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Senderos de gloria

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Senderos de gloria

 
Título: Senderos de gloria
Título original: Paths of glory
Director: Stanley Kubrick
Guión: Stanley Kubrik ,Calder Willingham y Jim Thompson (novela de Humphrey Cobb)
Producción: James B. Harris
Nacionalidad: USA
Año: 1957

Duración: 88′
Música: Gerard Fried
Sonido: Martin Müller
Fotografía: George Krause
Efectos especiales: Erwin Lange
Productora: Bryna Productions

Distribuidora: United Artists

Ficha artística

 
Narrador: Peter Capell
Kirk Douglas – Coronel Dax
Adolphe Menjou – General George Brouland
George MacReady – General Paul Mireau

Homenaje a kirk Douglas

No hace ni dos semanas que murió Kirk Douglas. Uno de esos actores que aparecen, y aparecerán, en todos los libros y documentales de cine. De la Historia del cine.
 
Con su muerte se ha vuelto a hablar de su filmografía, y sobre todas sus películas destacamos, por lo general, dos: Senderos de gloria y Espartaco. Aunque yo me quedaré con Los vikingos, comentada en el fancine cuando estuve en Estocolmo. Una de las pelis de mi infancia.

El cine sober la Primera Guerra Mundial está de moda

Primero por las expectativas surgidas previas al estreno de 1917. Después de estrenada, por la ola de críticas favorables a la película de Sam Mendes, encumbrada antes de tiempo. Y al final, tal y como predije, por el batacazo tras la debacle en los Oscar. Y para finalizar, se muere el actor que encarnó al coronel Max en Senderos de gloria: una película obligatoria dentro del género del cine antibélico y pilar del de la Gran Guerra.
Podrá pareceros mentira pero todavía no había comentado esta peli en el blog. Tengo Sin novedad en el frente, 1917 y La trinchera. Y en 2022 incluí la versión de NETFLIX de Sin novedad en el frente.

Podcast de cine de trincheras en Antena Historia

Así pues, comento ésta para tener todas las que sí se mencionaré en el podcast, a modo de refuerzo. Por eso me he puesto manos a la obra y he hecho mis deberes. Os hablaré de todo lo bueno que tiene esta peli, que lo es casi todo. Aunque yo, redoble de tambores… no la incluiría entre mis preferidas. Motivo verdadero por el que no la había comentado todavía, hasta hoy.
Comprendo el mensaje antimilitarista que implica esta peli, pero creo que enfocarlo sólo desde ese punto de vista, es un error maniqueo. No, un momento que rebobino y rectifico: está hecho a drede, no hay tal error. Y lo razono.

Stanley Kubrick

 
Kubrick suele ser ambiguo en cuanto a la interpretación final de sus pelis. Digo «ambiguo» pero no para mal, para bien. Estoy seguro de que él tendría sus propias interpretaciones de sus películas, y ello le empujaría a hacerlas. Pero sí, digo que hasta cierto punto era ambiguo porque cuando nos regalaba una de sus películas, lo hacía para hacernos disfrutar… y también lo hacía para hacernos pensar. Y a ser posible, que pensemos por nosotros mismos para que alcancemos nuestras propias conclusiones a partir de lo visto, su película.
Tanto que no suele dar los contenidos de sus películas masticados a los espectadores. Al contrario. Él se remanga, te abre el cráneo (como en el cómic Locke & Key, no como en la serie que es patética) y mete su brazo dentro de tu cabeza hasta el codo. Separa los dedos y remueve y revuelve tus emociones, recuerdos, ideas, ideales y tus sentimientos. Y cuando te ha puesto tu humanidad a flor de piel, saca el brazo, te sella el cráneo y se larga. Y ahí te quedas tú mirando a la pantalla con cara de tonto y las ideas revueltas. Para colmo, cuando compartes tu interpretación de alguna de sus películas con otra persona, por lo general no hay dos interpretaciones iguales.
 
El mejor ejemplo para ilustrar esta ambigüedad de Kubrick lo encontramos en otra película suya: La naranja mecánica… que yo interpreto como un alegato en contra de la reinserción social. Y quizás no lo sea, pero eso entreleo yo cada vez que la veo. Ya puestos, por si os gustan ambos comentarios, hay una tercera peli de Kubrik en el fancine: La chaqueta metálica.

