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The Gentlemen: Los señores de la mafia

Tabla de contenidos

Ficha técnica de The Gentlemen: Los señores de la mafia

 
Título: The Gentlemen: Los señores de la mafia
Título original: The Gentlemen
Director: Guy Ritchie
Nacionalidad: Reino Unido
Año: 2019
Producción: Guy Ritchie
Productora: Miramax
Duración: 113′
Guión: Ivan Atkinson, Marm Davies, Guy Ritchie
Música: Christopher Benstead
Fotografía: Alan Stewart
Montaje: Paul Machliss

Ficha artística

Charlie Hunnam – Ray
Matthew McConaughey – Mickey Pearson
Hugh Grant – Fletcher
Colin Farrell – Coach
Michelle Dockery – Rosalind Pearson
Jeremy Strong – Matthew
Lyne Renée – Jacki
Jason Wong – Phuc
Chris Evangelou – Primetime
Eugenia Kuzmina – Misha

Asociar whisky, té y diferentes patrones de tartán escocés al buen gusto es todo un acierto. De hecho es la tónica desde mediados del siglo XIX. Cuando la sociedad británica podía presumir de su liderazgo a nivel mundial.
 
De cuando colonizaban países para explotar sus recursos huyendo de mezclarse con sus aborígenes, a diferencia de lo que hicieron los españoles, ejemplo de imperio mestizo.
El británico llegaba, colonizaba, y mientras sus casacas rojas rebanaban el cuello a los nativos y ponían a los sumisos a cultivar, junto con esclavos importados por holandeses, portugueses o musulmanes.
 
Sus élites, y hablo de políticos y militares, sólo británicos, se reunían en los clubes privados para ponerse hasta las cejas, con mucha clase, pero hasta las cejas de whisky.
 
Luego vendrá el gin-tonic, como muchos de vosotros sabréis, por casualidad y de forma rocambolesca, para luchar contra la malaria, en la India.
 
Nada que no veamos en otras películas como Lawrence de Arabia, perfecta para ilustrar ese «no mezclarse nunca» de los británicos. El summun del dicho (que bien podría ser inglés) Juntos pero no revueltos.
 
Pero lo bueno se acaba. Y esta película lo refleja a las mil maravillas.

Para mi The Gentlemen es la versión social, a gran escala, de Parásitos

 
Social porque la coreana era a nivel familiar, pero en ésta los parásitos ejercen de tales para con toda una clase social, la nobleza británica. Otrora rancio abolengo, ahora sólo rancia.
Es el eterno anhelo de los protagonistas de Match Point por dar un salto evolutivo en la escala social.
 
Esto pasa porque la sociedad británica, lo decía ya en uno de mis antiguos blogs, que escribía para la COPE, es una trituradora de clases. Ha triturado a una nobleza que se demuestra inútil en extremo y que, sin su caza del zorro, ha perdido el sentido.
 
Pero también se ha llevado por delante a la clase media bipolarizando la sociedad en dos clases bien definidas y distinguidas entre si: alta y baja.
La alta y ociosa se siente heredera de esa nobleza y vive sus lujos y excesos como tal.
 
Deportistas de élite, profesionales de primera categoría… Colegios privados y puestos de trabajo garantizados. Mientras tanto la clase media fue triturada por la misma progresía que destilaba el profesor Keating de El club de los poetas muertos. Ya comentaré esa peli otro día, ahora que parece haberse puesto de moda.
 
Sólo unos pocos lograron dar el salto al escalafón superior, al de los adinerados, pero el resto sucumbió a ese rasero que lo iguala todo hacia abajo, y ya no puedes pasearte por Inglaterra y sentir gusto ni paladear su clase. Barrios muy concretos, ciudades chiquititas como York sufren el asedio de las Hull…
Y ese hueco intermedio de los otrora trabajadores y prósperos ingleses de clase media lo ocupan ahora las mafias. Los soldados de esas mafias, porque los jefazos y mandos intermedios están codeándose con esa jetset de deportistas y jeques.
 

A partir de aquí haré spoiler

Aviso de que el verdadero spoiler lo hizo el que tradujo el título del inglés al español

El título de la película en inglés: The Gentlemen.
 
Ese título, si se hubiera traducido, podría haber sido «Los caballeros». Pero no… El título de la película en español se convirtió en The Gentlemen: Los señores de la mafia.
 
¿El que hizo eso cobró por poner este título?
Lo pregunto de verdad.
 
¿Pagaron al que tradujo el título?
 
Porque me parece el título de cine «en español» más cretino en una buena temporada. Mantiene el título original «The gentlemen» y nos destripa la película entera con lo de «los señores de la mafia». Hace falta ser cortito. O creerse muy listo para titular así ésta película.
¿No ve el spoiler que hace?
 
¿No lo ve la productora?
 
