cabe más) a la adorable Audrey en su Serie CINEMASPOP que podréis ver en detalle en su página Web. No solo la ha inmortalizado, además ha creado una tendencia artística que ahora podemos observar en múltiples obras cuya inspiración radica siempre en Antonio. Lo mismo le sucede con su Serie VACAS. Sí, las vacas con múltiples motivos que todos hemos visto por Madrid, también son suyas.

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* Espero poder escribir un artículo en el troblogdita dedicado exclusivamente a él y a su obra. Nada me atrae más que pasar un día imbuido en su obra, explicada por él y salpicada con mil anécdotas como las que nos contó al equipo de la IAA-Spain en la azotea del Círculo de Bellas Artes. Os mantendré pues informados si logro pasar un buen rato con él en su estudio en Madrid.

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