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Las cuatro plumas

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Las cuatro plumas

Título: Las cuatro plumas
Título original: The four feathersDirector: Zoltan KordaAño: 1939Nacionalidad: Reino UnidoDuración: 130’Guión: R. C. Sheriff, Lajos Biró, Arthur Wimperis (Novela Las cuatro plumas de A.E.W. Mason)Fotografía: George PérinalMúsica: Miklós Rózsa
Producción: Irving Asher y Alexander Korda

Productora: London Film Productions
Distribuidora: United Artists

Ficha artística

Allan Jeayes – General Faversham
Sir Charles Aubrey Smith – General Burrough
John Clements – Teniente Harry Faversham
Ralph Richardson – Capitán John Durrance
Donald Gray – Teniente Burroughs
Jack Allen – Teniente Willoughby
June Duprez – Ethne Burroughs
Frederick Culley – Dr. Sutton
Henry Oscar – Dr. Harraz

Por lo general, no me gustan los remake

Ya sabréis que no soy un gran amigo de los «remake». Lo comenté, sobre todo, cuando se perpetró el de Los siete magníficos en 2016. Entonces dije que me quedaba con Los siete magníficos de 1960 que, por cierto, también era otro remake. En aquel caso uno bueno de Los siete samuráis de Akira Kurosawa en 1954.

Distingo entre «bueno y malo», siempre desde mi propio punto de vista por supuesto. Para mi un buen remake puede deberse a dos tendencias que os explico (y que me he sacado de la chistera) en un artículo que acabo de publicar en el troblogdita…

Tipos de «Remake» según el fancine

Os diré que el artículo que encontraréis allí iba a estar justo aquí. Pero habría alargado demasiado el comentario de esta peli y más de uno no habría podido avanzar. Así pues… en ese artículo comparto mis reflexiones sobre los tipos de remake y aquí sigo con la peli.

Hablando de remakes… esta peli de 1939 es el 4º remake de la obra liertaria homónima de A.E.W. Mason. Las tres primeras en blanco y negro, y ésta en color. ¡4 remakes! pensaréis. Y con razón. Pero tenéis que saber que después de éste, mi favorito, vino un 5º, en 1977, por cierto, también fabuloso. Y un 6º que demostró que tener los mejores medios y el mayor presupuesto de las seis películas, desde 1915 hasta 2002… no te garantiza un buen resultado. Es más, todo lo contrario, como os contaré en Midway, cuando la comente. Al final se convirtió, la de 2002 en una orgía de escenas fabulosas, porque lo son, con un guión desastroso y nuevos personajes metidos con calzador para cubrir cuotas raciales que desvirtúan la obra entera.

Así pues, hoy comentaré éste clásico. Una peli de esas que, si la vez empezada en la tele, te invitará a sentarte, a ponerte cómodo y terminar de verla sin excusa. Porque estamos ante una aventura épica de las buenas. De las bien escritas y bien descritas. Con un guión impecable y moralinas y moralejas de las buenas, de las que te hacen pensar… por ti mismo.

Y no es baladí lo de «pensar por ti mismo». Si el cine actual adolece de algo, y adolece de muchas cosas, es que no te dejan pensar. Te dan las cosas tan masticadas y tan interpretadas que el espectador languidece y vaguea dando por buenas las interpretaciones que te meten con calzador.

Unas veces te explican la escena que estás viendo. No me resisto a destacar el diálogo entre Obi Wan-Kenobi y Anakin Skywalker en La venganza de los Sith, cuando luchan al final y Obi Wan le explica que está mejor situado para combatir… resulta tedioso. Otras veces te contextualizan en demasía y te bombardean con explicaciones a situaciones que, antaño, se sobreentendían o se dejaban al libre albedrío porque eran innecesarias. Pero antaño pensábamos por nosotros mismos y sacábamos nuestras propias conclusiones. Hoy no, el guión se aleja de su función de hilo conductor y se estanca en las explicaciones innecesarias de lo mismo que estamos viendo.

Contexto histórico

Nos encontramos en la Campaña del Sudán, un conflicto bélico y colonial en el que los británicos se vieron envueltos y revueltos en el último cuarto del s.XIX, pero hunde sus raíces en el principio del mismo siglo, cuando el Sudán era un territorio turco-egipcio imponiendo un sistema colonial que llegaba a asfixiar a la población local.

Los impuestos se dispararon y recayeron, fundamentalmente, sobre los hombros de los agricultores del valle del Nilo quienes, temerosos de los recaudadores de impuestos shaigiya abandonaron sus terrenos de cultivos y, junto con pequeños mercaderes huyeron a Darfur y Kordofán. Fueron conocidos como jallaba y alternaban entre labores como pequeños mercaderes para las fuerzas coloniales y la trata de esclavos.