¿Tampoco lo ve la distribuidora en España?
 
Lo divertido de la peli, en inglés, es ir viendo cómo esos «gentlemen» son mera fachada y por dentro están corrompidos o son fruto de una burda impostura.
Y es ese el verdadero atractivo de ésta película. Rascar el tweed para descubrir que debajo de esa lana escocesa, o debajo del cachemira sólo hay ponzoña y nada de clase. Y que la clase que se aparenta no es más que una fachada.
 
Aunque la mona se vista de seda…
 
Eso lo podremos ver, con total nitidez, cuando uno de nuestros exquisitos y deliciosos protagonistas mancille sus ropas y su porte luciendo una pulsera y un pendiente que delatan su procedencia bajuna y su incapacidad para desprenderse del mal gusto incluso nadando en millones de libras esterlinas.

Con clase se nace, no se hace

 
Es como cuando escuchas la publicidad de un producto, o cuando alguien habla de otro alguien en un programa de televisión o de radio y escuchamos la palabra «elegante».
 
La elegancia está reñida con la petulancia y con la arrogancia.
 
Es amiga de la discreción absoluta, del pasar desapercibido.
 
Todo producto que se autodefina «elegante» es petulante y podrá serlo todo, menos elegante. Y todo aquel que defina algo o alguien como «elegante», desconoce lo que implica la elegancia. Cuanto más se presume de elegancia, menos se tiene y quien la tenga más en la boca termina siendo un hortera.
Todo eso nos lo muestra Guy Ritchie en ésta película.
 
Y se esfuerza por ir escondiendo esos detalles poco a poco para dosificar la información con cuentagotas. Menos para los que la hayan visto en español, aquí en España. A nuestros compatriotas nos lo destripó el cretino que tituló «los señores de la mafia» a ésta película.
 
De verdad, insisto… ¿ha cobrado por poner ese título? Qué vergüenza.
Los protagonistas de ésta peli, por seguir con la analogía de los poetas muertos, son a la aristocracia y a la jet set británica lo que el profesor Keating a la tradición de la institución a la que parasita: carcoma.
 

¿Entendéis ahora por qué la comparo con Parásitos?

En esta vemos a unos granujas salidos del hampa que han llegado a lo más alto del escalafón social.
 
Tan es así que Ray confesará que siente repulsión por el tacto de los yonkis y le pedirá a su jefe que le permita no ir al zulo de uno de ellos por el asco que le da su olor y su compañía. Cuando ambos provenían del mismo ambiente. Me parece fascinante la distorsión de la realidad en la que vive para llegar a pedir semejante favor.
 
Pero claro, se trataba de ir a rescatar a la hija heroinómana de un aristócrata que vive en un barrio poco favorecido de Londres. Eso sí, junto a un cantante famoso venido a menos y el hijo de un mafioso.
¿Y por qué  se meten en tal berenjenal nuestros protagonistas?
 
Porque alquilan el subsuelo de las mansiones de los aristócratas para cultivar marihuana. Tienen a doce nobles arruinados como tapaderas de sus negocios relacionados con las drogas. A razón de 1.000.000 de libras por año. Claro que gana cientos de ellos…
 
Y los padres de esta chica son uno de esos matrimonios nobles arruinados.
Nada más empezar la película conoceremos al protagonista, Ray, a su jefe, Mickey y al narrador o hilo conductor de toda la peli: Fletcher, un paparazzi (os expliqué de dónde salieron los paparazzi en La dolce vita).
 
Un listillo que tiene tanta información de sus famosos que decide jubilarse chantajeando a los unos y los otros.
 
De hecho irá vendiendo información a todos los clanes mafiosos para enfrentarlos entre si e ir sacando tajada de todos ellos para, en teoría, silenciar sus pecados a cambio de 20 millones de libras, o de 40 a otros… en fin, su desideratum sería hacer una película con todo lo que sabe para, tras cobrar de los mafiosos, cobrar de una productora que plasme sus vidas en su película. Menuda joyita…
Ritchie hace una película del estilo a Snatch, sin alcanzar su propio logro.
 
Si bien me ha gustado bastante, comparada con la otra es como si quisieras descorchar una botella de champán agitando la botella y vieras cómo se acumulan las burbujas pero no terminan de expulsar al corcho. Se podría decir que el arranque de la película dura 103 minutos y en los otros 10 se precipita hasta el final.
 

Snatch sólo hay una

Sirva para ilustraros que el subidón en el escalafón social sería como si sacáramos a Jax de Hijos de la Anarquía y lo convirtiésemos en Ray.
 
