Los Teleñecos en Cuento de navidad nos transportan al clásico de Dickens: Cuento de Navidad. Hay clásicos que son convierten en inmortales. Y bien versionados ganan enteros para acceder a nuevas generaciones de espectadores.
Aunque en el cartel pone «cuentos»… Cosa que no casa con la esencia de la peli, pues se trata de un único cuento, ni con la traducción del título original: The Muppet Christmas Carol. Que realmente debería traducirse como El cuento de Navidad de los Teleñecos. Pero, en fin…
Insisto en lo de «bien versionado«, que viene a ser algo que se hacía hasta hace un par de décadas pues, desde 2015, más o menos, versionar ha dejado de ser ambientar una misma historia en un contexto diferente; Ni adaptarla a mis personajes… En nuestros días versionar significa pervertir la historia original y darte el cambiazo para pudrir tu cuento, tu Historia o tu peli reescribiendo el guion, corrompiendo a sus personajes y metiéndote propaganda política. Y si el cine es infantil, más perversión, más corrompimiento y más propaganda.
Por eso da gusto revisitar películas como esta de los teleñecos, ambientada en el clásico navideño de Charles Dickens. Versionada más de treinta veces, creo que en 34 películas. La peli la dirige Brian Henson, el hijo de Jim Henson, fallecido en 1990.
Cuento de Navidad en el fancine
Tampoco es la primera vez que le dedico una entrada al Cuento de Navidad en el fancine. En su día comenté Cuento de Navidad, la versión de 2009, la peli de animación de Robert Zemeckis con la voz de Jim Carrey en sus principales personajes.
La comenté en 2010 y hoy estamos en 24 de diciembre de 2024. Hace ya 14 años de ese comentario. Cómo pasa el tiempo y qué placer me produce seguir con el fancine y seguir haciendo algo que me apasiona de toda la vida: hablar de cine. Opino, comento y comparto con vosotros mis gustos y mis pensamientos sobre las pelis que incluyo en mi Web de cine. Sin dogmatismos, pues las opiniones son subjetivas y me limito a expresar la mía y sin complicaciones, puesto que no soy crítico de cine, sino aficionado.
Así pues, hecha esta breve presentación, permitidme llenarme de dicha y de alegría porque ya es Navidad y hoy traigo este cuento imperecedero para invitaros a que se la pongáis a vuestros hijos, que serán quienes más y mejor la disfruten viendo cine del bueno basado en una historia de las buenas.
Una peli para ver en familia
Es verdad que os recomiendo poner esta peli a vuestros hijos, nietos, ahijados y sobrinos… Pero no es menos cierto que vosotros podréis verla con ellos. Seáis padres, padrinos, tíos, abuelos… da igual. Por vuestra edad muchos de vosotros rondaréis los 40, 50 o más de 60 años (yo cumplí 50 el pasado 14 de noviembre), así que me uno al club de los maduritos.
Cuento de Navidad, y Los Teleñecos en Cuento de Navidad, es una lección ética, moral… una lección del corazón; una lección de vida y de humanidad.
Por eso es, y será, imperecedera y, por muy infantil que sea la versión, será siempre una peli que podréis disfrutar sin importaros la edad. Es cierto que los niños se abrazarán a la magia y la verán como lo que es, en su superficie, esa lección vital de cristiandad se convierte en una llama de esperanza a la que agarrarte. Pero los padres, y más aún, los abuelos, la ven con los ojos cristalinos de quien ha sufrido el paso del tiempo en sus propias carnes y ve que los fantasmas de su propia vida han quedado atrás, como ocurre con los fantasmas del cuento… Pero no lo verán en tercera pesona, sino que lo vivirán en primera, con ellos como protagonistas.
Los Teleñecos
Si la Navidad tiene su magia, Los Teleñecos en Cuento de Navidad aportan la suya propia.