El canal de Suez

Dentro de este vasto territorio habrá un enclave clave (menuda redundancia): el Canal de Suez, cuyas obras duraron una década de 1859 a 1869.

Si damos un salto atrás en el tiempo, los otomanos turcos, siglos atrás, supusieron un quebradero de cabeza para los europeos pues cortaron el tráfico comercial y esto provocó, entre otras cosas, la necesidad de buscar nuevas rutas para llegar a Asia y poder hacerse con especias.

Los portugueses tomaron ventaja con la aventura de Bartolomé Díaz, el primero en doblar el Cabo de Buena Esperanza en la actual Sudáfrica uniendo el Atlántico y el Índico. Estas posiciones claves, otomanas y portuguesas impulsarían la búsqueda de nuevas vías por parte española. Magallanes, navegante portugués a las órdenes de la corona española impulsaría una expedición hacia las Molucas buscando un camino nuevo rodeando América. Esta aventura la culminaría el español Juan Sebastián Elcano a bordo de la nao Victoria (lo explico en «La Victoria de Juan Sebastián Elcano» en el troblogdita).

Me diréis que estoy dando muchas vueltas… creedme, más vueltas dieron ellos

Lo hago porque sólo así se entenderá esta película en su totalidad. A España le quedaban tres cuartos de siglo de hegemonía marítima e imperial. Los otomanos empezaron a flaquear y los británicos demostraron su floreciente agilidad como potencia colonial. Y aquí cierro el círculo para ir apuntando hacia la película.

Volvamos al Canal de Suez y a los turcos que, en la figura del Jedive Ismail, seguían asfixiando a la población sudanesa, ya a mediados de siglo y disparando la deuda egipcia sin terminar de financiar dicho canal ni de rebajar la tensión local. En ese momento los ingleses dieron un paso al frente y negociaron un nuevo status quo en torno a la gestión y explotación del canal: como decía antes «un enclave clave», sobre todo para ellos, para conectar directamente con la joya del imperio: la India.

Sin embargo los británicos no serían los únicos beneficiados, también los españoles acortaron su camino para llegar hasta Manila (que caería en 1898, arriando la última bandera de ultramar española con la mítica gesta de Los últimos de Filipinas). Como veréis la Historia está íntimamente vinculada a la geografía. Con el tiempo, en 1888, el Canal de Suez sería declarado de uso internacional bajo dominio británico, en tiempos de paz y de guerra por igual.

Llegan los británicos

Esta presencia británica supuso que se inmiscuyeran en los asuntos egipcios. Tanto es así que en uno de mis viajes por aquellas tierras mantuve un debate con egipcios (no os lo perdáis, ¡en italiano!) sobre el papel de los europeos en Egipto. Por cierto, siguen llamándonos «frany», como explica Amin Maalouf en Las cruzadas vistas por los árabes. Nos llamaban así porque llamaban «franceses» a todos los europeos, dada la cantidad de franceses que acudieron a la llamada para salvar los santos lugares y Jerusalén.

Ni que decir sobre lo que piensa Maalouf de los cruzados…. Hablamos de los europeos y, como no podría ser de otra manera, de los estadounidenses. Me explicaron que no veían bien a los americanos, pero que odiaban a muerte a los británicos, precisamente por esta etapa del Canal de Suez. Quizás algún día le dedique un texto a esto en el troblogdita.

Si es cierto que, a diferencia de los españoles, que nos mezclamos con todo lo mezclable allí donde fuimos, los británicos fueron más clasistas que las castas indias y no se mezclaban con los locales. Sus clubes elitistas, como vemos en Lawrence de Arabia… y su concepto racial hicieron flaco favor al resto de los europeos. Sólo fueron superados, por crueles, por los belgas en el Congo (como explico en la nueva versión de Tarzán).

Alzamiento de Mahdi

A todo esto se produjo el alzamiento Mahdi para echar a los turcos del Sudán. El movimiento tenía carácter político y religioso. En lo político para echar a las fuerzas de ocupación turcas, en lo religioso denunciaban la laxitud religiosa de los otomanos y la traición por poner al frente de las instituciones a otras potencias coloniales como la inglesa.