Senderos de gloria es una peli de cine bélico antibelicista


Aunque yo la pondré en la columna de «cine bélico» sin serlo, por el mero hecho de que sí esté ambientada en medio de una guerra.
No lo es, aunque se sirve del género para denunciarlo, desde dentro. Quizás me entendáis mejor si os pusiera un ejemplo: ¿Os acordáis de Alien? Si la respuesta es no, os invito a verla. Si sí la recordáis, entonces recordad la escena del bicho rompiendo el pecho de Gilbert Kane para salir desde sus entrañas. HechoS a la idea, entonces piensa que Kane es el cine bélico y el alien es Senderos de gloria. Así irrumpe esta película cada vez que enumeramos pelis de cine bélico o pelis de la Primera Guerra Mundial. Haciendo trizas al género desde sus entrañas.

Todo el mundo se agarra a un juicio, a un juez, a una sentencia y a unos reos para «juzgar» esta peli. Y todo el mundo (otra vez) esgrime esos tres aspectos de la película para cargar contra el estamento militar sin piedad.
Ya os anticipo que participo del rechazo hacia ese juicio. Despreciable a todas luces por ser un juicio injusto que tiene la sentencia dictada desde antes de escuchar a los que se está juzgando. Pero no es potestad de la Justicia castrense ser parcial e injusto al juzgar. ¿No dijo Pedro Sánchez que él manda sobre la fiscalía española? Pues si un presidente de gobierno se jacta de pisar al poder judicial, en Democracia y en paz, ¿qué no va a  hacer un juez chusquero en medio de la guerra más cruel y salvaje que han visto los tiempos?  Un juez castrense, sí, a la antigua usanza, valiente y avergonzado por tener delante a tres cobardes que han desobedecido una orden y han dejado morir a sus camaradas…

No podemos juzgar a la Historia con ojos actuales o correremos el riesgo de desvirtuar todo cuanto toquemos

Pero el tema tiene mucha más miga.

Estamos hechos a tomar las películas como si fueran un batido y no nos paramos a paladearlas lo suficiente como para distinguir los ingredientes que, sumados entre si, arrojan ese todo que es el batido. Es más. No tenemos entrenado el sentido crítico. Antes de cerrar los ojos y, al estilo Ratatouille, separar los sabores en nuestro paladar. Clasificar los gustos y los retrogustos para identificar los sabores y por ende los ingredientes recorriendo el camino a la inversa. No. Nos gusta leer la etiqueta para que nadie nos sorprenda con ingredientes inesperados. Eso en el mejor de los casos. El extremo de este ejemplo culinario (con el que pretendo ilustrar el modo en que abordamos el cine, como espectadores) sería Cuando el destino nos alcance… por lo del Soylent Green. Deglutir desde el desconocimiento sin el menor interés por saber qué estamos masticando.
Dejo el juicio por el momento. Porque comentar su sentencia sin antes razonar los episodios previos y, muy por encima de todos, el origen de dicho juicio, sería no hacer justicia a la Justicia que se imparte en la película. Una Justicia marcial, implacable pero lógica en el contexto en el que se desarrolla la película. Luego retomaré este tema.
 

Nos encontramos ante todo un clásico del cine bélico de la Primera Guerra Mundial

Quizás «el clásico». Pero no el único. La precedieron títulos como Ellos no envejecerán (1918); Alas (1925); Sin novedad en el frente (1930); El sargento York (1941), y algunas más… Y se convirtió en ese clásico que hoy es por varios motivos: su impecable factura; sus silencios; la fotografía; el guión y la interpretación, superlativa, de Kirk Douglas.

Ahora os pido que os pongáis el casco, caléis la bayoneta en vuestro fusil y me sigáis por este paseo que haremos recorriendo la trinchera emocional de una de las películas más intencionadamente emocionales del cine. De paso cuidad que vuestras cabezas no sobresalgan por encima de los parapetos de la trinchera por miedo a que algún crítico profesional o aficionado, de los que no saben encajar comentarios dispares os vuelen la tapa de los sesos con un tuit certero.