Los Teleñecos son el fruto de la genialidad de Jim Henson. Él supo dar forma a su sueño americano y vivió la experiencia de saltar de titiritero a director y productor de televisión, de cine… Y a ser recordado con cariño por varias generaciones de… iba a decir de estadounidenses, pero eso sería hacerle poca justicia.
Jim Henson
Sus marionetas saltaron el charco y, desde el Reino Unido causaron furor, fuera con El show de los Teleñecos, Barrio Sésamo, Los fraggels o en los mundos que nos propone en películas como Dentro del laberinto, Cristal oscuro o creando hasta el mismísimo Yoda para El imperio contraataca en la saga de La guerra de las galaxias. Mil veces mejor, por cierto, la marioneta de Yoda que la rana saltarina que luego hicieron con CGI para las precuelas.
Yo mismo me pasé horas y horas viendo Barrio Sésamo. Y El show de los Teleñecos en mis viajes a Inglaterra, de pequeñito. De jovencito… de adulto… y si hago zapping hoy, y me topo con ellos en la tele, mi yo maduro se queda estancado viajando en el tiempo y en la nostalgia.
Esta peli fue la primera que dirigió el bueno de su hijo. Brian Henson rescata, y respeta, la esencia del padre y la naturaleza de sus personajes.
Dickens
Por otro lado, está Dickens.
Para muchos británicos estamos ante el mejor escritor victoriano. Es decir, de la época victoriana, y no es moco de pavo, pues lleva desde 1837 hasta 1901. Por lo menos, sino el mejor, sí podríamos decir que es un gran autor y Cuento de Navidad fue la obra que lo inmortalizó. Tuvo muchas y muy buenas, pero esta, en concreto, cambió la manera de vivir la Navidad en Inglaterra, en todo el Reino Unido y en los países anglosajones que formaron parte de un Imperio efímero y, por entonces en su mejor momento, como Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
El tono del cuento, y sus personajes, amén de la magia que entraña la historia hicieron de Cuento de Navidad un antes y un después en la manera de vivir esta fiesta cristiana. A todo lo bueno que tenía, y tiene, la Navidad, hemos de sumarle la pátina social que Dickens la profirió haciendo de la vivencia de esta fiesta religiosa algo íntimo y familiar pero abierto a ser compartido con los vecinos, con los amigos y con el resto de la Sociedad.
A él debemos, en gran medida, la manera que entendemos hoy, en todo el mundo, el espíritu de la Navidad: altruismo, cariño, alegría contagiosa y la felicidad de hacer el bien a quien te rodea, sea más o menos cercano a ti.
Cuento de Navidad
Nos encontramos en la Inglaterra de la Revolución Industrial y, por ende, un Londres sucio, marginal y decadente.
Las ciudades industriales prosperaron y emergieron sobre las no industriales, porque, entre otras cosas se concentró la producción y la economía en ellas. En Inglaterra el mejor ejemplo, según mi propia experiencia y tras haberme pateado la isla a conciencia, es Hull. Para mí sería el Bilbao inglés: próspero, económicamente potente y con una industria del acero, y naval, que subía económicamente como la espuma. Ambas ciudades grises, oscuras, sucias, desalmadas y, por las noches, tenebrosas.
Ese es el caldo de cultivo para historias como las de Dickens. Historias en las que los niños que crecen en orfanatos y de familias que, a duras penas llegan a final de mes. Ciudades de contrastes en las que los empresarios prosperan al ritmo de esas ciudades y los empleados sufren porque todavía no se han regulado las bases de convivencia que encauzaron y conciliaron el deseo de crecimiento de las empresas (y de los empresarios) con la necesidad de tener vida privada y desahogada de sus empleados.