Muhammad Ahmad se proclamó Mahdi o proclamado redentor del mundo islámico y encabezó una revuelta que pronto puso sus miras en el propio Egipto. Poco a poco fue reuniendo algunas tribus árabes que se sumarían a sus fuerzas y se enfrentaron a las tropas egipcias en el Sudán. Los egipcios estaban mejor pertrechados pero pecaron de soberbia y los alzados los pasaron por la piedra matando a 3999 de los 4000 soldados y de ahí sacaron nuevas armas y municiones para prolongar su yihad.

Los «britis» tomaron las riendas y dieron el visto bueno para la expedición Hicks. El propio Hicks iría a la batalla con doce oficiales europeos y una tropa de 7000 infantes egipcios mas 1000 jinetes (con apoyo de artillería y ametralladoras). Pero resultó inútil. Su misión: poner fin al sitio de El Obeid. Fue un fracaso rotundo pues se midieron a 40000 soldados que, nuevamente, los pasaron por la piedra. El mismo Winston Churchill echó pestes de ésta tropa egipcia por su falta de disciplina y marcialidad. El tiempo (breve) le dio la razón.

El Mahdi se imponía palmo a palmo en el Sudán y allí por donde pasaba su ejército se incrementaba. Los egipcios tomaron la decisión de rendir la plaza y volverse a Egipto, pero para cuando tomaron la decisión se vieron desbordados por la basteza de las tropas enemigas. Acudieron a los británicos para que usaran su diplomacia para garantizar la retirada sudanesa y los británicos acudieron a Charles Gordon, un oficial renombrado por sus gestas en China (Segunda Guerra del Opio) de profundo carácter marcial y capacidad estratégica.

En definitiva, ponen al frente de la evacuación a un oficial que renegaba de la evacuación. Y si la aceptaba, lo haría sin dejar atrás a un solo soldado egipcio. Por su honor y por su orgullo. Había unos 7000 soldados egipcios y casi 30000 civiles europeos. El problema es que estaban desperdigados por el Sudán y entre cada localización los caminos estaban infestados de rebeldes. Esto hizo que Gordon se hiciera fuerte en Jartúm. Nunca sabremos si fueron asediados antes de partir o si él mismo retrasó la partida para forzar ser asediado y tener una excusa para luchar.

Tenían armamento y provisiones para resistir 6 meses de manera olgada… Sin embargo el cerco fue tan severo y cruel, y el cólera ayudó a menguar su resistencia, tanto que, contra su voluntad, se envió una columna británica en su auxilio, pero llegaron dos días tarde y al hacerlo Gordon y todos los suyos habían sido pasados a cuchillo.

Y aquí empieza la película, con la calurosa acogida que tuvo la noticia en Inglaterra y su repercusión mediática. De hecho, la primera frase de la peli es…

«Asesinato del general Gordon»

Ya nos han metido en contexto, y aún no ha empezado la primera escena protagonizada por el General Faversham y el Dr. Sutton, a la sazón dos militares que llevan el ejército en las venas. Comentan lo de Gordon y acto seguido el General anuncia que su hijo cenará con ellos esa misma noche, para celebrar su 15 cumpleaños.

El General confiesa su mayor preocupación al Dr., su hijo prefiere la poesía al ejército. Algo inconcebible para quien forma parte de una familia que cuya tradición militar hunde sus raíces en la historia. No ha habido una guerra de Inglaterra en la que no haya combatido un Faversham y ahora nos sale flojito el niño.

Ni que decir que el muchacho se pasará la cena temblando y con el estómago en un puño escuchando las batallitas de un puñado de militares que han ido dejando partes de sus cuerpos y su propia sangre por medio mundo. Eso los que sobrevivieron… El caso es que no hace otra cosa que escuchar desprecios hacia los cobardes, hacia los traidores, hacia los flojitos que no dieron la talla en batalla.

Inmersos en la peli: la clave interpretativa

Hablan de cobardes, de suicidas, de asesinados, de matarifes y del olor de la pólvora mezclada con el sudor y la sangre en el fragor de la batalla. Menuda nochecita pasaría el crío masticando pastillas de Almax…

Cuando por fin logra retirarse para irse a la cama le intercepta el Dr. mientras va de cuadro en cuadro (parece Hogwarts) viendo a todos sus antepasados armados hasta los dientes. El Dr. era médico en Crimea, donde combatieron todos los presentes en la cena, menos el crío, claro. Se pone a disposición del joven Faversham y se despiden.

Pasan 10 años y, si mis matemáticas (de Letras Puras) no me fallan, el chaval es todo un hombretón y ya tiene 25 años. Pero sigue igual de flojito.