Es uno de los paseos más famosos de la historia del cine, el travelling que acompaña al coronel Dax. Una pieza de ingeniería cinematográfica y artesanal que, técnicamente, será lo más laureado de toda esta película. Un recorrido por la zanja habitada que sirve como refugio para los contendientes de la trituradora de carne humana que fue la primera guerra mundial.
Un trávelin (versión española del travelling inglés) de casi 2 minutos de duración, alternando la 1ª y la 3ª persona. Es decir, por un lado vemos lo que ve el protagonista, lo que tiene por delante de él conforme avanza: soldados apostados en ambos lados de la trinchera. Barro, estructuras de madera para contener la tierra de los muros y para hacer bancadas o puestos para observación…

La secuencia del travelling

Y lo que es todavía más complicado. Ese mismo travelling viendo el rostro del coronel, viéndole a él avanzar. Con el reto que ello supuso pues para poder filmar ese paseo, mediante el travelling, es decir, una cámara subida a unos raíles para que se pueda desplazar y acompañar a la escena y a los protagonistas en movimiento. Lo difícil de este caso (de frente a Douglas) es que en la peli no vemos esos raíles. Hablamos de tiempos en los que era inconcebible echarse una cámara de cine al hombro y ponerse a grabar. Entonces una cámara pesaba lo suyo y necesitaba, como mínimo, un par de técnicos para manipularla en movimiento. De ahí los raíles, para irla empujando como un trenecito para que pudiera desplazarse.
En la toma subjetiva, es decir, la que nos muestra el campo de visión del Max se sobreentiende que lo que vemos en la pantalla es lo que ve él, pero a través de la lente que filma hacia delante. ¿Cómo avanza la cámara si tampoco hay raíles por delante? Es la magia del cine.
En la toma objetiva, la que nos concierne, la cámara avanza, pero marcha atrás, con el actor en continuo movimiento avanzando hacia delante, es decir, hacia la cámara que retrocede. Esto implicaba no sólo una coordinación brutal entre técnicos y actor, también una coreografía impecable con el resto de extras/soldados que irán apareciendo en escena a espaldas del protagonista conforme éste avance, a derecha e izquierda.

Hagamos un ejercicio de imaginación

a cámara va por delante del actor, sobre unos raíles. El actor irá como 1 metro por detrás de la cámara y, para cuando Kirk Douglas pise el suelo de esa trinchera, justo después de pasar la cámara habrá un técnico a cada lado de ésta que, pasada la rueda retire el raíl de su lado, se retire él mismo para desaparecer de la escena y no ser grabado y sea sustituido por un actor uniformado que ocupará su puesto y formará parte del escenario.
Increíble, ¿verdad?
Esa es la mejor descripción que soy capaz de hacer del esfuerzo de imaginación que hicieron para lograr filmar ese plano. Quizás lo tuviera presente el propio Sam Mendes cuando decidió grabar 1917e ideó el plano secuencia que la hace tan atractiva.
En Senderos de gloria veremos otro travelling, cuando la cámara vuelve a acompañar a Max, en travelling lateral, en paralelo a la acción. Ésta vez Max lidera el asalto armado y avanzando entre cráteres de bombas rellenos de cadáveres. Pero la fama se la lleva el otro travelling y creo que con razón.

La acción girará en torno a la toma de la Colina de las hormigas

A la toma, o al intento de tomarla.

Veremos esta acción desde varios puntos de vista. Lo veremos con los ojos de los soldados que saben que poner un pie fuera de la trinchera equivale a recibir tantos balazos que se convertirán en coladores. La vemos con los ojos de los suboficiales (figura destacada en esta y todas las contiendas modernas), que han de cumplir y hacer cumplir las órdenes de los oficiales velando por la vida de esos muchachos que mandan a la muerte. Veremos la acción con los ojos de los mandos, de oficiales conscientes del mucho riesgo y poco rédito esperable del esfuerzo de avanzar y de otros oficiales que dan las órdenes, sin poner cara a los soldados, sólo viendo mapas y moviendo piezas por encima de ellos.