Pero ojo, no nos dejemos manipular emocionalmente por quienes quieran aprovechar este tipo de lecturas o de películas, para cargar las tintas contra los empresarios. Como la vida es pendular, en nuestros días el denostado es el empresario. Ahora se le ve mal por el hecho de emprender y de tener en su mano el futuro laboral de millones de personas que, sin su trabajo y sin su esfuerzo y sin su sacrificio no tendrían trabajo. Hoy los contratos no vinculan al empleado con su empresa, lo ligan, lo sueldan, no de sueldo sino de soldar, quitando libertad de acción al empleador, y libertad para gestionar su empresa vital (fruto de su idea, su dinero y su sacrificio). Es decir, que hemos pasado al otro lado de la ecuación y ninguno de los extremos es bueno.
Volviendo a la peli. En esos tiempos victorianos sí había ejemplos de empresarios tiranos. Entended por tirano a una persona capaz de no sentir empatía alguna hacia sus empleados y verlos como autómatas sin reconocerles derecho a tener familia, a tener un sueldo digno ni a tener días libres o vacaciones. Veníamos de los tiempos feudales y, de pronto, el señor feudal se convierte en patrón, o en capataz. Como os decía por entonces faltaban muchos aspectos sociales y laborales por pulir, y eso es lo que refleja Cuento de Navidad.
Ebenezer Scrooge
Es el alma de Cuento de Navidad.
Podría, y debería, decir que es el protagonista, pero me quedaría corto.
La impronta de este personaje marca el tono de toda la lectura, marca el tono del visionado de la peli y marca el tono y el estado de ánimo del lector y del espectador.
Un empresario sin sentimientos que exige a sus empleados lealtad absoluta para la firma que trabajan. Las familias, la vida social… en definitiva: todo lo que ocurre al otro lado del umbral de su negocio, carece de importancia. Salvo los clientes. Al resto que los zurzan. Pero eso implica que sea un tipo aislado y tétrico que ejerce su parcela de tiranía con sus empleados, a quienes trata con despotismo.
Scrooge es un prestamista
Y los prestamistas, habitualmente, han recibido uno de los peores tratos por parte de la literatura porque tendían a ser usuras. Personas que se aprovechaban (y aprovechan) de la necesidad ajena. Acuden en su falso auxilio, aparentando ser buenos samaritanos y haciendo que quien caiga en sus redes se entrampen de por vida. de ahí su mala fama: prestando cinco y exigiendo que se les devuelvan 25.
La fuerza de este personaje ha hecho de Scrooge un arquetipo del avaro, del usurero y del empresario que vive por y para su negocio, sin familia y haciendo de sus empleados unos desdichados. Pero, además tiene más fuerza todavía porque todos esos atributos, trasladados al entorno navideño, hacen de él el amargado que no disfruta la Navidad y no concibe que la disfruten los demás.
En la peli está interpretado por el carismático Michael Caine. Carismático y legendario actor, a la sazón, uno de mis preferido de todos los tiempos. Hace de un Scrooge avaro, solitario y perverso al que no le importa que se muera el hijo de un empleado ni que le quiten la casa a un cliente. Es un tipo desalmado que está especialmente encrespado cuando llega la Navidad.
La rana Gustavo
Bob Cratchit es su principal empleado, «anca-rnado»… interpretado por la rana Gustavo. Un padre de familia que, a duras penas, mantiene a su familia con un sobreesfuerzo cotidiano que no luce porque está mal retribuido y que se ve diezmado por los cuidados que requiere uno de sus hijos: Tiny Tim. Un niño enclenque y enfermo que no termina de curar porque no hay dinero para sus medicamentos.
Bob (Gustavo) será el único valiente capaz de hablar las cosas con su jefe. Sin descaro, sin arrojo, porque se sabe perdedor antes de iniciar cualquier combate. O por miedo a iniciarlo, porque una palabra de más y sería despedido. Es un líder dentro del trabajo, entre los empleados, y fuera, como padre de familia y marido ejemplar. En este caso de la Cerdita Peggy que, pese a tener las estrecheces económicas del personaje, luce oronda y rechoncha y mantiene todos sus apetitos por igual. Sobre todo, su hambre de anca de rana, por llamarlo de alguna manera.