El que lo borda y, para mi, rescata el espíritu de Sntach es Colin Farrell (Bullseye en Daredevil) haciendo de Coach. De verdad, para mi es el mejor personaje de toda la película. Por tremendamente mundano y anodino.
Un tipo altruista y filántropo que se dedica a rescatar a muchachos de la mala vida para intentar darles una nueva vida mediante el deporte. Pero entre medias vemos que se mueve culebreando como ningún otro personaje entre los resquicios éticos, morales y psicológicos del resto del plantel.
 
Un plantel en el que no podía faltar un periodista con aires de grandeza que quiere formar parte de esa jet set y no dudaría en estrechar la mano a un mafioso tanto como cargar contra él portada tras portada cuando ha recibido un desplante.

Ese es el inframundo de ésta película

 
Un mafioso con gustos refinados y una esposa de armas tomar que regenta un taller de coches de lujo para mujeres de la alta sociedad.
Una mujer que ha bebido esas diferencias sociales a lo largo de su vida y plasmar, con maestría, a la mujer que está en la cima sabiéndose arrastrada por el fango. Pura apariencia. Y letal.
 
Letal, pero vulnerable, como veremos a lo largo de una película que no por comedia queda exenta de la brutalidad e inhumanidad.
Nada que ver con su papel en Downton Abbey, que forma parte de esa élite que mencionaba al principio.
Veremos otro mafioso, Matthew, que se nos presenta en una cacería. Al más puro estilo Gosford Park, pero todos revueltos, que intenta arrimar el ascua a su sardina haciendo, o queriendo hacer buenas migas con Mickey.Un Mickey que quiere jubilarse y dejar atrás toda la delincuencia que lleva a rastras tras de sí desde que trapicheaba en sus Estados Unidos dando pequeños golpes.

Estilo de vida que saltó el charco con él, cuando una de esas instituciones elitistas, en un alarde de filantropía, decidió concederle una beca y sólo lograron hacer que agujereara su Universidad como si fuera un queso de Gruyere.

Ya desde el primer curso se dedicó a vender marihuana a los niños bien que tonteaban con el mal sin saber que puesto un pie en su tela de araña, quedarían atrapados y serían devorados.
Como la peli acaba de salir no seré yo quien la destripe más de lo que la destripó el que puso el título en español. Y pido perdón por mi insistencia…
 
Hay mafia china, mafia rusa y alguna banda con pocos recursos pero todo el ingenio del mundo. Todo bien aderezado con periodistas corruptos y un cerdo. Sí, habéis leído bien. Un cerdo.
Ya he dado las claves por las que incluiría ésta película en mi saga de artículos de Periodismo y cine.
 
Pero también la incluiría en mis Pelis para MIBers por el trato rápido pero justo y acertado que le dan al entorno digital cuando Mickey y Mathew recorran la campiña inglesa.
 
Aborreciendo de los domingueros y los turistas que plagan los caminos haciendo senderismo y vulgarizando los paisajes con sus ropas chillonas de Decathlon, sacando fotos a todo y compartiendo su geolocalización y los paisajes con drones en sus redes sociales.
 

Un repaso a la era de la Comunicación en menos de lo que canta un gallo

 
Por eso y por los chicos del gimnasio obsesionados en grabar sus peleas y sus ajustes de cuentas callejeros con cámaras GoPro en la cabeza… hay que tener mucho valor y nade de seso para grabar semejantes cosas y después compartirlas en la Red.
Lo que más me gusta de toda la película es ver cómo la luz atraviesa el ámbar del whisky en las botellas de whisky. Ahí si se nota un esfuerzo del director por condensar siglos de buen gusto, aún en manos que no sepan apreciarlo por mucho que aireen el precio de la botella, o precisamente por ello. Eso y los tartanes escoceses…
 
Aunque para ser sinceros, cada líquido que aparece (no sé si todos) son del color del té, del whisky y de la cerveza y el director de fotografía se recrea otorgando profundidades y matices de colores que sólo se aprecian cuando disfrutas ese «filtro líquido» (como en Instagram) a la hora de fotografiarlo.
Me gusta el detalle del Támesis y el HMS Belfast, un buque de guerra, ahora museo de la Segunda Guerra Mundial presente en casi todas las citas importantes de la Royal Navy en aquella contienda.
 
Estuvo en el mismísimo ataque del comandante Prien en Scapa Flow.
 
Ese acto de guerra tiene su propia peli (U-47: Comandante Prien) y la comentaré en el fancine más pronto que tarde. Mientras tanto os invito a visitar éste museo flotante en vuestra próxima visita a Londres, son dos horas de Historia con mayúsculas.
También sale en una de las pelis de Harry Potter, creo que en la buena, la de El prisionero de Azkaban.
 
De hecho creo que buscaré algunas fotos de mi última visita a la City para dedicarle todo un artículo en el troblogdita.
 
Tendré que poner toda la carne en el asador para decidir qué foto usar y cuál no. Aunque para carne… los desayunos de bistec de Kobe para desayunar..

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