Aquí radica el dilema de esta película. En una de esas órdenes aparentemente desprovista de todo corazón que mandará a la muerte a un puñado de soldados. Soldados que se acobardarán y se negarán a cumplir la orden no pudiendo alcanzar su objetivo. Y qué más dará si lo logaban, pensarían ellos. Hablamos de una guerra en la que las batallas parecían un chotis en el que un bando y otro se apretaban por la cintura, se cogían de la mano y bailaban no encima de un ladrillo, sino de la frontera. Morían a la ofensiva, morían a la defensiva… Morían. Y la línea que separaba un territorio del otro se desplazaba ora unos metros para allá, ora otros tantos para acá.
A partir de aquí arderá Troya y Kubrick esgrimirá la postura maniquea que apuntaba hace un rato. Un hecho y dos posibles lecturas del mismo. Por un lado la que nos empujan Kubrick y Douglas a defender: la lucha de clases trasladada al campo de batalla. Por otro el punto de vista marcial, en el que una orden es una orden y no debería discutirse.
 

Manipulación emocional para predisponer al espectador

Esta película quiere forzarnos a hacer una lectura moral de su trama orientando y manipulando nuestras emociones como si fuéramos marionetas.

Quieren hacernos ver que toda la oficialidad es perversa y que los soldados son inocentes en su desobediencia. Esta es la lectura oficial de Senderos de gloria. De hecho es la única que he sido capaz de leer, ver o escuchar en todas las críticas de la peli en tres idiomas diferentes: español, inglés e italiano. Así que aquí estoy yo, el fancine, para esgrimir el argumento contrario al que esgrime el 99’99% de la familia cinéfila. El que dice que el desenlace de la película me parece correcto. Doloroso, pero correcto.
Doloroso por la arbitrariedad que implica seleccionar a tres personas, a boleo, y ejecutarlas para ejemplarizar el destino que depara a los cobardes que no cumplen con sus obligaciones. Una vez más cometemos el craso error de juzgar hechos desde la perspectiva incorrecta. No es lo mismo observar este caso con ojos civiles y acomodados en tiempos de paz, juzgando a personas que ni nos van ni nos vienen pero con las que nos sentimos identificados que verlo formando parte de una estructura férrea en la que la disciplina es la columna vertebral de una ejército en combate.

Disciplina

La disciplina es la columna vertebral de toda organización jerarquizada.

En el ejército, en la empresa, en la Administración… Sin disciplina cunde la anarquía. Eso pasó en esta misma guerra, en el bando ruso y terminaron como terminaron. Con 70 años de dictadura. Otra cosa es que el juicio que vemos en la película sea una pantomima, que lo es y lo comentaré después.

¿Por qué comprendo como lógico el tramo final de la peli?

Pienso que la clave para interpretar correctamente la película no es la selección aleatoria de víctimas para ejemplarizar. Esa es la consecuencia. La clave es la insubordinación, que lleva a la deserción y arrastra a la muerte a quienes se mantienen firmes en su palmo cuadrado de tierra.

El motivo empieza un poco antes. Lo norma es, como decía arriba, quedarnos solo con ésta injusticia y ya lo digo, si así fuera, si no hubiera estadio previo a este desenlace, yo mismo enarbolaría la bandera de la protesta y la denuncia contra lo que veo en la pantalla. Pero hay un matiz muy grave que solemos pasar por alto. O que he visto pasar por alto en todas las interpretaciones de la película que conozco.
Si los oficiales buscan hacer un escarmiento a la soldadesca (y no lo digo con ánimo despectivo) es porque los soldados han incurrido en dos actos de extrema gravedad: unos huyeron en desbandada del frente. Otros no salieron a combatir desoyendo las órdenes de sus superiores.
En el ejército hay una cadena de mando jerarquizada, como apuntaba antes, que debe ser observada y respetada. Y en tiempos de guerra, sobre todo en primera línea, es la marcialidad y esa rígida cadena de mando la única que puede mantener con vida a los soldados; la única que puede llevarte a la victoria en el combate. Cierto es que si el mando es necio y sus órdenes son necias, sólo podrá llevar a los muchachos a la muerte. Pero eso es harina de otro costal.

