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Viaje alucinante

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Viaje alucinante

Título: Viaje alucinante
Título original: Fantastic voyage
Director: Richard Fleischer
Año: 1966
Nacionalidad: USA
Duración: 100′
Guión: Jerome Bixby, Otto Klement, Harry Kleiner, David Duncan
Fotografía: Ernest Laszlo
Música: Leonard Rosenman
Montaje: William B. Murphy
Distribución: 20th Century FOX
Productora: 20th Century FOX

 

Ficha artística

Stephen Boyd – Grant
Rachel Welch – Cora
Edmond O’Brien – General Carter
Donald Pleasence – Dr. Michaels

 

Viaje alucinante es aventura en estado puro

 
Esta es una de esas pelis que, como tengas la suerte de verla de niño, se hará un hueco en tu corazón, para toda tu vida. Eso me pasó a mi, cuando la vi con mi padre la primera vez. Y sigo disfrutándola como el niño que fui.
 
Por eso me la puse hace un par de días, para revivirla y reviviéndola, revivir aquellos diálogos mientras la veíamos. Y de paso para publicar este comentario hoy, el día de mi cumpleaños, a modo de regalo (a mi mismo) en recuerdo de mi padre y de las horas de cine compartidas con él.
 
No daré más vueltas, paso del tirón a comentar esta peli.
 

Estamos en plena Guerra fría

 
Un período en el que la Democracia y la Libertad de Occidente vivieron bajo la amenaza constante de la dictadura y la esclavitud comunista. Un período en el que los Estados Unidos, tras derrotar a los nazis y salvar a Europa de su amenaza, nos protegieron durante décadas de caer en las zarpas del oso soviético.
 
Esta no es la primera peli que comento en el blog que se desarrolla en este período, ni en este contexto. Al final del comentario incluiré unos cuantos enlaces para no despistaros en vuestra lectura. Pero permitidme que mencione dos de ellas cuyos argumentos tienen pleno sentido aquí: El puente de los espías y First Man. Ahora os explicaré por qué.
 
La película goza de un gran ritmo. Ya desde el principio.
 
Casi diría que se trata de una peli de espías, y en cierto modo lo es, de ahí las pelis que apuntaba arriba, la de El puente de los espías. Pero no nos precipitemos.
 
La tensión narrativa se mantendrá de principio a fin, trepidante. Dos tramas se sobrepondrán la una a la otra y cada cual será más atractiva.
 
Pero como lo bien hecho, bien parece, centraré la historia.
 
Os decía que estábamos en plena Guerra fría, y así es. Sus protagonistas: estadounidenses y rusos se disputaban cada avance científico. No obstante se encargaron de repartirse y subastarse (entre ellos) a la flor y nata de los científicos nazis al término de la Segunda Guerra Mundial.
 
Ambas superpotencias competían por todo: por armamento, balística, carrera espacial (aquí es donde entra First man, porque el artífice del primer alunizaje fue el científico nazi Wernher von Braun.
 

¿Un nazi en la NASA?

 
Claro. Y en la agencia espacial soviética… Ambas potencias miraron de lado cuando sacaron los pasaportes a sabiendas del rédito que sacarían estrujando sus cerebros arios. Fue toda una epopeya repartirse a estos científicos, fruto de meses, si no años, de negociaciones (las más sucias) entre espías, al margen de la diplomacia oficial, por aquello del qué dirán.
 
Por investigar, como explico en mi comentario sobre Stranger Things en el troblogdita, se adentraron incluso en lo paranormal: telequinesis, telepatía… y yo qué sé cuántas cosas más. Todo para mantener el pulso al rival y no mostrar síntomas de flaqueza. Ninguna de las dos potencias quería declarar una verdadera guerra: iban de farol todo el rato. Sobre todo los comunistas, como se vio tras la caída del Muro de Berlín en 1989.
 

Dos sistemas políticos irreconciliables: democracia o dictadura; Libertad o comunismo


Los Estados Unidos llevaban desventaja.