Tini Tym
Tiny Tim es uno de los personajes clave, por el peso moral que ejercerá sobre Scrooge y será el detonante de la evolución del personaje, que no destriparé todavía.
Es un niño dulce y frágil, enfermo y enfermizo que no cura sus males respiratorios y arrastra una pierna mientras se apoya en un bastón pequeñito.
Los fantasmas
La historia toma un tono sobrenatural cuando Scrooge recibe la visita de tres fantasmas navideños. Uno detrás de otro.
El fantasma de las navidades pasadas, el del presente y el de las navidades futuras.
A partir de aquí, Scrooge, recluido en su casa y auto marginado se enfrentará a un viaje en el tiempo por su propia vida. Viajará atrás para ver el niño que fue, y para ver los orígenes de un personaje sin amigos y sin necesidad de ellos. Y para ver al muchacho que tuvo al amor de su vida al alcance de la mano, pero lo perdió por su avaricia y porque siempre priorizó su carrera profesional sobre la personal.
El segundo fantasma le muestra cómo viven la Navidad las personas que lo rodean. Su empleado Bob y su familia, y hasta su propio sobrino, un amante de la Navidad. En ambos casos acompaña al fantasma y puede ver sin ser visto. Pero lo que le duele es ver y comprender, cómo le ven a él los que le rodean. De este modo se sabe odiado e incomprendido por todos porque él odia y no comprende a ninguno. Esto hace que se vea solo y aislado de la Sociedad. Su sobrino se burla de su incapacidad para ser feliz y Bob padece hambre y pena porque no puede llegar a final de mes.
El tercer fantasma, el de las navidades por venir le muestra la Navidad que será, o podría ser, siguiendo su conducta actual. Es en este momento cuando Scrooge comprende el mal que ha hecho en Tiny Tim es irreparable. Hasta el punto de ver el vacío que ha dejado el hijo de Bob tras morir por no tener acceso a los medicamentos.
Moraleja
El viaje en el tiempo hace que cambien su carácter y su personalidad.
Comprende el margen de mejora que tiene, como persona, y por fin comprende que todo lo que uno hace repercute en los que tiene alrededor. Y su mal carácter, su frialdad, su odio a la vida, su falta de alegría y su personalidad usurera no hacen más que daño.
Se arrepiente por la vida que ha vivido hasta el momento, y decide cambiar. No podrá recuperar al amor de su vida, pero sí le vemos comprar un pavo para llevárselo a Bob, y se autoinvita, para pasar la Navidad con la persona que más le ha ayudado y a la que menos ha respetado hasta ese mismo día.
De este modo el espíritu de la Navidad se filtra en lo más hondo de su ser y hace de él una persona jovial. Esto repercutirá en el trato que dé a sus empleados, le hará colaborar con las causas buenas y nobles, y no mirará a los endeudados como presas a seguir.
Los narradores
En este caso tenemos dos narradores que irán hilvanando la película y explicándosela, sobre todo a los más pequeños.
Por un lado, está el propio Charles Dickens, interpretado por Gonzo (el bicho ese de la nariz imposible) y le acompaña la rata Rizzo.
Feliz Navidad
Espero haberos metido el gusanillo para ver esta peli en familia. Lo merece, de verdad.
No es sólo ver Los Teleñecos en Cuento de Navidad. Es verlo ambientado y pertrechado al estilo Teleñecos: abigarrado, rebosante de acciones simultáneas y orgánico, pues las marionetas hacen de este cuento algo más palpable que muchas otras versiones al tener el calor y la textura de los muñecos de trapo que son. De trapo, pero gracias a Jim Henson, llevas de vida y de capacidad para expresarse. Ese es el mundo de fantasía en el que Henson, mejor que nadie, nos sabe sumergir, aunque sea, como en este caso, por la maestría heredada de su hijo.