La Primera Guerra Mundial fue una guerra anómala. A caballo entre dos estilos de guerra. Últimos coletazos del estilo de combate napoleónico, y pongo este apellido para ilustrar lo que expreso. Un formato de combate en la que dos masas de hombres se enfrentaban en bloques cruzando balas, calando bayonetas y sufriendo las artillerías enemigas mientras caían como piojos avanzando a pecho descubierto. Con los años, pocos, se evolucionará hacia un estilo menos expuesto en el que ya no veremos estos bloques de ejércitos, salvo en cargas cada vez menos numerosas. Este nuevo estilo se consolidará a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Las trincheras ya se estilaban en Flandes, y si no que se lo digan a nuestros Tercios como vemos en Alatristey, sobre todo leemos en las novelas deEl capitán Alatriste. Implican frentes estancos en los que ambos contendientes ocupan largas franjas de terreno y simultanean el fuego cruzado con los asaltos masivos en uno y otro sentido.

Un estilo de guerra estandarizado en esta contienda, con la diferencia del armamento con respecto a siglos anteriores. Mientras que en siglos atrás había que cebar el fusil entre disparo y disparo, los fusiles de comienzos del siglo XX permitían un mayor número de disparos y reducían el tiempo de recarga. Por no mencionar las ametralladoras. Esto implicaba verdaderas carnicerías cada vez que empezaban a escupir balas. Tiene que ser desolador ver soldados cayendo por doquier.

Un estilo de guerra recrudecido por la incorporación de nuevas tretas y nuevos conceptos bélicos que carecían del más mínimo sentido de la cortesía en combate. Minas, trampas, alambradas (algunas incluso electrificadas), gases y otros productos químicos convertidos en armas… La Primera Guerra Mundial fue cruda, sucia, vil e inhumana.

Éste es el marco en el que se supone que estos soldados franceses deberían haberse armado de valor para cumplir la orden recibida y haber salido de la trinchera para avanzar hacia las líneas enemigas. Pero no lo hicieron. Se negaron por miedo.
Un miedo normal y lógico.

El índice de mortandad era escalofriante

Pero hemos de tener una cosa muy en cuenta antes de trivializar la reacción de los oficiales. Cuando un cuerpo de ejército salía a combatir, lo hacía en igualdad de (malas) condiciones para todos sus integrantes. La enorme línea que era su trinchera se cubría de soldados emergiendo de las zanjas como hormigas enfurecidas para cargar contra el enemigo.
Si el enemigo optaba por no salir a campo abierto y sí por esperar replegados, entonces empezaban a disparar a troche y moche contra la infantería que se abalanza sobre ellos. Cuando parte de uno de estos cuerpos de ejército se retira del combate o se niega a salir al campo de batalla, esos soldados cobardes dejan expuestos a los valientes a una muerte más segura todavía. Si en vez de dispersar el fuego entre todos los que atacan, el enemigo puede concentrarlo sobre bolsas aisladas porque la línea de combate se ha disipado, entonces los cobardes envían a la muerte a los valientes que, igual de temerosos y odiando tenerlo que hacer, cumplen con su deber.

Eso es lo que se juzga en esta película. Dejar vendidos a tus compañeros de armas

Olvidad la guerra.

Si esto fuera un equipo deportivo, si parte de la plantilla se niega a salir al campo, el equipo pierde o es descalificado por culpa de los que no salen a jugar y son sancionados, apartados del equipo o expulsados del club. Los culpables son depurados. Deben ser depurados. Si es una empresa, ésta te despide ipso facto porque no has respetado la jerarquía y has dejado vendido al resto de tu departamento. O porque tu osadía ha puesto en peligro el empleo de todos tus compañeros de trabajo tomando una decisión a la ligera.

 
Pero en la guerra esa irresponsabilidad se paga con la vida. Primero con la vida ajena de unos inocentes que salen a protegerte pensando que tú les estás protegiendo a ellos. Y después con la propia si te juzgan por cobardía y rebeldía y, sí… lamentándolo mucho, terminando en el cadalso para dejar bien claro al resto de soldados que una orden se dicta para ser cumplida.
 
Y si no que se lo digan al ejército rojo en la Segunda Guerra Mundial. Sus soldados avanzaban en oleadas temerosos de los alemanes que tenían en frente pero más temerosos aún de los miembros de la policía comunista del NKVD que apostaba sus ametralladoras en retaguardia para disparar por la espalda a todos los soldados del ejército rojo que no acataran las órdenes y no salieran a combatir.