 
Siendo una Democracia debían rendir cuentas a sus ciudadanos y contar con su apoyo. Los rusos vivían en dictadura, la opinión del ciudadano no importaba. Es más, tener una opinión era sinónimo de terminar en una cuneta con un tiro en la nuca o picando piedra en un gulag en Siberia. Esta es una práctica propia de los gobiernos comunistas, la de matar a quienes piensen diferente. El Madrid de la España republicana estaba plagado de checas destinadas a torturar y asesinar a católicos y personas de centro o de derechas.
 
Diréis que me estoy saliendo de madre, pero no. Ese es el trasfondo de la Guerra Fría. Ese es el motivo por el que los americanos no daban su brazo a torcer. También es el motivo por el que, sabiendo que los rusos se llevarían a científicos nazis (al fin y al cabo fueron socios por un buen tiempo) entraron en esa lucha sucia para, por lo menos en el terreno de la investigación, estar a la altura de quienes anhelaban pisotearles.
 
Esto quiere decir que si los americanos podían investigar destinando buena parte de sus presupuestos vía impuestos, los rusos podían meter todo el dinero que quisieran porque el gobierno comunista tenía todo el dinero de los suyos y ninguna explicación que dar.
 

El muro de Berlín

 
Sin embargo la caída del muro demostró que, si bien los dos iban de farol, lo rusos iban más: estaban arruinados.
 
Una ruina fruto de un sistema político incapaz de generar riqueza. De robarla sí, pueden robar todo cuanto les rodea, pero no son capaces de producirla.
 
De ahí que el occidente capitalista y democrático se quedara ojiplático cuando veía a treinta mujeres peleándose por el único pollo que había en una pollería moscovita. Lo mismo que vemos en la actual Venezuela, y lo mismo que veremos, Dios mediante, en ésta España en la que parece que, para vergüenza en Europa, los socialistas y han dejado la puerta de atrás entreabierta para que se cuelen los comunistas en el gobierno.

Sólo así entenderéis el inicio de esta peli. Bueno, el inicio, el nudo y el desenlace.

¿Por qué?


Porque arranca con la necesidad imperiosa de salvar la vida al Dr. Jan Benes tras un atentado perpetrado por los servicios secretos comunistas. No logran matarlo pero queda en coma y tiene un coágulo en el cerebro que no se puede retirar mediante cirugia.


Y ahí entran los elementos «guerra fría» y «científicos»…

 

Tanto los Estados Unidos como la URSS han desarrollado una tecnología que permite reducir los átomos hasta el tamaño bacteriano. Lo lograron con objetos y lo han logrado con seres humanos. Pueden reducirse, desempeñar la labor encomendada y al cabo de una hora recuperan su tamaño.

El Dr. en cuestión ha dado con la fórmula que permite mantener el tamaño reducido. Mantener, prolongar… manipular en definitiva el tamaño. Esto adquiere una importancia capital porque un espía podría entrar en territorio enemigo llevando un ejército entero en su cartera.

Los rusos lo sabían y por eso, como el científico quiso compartir su hallazgo con los americanos los rusos intentaron matarlo, sin conseguirlo.

Entra en acción el agente Grant, quien ya ha colaborado con el doctor, infiltrado en territorio comunista. Liderará un equipo de valientes que reducirán su tamaño y se subirán a bordo de un submarino, también reducido, para ser inyectados en el sistema sanguíneo para, navegando en él, llegar hasta el cerebro y eliminar el coágulo.


Pero sólo tienen una hora de tiempo

 

El submarino será el Proteus. Si bien recuerdo se trata de un submarino diseñado para estudiar la vida marina. Esta será la misión más extraña que le hayan encomendado: bucear y navegar en la sangre de un ser humano.

La verdad es que los efectos especiales están fenomenal. Veremos a los protagonistas discurriendo por el flujo sanguíneo a bordo del Proteus. Vamos a ver hematíes, plaquetas y todo género de células y microorganismos que hacen posible que podamos vivir.