Nadie quiere ir a la guerra, salvo los necios. Pero cuando estás en una, nos guste o no, tu vida depende de quienes te rodean y la de los que te rodean de pende de ti. Si tú les fallas los condenas, y eso hicieron los soldados que no salieron a luchar en la película. Por eso se les juzga, no porque pertenezcan a una clase desfavorecida.

Antes dije que la selección arbitraria o aleatoria de tres chivos expiatorios es injusta… Y lo es, salvo que se pudiera juzgar a los inductores verdaderos.

Llegados a este punto y, saltando unas décadas en el tiempo, no quiero imaginar a Eisenhower tomando la decisión, «arbitraria», de quiénes integrarían la primera oleada de soldados en el desembarco en el Día D, en Normandía. Los enviaba a morir. A sabiendas de que la inmensa mayoría no llegaría a pisar tierra firme.

Sabía que esa primera oleada sería acribillada por los alemanes

¿Había que abortar la misión para salvar sus vidas? Era una opción. Se habrían salvado unos miles de muchachos inocentes. Pero nadie nos asegura que hoy no estaríamos hablando alemán. Las decisiones cuesta tomarlas. Por mucho que cueste más ejecutarlas. Pero hay que tenerlos muy bien puestos para seleccionar solteros, huérfanos y, en definitiva a miles de soldados quienes una vez muertos hicieran el menor daño posible con su muerte.
No era lo mismo enviar a morir a un padre de familia con tres hijos y dos ancianos en casa para cuidar que a un chaval sin padres y sin hijos, sin esposa… La decisión era cruda, pero había que tomarla por un bien supraindividual: por el bien de la sociedad.

Otra cosa es que los mandos sean necios o déspotas. Que los hay, a patadas. Pero esta película nos opina de antemano sin dejarnos opinarla y se ceba con la oficialidad para que no quede más que un «malo» posible: el estamento militar.

Por eso empecé mi comentario diciendo que era maniquea y tenía un tufillo a lucha de clases omnipresente en el cine, si no de Kubrick, sí de Kirk Douglas. Para muestra Espartaco. Y para muestra el papel concedido a Adolphe Menjou, un actor que odiaba a los comunistas. Por eso interpreta al General George Brouland. Porque Douglas quería verle en el papel del malo capaz de arrebatar la vida al pobre soldado para defender sus intereses bastardos. Douglas no daba jamás una puntada sin hilo. Un hilo invisible y te la colaba en los diálogos y en detalles ajenos a la peli que infiltraba para orientar y manipular nuestras reacciones.

Por todo eso no había comentado esta peli en el fancine. Pero ya puestos, aquí está.

Podría hablaros de lo malos que son los generales. De la decencia personificada que resulta ser el coronel Dax. Hombre pío y recto. Os podría hablar de los tres muchachos que son seleccionados para ser fusilados. Sí, primero son seleccionados para que se les fusile, después para ser juzgados y al final para que se consuma dicho fusilamiento. Y uno de ellos inconsciente, el pobre, para que sea todavía más patética su muerte y nos duela más.
«Senderos de gloria» pretende denunciar los muertos que necesitan los oficiales para engrosas sus expedientes y conseguir condecoraciones y ascensos. También parece estar inspirada en un hecho real en el que, efectivamente, el ejército francés habría fusilado a cuatro soldados, no tres, por cobardía. He leído algunas reseñas que dicen que se dio tal hecho, pero la que más profundiza de todas explica que el guión lo terminó el propio Kubrick tras revisar otro escrito por sus dos colaboradores a partir de una novela de Humphrey Cobb que bebería del hecho real.
La próxima vez que veáis esta película y sintáis rabia, dolor y pena por los tres pobres diablos que son fusilados… hacedlo sin olvidar a los centenares de muchachos que contaban con su respaldo para sortear a la muerte y fueron abandonados y acribillados por los alemanes porque esos tres fusilados los mandaron al cadalso sin su solidaridad y sin juicio previo.
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Películas de cine bélico (o no) sobre la Primera Guerra (o Kirk Douglas) Mundial mencionadas a lo largo del comentario de Senderos de gloria:

Incluyo enlace a Tolkien no sólo por mi debilidad por él, de sobra conocida si me sigues desde algún tiempo… sino porque él mismo empezó a esbozar El Señor de los Anillos sobreviviendo a la batalla del Somme, en la Primera Guerra Mundial.

Otras películas

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