Para que os hagáis una idea, no puedo evitar asociar ésta película con la serie de dibujos animados Érase una vez el cuerpo humano. Con eso lo he dicho todo. Pero es que es verdad, eso es lo chulo de esta peli. Te sumerges en el cuerpo humano, como si bucearas o surcaras las profundidades marinas o la inmensidad del espacio.

Pero nosotros, como espectadores, sabemos que están dentro de un ser humano. Un submarino y su tripulación reducidos a nanoloquesea para salvar una vida.



¡No me digáis que no es fascinante!

 

Y la aventura no ha hecho más que empezar.

Una vez dentro del torrente sanguíneo se las tendrán que ingeniar para cumplir su misión, cumplirla dentro del margen de tiempo establecido: 1 hora y superar cuantos obstáculos tengan previstos, pero sobre todo los imprevistos.

Y los habrá… vaya que si los habrá.

Para empezar se verán arrastrados por una fistula (no tengo ni idea de medicina) y saltarán de la vena original a otra.

Un salto que condicionará el resto de la misión. Si siguen su curso se demorarán en demasía al haberse salido del rumbo previsto. La única manera de atajar para llegar al cerebro y borrar del mapa el coágulo será atravesando el corazón.


¡Misión imposible!


No pueden atravesar el corazón palpitando y bombeando verdaderos torrentes de sangre. Dado su nanotamaño, una sístole -contracción del corazón- podría aplastarlo con mayor virulencia que la que temen los marineros de un submarino (leer El submarino). Una díastole -expansión del corazón-… una diástole los catapultaría contra las paredes de la vena y no podrían sobrevivir a tal impacto.

Como veréis están en un callejón sin salida. Me atrevería a decir que es descorazonador… pero mi sentido del humor es pésimo.


Solo les quedará una opción.

Provocarán una parada cardíaca. No recuerdo el tiempo exacto que tendrán para atravesar el corazón una vez parado. Creo recordar que un minuto. Al término del minuto tendrán que recuperar la actividad del corazón o el Dr. morirá.


Está tan bien hecha, es tan verosímil, o así la veo yo, que disfrutas con la tensión de los protagonistas y la haces tuya.

A ver… hablamos de efectos especiales de 1966. Curiosamente habrá un enorme contraste entre lo cuidado, mimado y elaborados que serán algunas cosas, como las texturas de todo lo que se van encontrando. Tamaños, texturas… incluso de las paredes de la vena, filamentos, alvéolos pulmonares… todo está cuidado (por eso os decía que me recordaba a la serie Érase una vez el cuerpo humano), menos la trayectoria del Proteus.

El Proteus amigos míos. El Proteus está genial, pero si os fijáis un poquito, y no hace falta demasiado, veréis (en muchas secuencias) los cables por los que se desliza de un lado al otro de la pantalla.


Como diría Osgood en Con faldas y a lo loco… «nadie es perfecto«


Obviamente los científicos y los militares, incluso los médicos y cirujanos, porque de todo eso estará abarrotada la sala en la que se está llevando a cabo el experimento. Bueno, no es un experimento, la intervención, habrán calculado coordenadas, tiempos, trayectorias… pero no han contado con la naturaleza.

Una naturaleza, en éste caso la del ser humano, que siempre lucha. Y en su lucha está su supervivencia. Puro darwinismo. Si luchas, sobrevives para ser el mejor y solo el mejor sobrevive. Es la pescadilla que se muerde la cola. Pero en esta película supondrá un obstáculo imprevisto para los protagonistas.

El cuerpo del Dr. Jan Benes sigue vivo. Y si quiere seguir así, vivo, tendrá que protegerse de todas las amenazas y decidme si un submarino navegando por las venas no es tal amenaza.


Un submarino y su tripulación.


En varias ocasiones tendrán que salir de la cabina, abandonar el submarino, con ésta o aquella misión. Y en cada una de ellas tendrán una aventura mortal que superar. Las mismas defensas del cuerpo humano que nos mantienen sanos o que intentan mantenernos en tal condición, serán las que cierren filas e intenten fulminar al Proteus.

Y es normal. Están para eso.

Nuestros protagonistas irán perdiendo segundos, cuando no minutos, teniendo que abandonar la cabina para limpiar filtros y despegar plaquetas que quieren anular a un parásito que supone una amenaza para la persona.


Las salidas del submarino (que también me recuerda al que llevaba Cousteau a bordo del Calypso, uno amarillo… serán fascinantes.

En cierto modo me temo que son la cuota a pagar por tener a Raquel Welch en el reparto. A saber… solo lleva menos ropa en Hace un millón de años, también del 66. Lógico, allí interpreta a una cavernícola y ya me entendéis…

Quiero decir… y no quiero malos entendidos. Esas salidas fuera del submarino molan mogollón. Los vemos proceder como submarinistas y somos plenamente conscientes de que no están en mar abierto, están dentro de una persona.


Luego está Rachel, que para mi gusto y poco entender, no pinta nada en la peli, salvo servir de reclamo para atraer a la audiencia masculina. De ahí que vaya enfundada en un neopreno que curiosamente, en vez de matizar sus rasgos físicos, ¡oh, milagro! los destaca.

La verdad es que ni hace ni dice nada relevante. O por lo menos no tanto como para que lo recuerde por ser digno de mención… Luce palmito, luce un peinado imposible y ya está.


Al final llegarán al coágulo y sacarán un rayo láser para eliminarlo. Porque ya que te reducen al tamaño de la cabeza de un alfiler no te vas a andar con tonterías. LLegas al cerebro y sacas un escopetón del estilo Mortadelo y Filemón y te lías a eliminar un coágulo disparando un láser.

Aquí es donde os digo el papelón de Rachel Welch cargando con una bandeja que le cuelga del cuello que espero que sea la batería (digo yo) del armatoste con que eliminan el coágulo. En cualquier caso parece que está vendiendo pipas y refrescos en la grada de un estadio. Todo por tenerla en el reparto.


Olvidaba comentar uno de los pasajes más interesantes, cuando pasan por el oído interno y todos los asistentes a la operación han de guardar silencio.

El más mínimo ruido, por leve que sea, hará vibrar todo el oído interno y esto podría ser letal para los nanoprotagonistas.

También tendrán que hacer frente tanto a los anticuerpos, que casi se cargan a Cora, como a las células blancas, o leucocitos, que se adhieren a Proteus hasta destruirlo.

Los supervivientes tendrán que huir buceando para lograr salvar sus vidas.

Como buena peli de submarinos, sobre todo tripulado por no submarinistas (aunque luego se ponen el traje y como si nada). tendremos alguna escena de angustia y de claustrofobia. Quien no se haya puesto una máscara de buceo no me terminará de entender. Para hacerlo habrás de haber mordido la boquilla y te habrás tenido que sumergir comprendiendo que atrás, o mejor dicho «arriba», dejas el aire libre y que, a partir de este instante, respirarás por la boca inmerso en el agua…Solo así comprenderás qué sienten los personajes que tienen claustrofobia.


Esta peli irá de cabeza a mis Pelis para MIBers


Lo tuve claro desde que vi el cartón con un dibujo del ser humano, de las venas y arterias de un ser humano. Eso y cuando aparece la imagen del Dr. tumbado en su camilla y un montón de antenas haciendo barridos para localizar al Proteus dentro del cuerpo del paciente.

Ahí no pude evitar recordar Wejoyn, de nuevo, y su radar. Lo expliqué en Capitán Phillips y al Proteus le habría venido de maravilla para emitir una señal fidedigna para que los que estaban fuera pudieran ver en tiempo real su evolución. Por eso incluiré esta peli para explicar un lado hipotético de la geolocalización y el proceso de digitalización mediante el cine.

No puedo terminar éste artículo sin mencionar que la banda sonora la compuso un tal Leonard Rosenman… el mismo que compondría la BSO de El Señor de los Anillos en 1978.

Y es que… al final el mundo es un pañuelo.

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