Veremos a Harry Faversham y a su cuadrilla de amigos y uno de ellos se pasa de frenada delatando que Harry se va a casar con su hermana. Esto corta la leche del té de uno de los amigos, John, enamorado de la muchacha, hija por cierto del otro general, el que acaparaba todas las cenas del regimiento contando las batallitas de Crimea.

Se anuncia la boda inminente y se retiran al baile.

Un baile, por cierto, glorioso por cómo está grabado y por cómo los novios saldrán del mismo para adentrarse en el jardín mientras seguimos viendo a los invitados bailar a través de los ventanales.

Esto implica que había dos rodajes simultáneos, uno dentro del edificio, en el gran salón, con todos bailando y la pareja en el exterior con todos los demás de fondo.

La novia, Ethne Burroughs, lamenta que se haya hablado de Egipto durante la cena porque intuye que su futuro marido no es tan marcial como su padre puede esperar. De hecho ella irá disparando balones hablando del ejército y de Egipto y de su regimiento y el otro irá echando balones fuera para no comprometerse… con el ejército.

Acto seguido veremos una escena de auto flagelación de John por no ser el elegido de la muchacha para ser su futuro esposo.

Sin solución de continuidad Faversham leerá la orden de movilización para ir al Sudán, 10 años después del asesinato de Gordon, para recuperar el territorio y la honra. Pero hablando de honra… Faversham presenta su renuncia y deja la reputación de toda su familia a la altura del betún. Alega que deja el ejército porque se alistó por compromiso hacia su padre, pero muerto éste se acabó lo que se daba. El oficial, amigo de su padre, se avergüenza de Faversham y le espeta su cobardía.

No habrá misericordia para Faversham

Mientras sus amigos parten hacia la guerra él acudirá a su amada para explicarla que no irá a la guerra porque entiende que la aventura egipcia es una pérdida de tiempo que no podrán recuperar. Huye de una vida de impostor y suelta un discurso anticolonial mientras la otra va poniendo una cara como La máscara cuando se le cae la mandíbula.

¡Se va a casar con un cobarde!

Y en estas llega un paquetito para él con tres plumas blancas en su interior.

Estas plumas blancas simbolizan la vergüenza que sienten sus amigos por su cobardía. Cada pluma está acompañada por la tarjeta personal de cada uno de sus amigos. Ya es oficialmente un cobarde.

Él arranca una pluma del abanico de su prometida y la suma a las tres de sus amigos. Esta son las cuatro plumas a las que alude el título de la película.

La siguiente escena nos lleva al Sudán, al campamento de las tropas angloegipcias prestas para el combate.

Los oficiales no se andan con chiquitas y dan pocas esperanzas de vida a los soldados. No se ve en la peli pero se intuye que los soldados caen como chinches y se necesitan refuerzos que salen desde Inglaterra. Y viendo partir a estos soldados está Faversham humillado y avergonzado. Y en medio del bochorno, cuando se está dando lumbre a un pitillo aparece el Doctor y amigo de su padre muerto.

El pobre Doctor le pregunta por el regimiento en la certeza de que está en el Sudán y es ahí cuando Faversham le dice que dejó el ejército para ser fiel a sus convicciones y se declara un cobarde.

El Doctor es un tipo entrañable y escucha la versión de los hechos en boca del hijo de su amigo.

Sutton no cree que sea tal cobarde y así lo expresa pero recibe por respuesta algo inesperado. Faversham le dice que al día siguiente partirá para Egipto y le pide dos cosas: a) que le proporcione algún contacto en Egipto, alguien de confianza, que resulta ser el Dr. Harraz. Y b) que guarde el secreto mientras siga recibiendo noticias suyas para saber que sigue vivo. Si pasara un año entero sin saber de él le pide que le diga a su exprometida que ha muerto, por qué y dónde.

Faversham aparece en Egipto y está con el Dr. Harraz. Éste le ayudará a hacerse pasar por un nativo y se dejará marcar en la frente para lucir un signo distintivo. Tendrá que explicar al doctor egipcio sus motivos para autoimponerse dicha misión y le dirá que lo hace para quitarse la acusación de cobarde de encima y limpiar su apellido devolviendo las plumas que le hicieron llegar.

Tiene que atravesar 700km hasta donde están sus amigos y lo hará en solitario, eso sí, rodeado por sublevados.

La compañía de su amigo y también pretendiente de su novia se quedará voluntariamente rezagada para cubrir la marcha del grueso del ejército. Están destinados a sufrir y, en el mejor de los casos, a morir rápido.

Inventan algunas argucias para confundir a los enemigos y mientras hace labores de vigilancia un golpe de sol y de calor hace que se desmaye y que se quede ciego. Cuando vuelva en si lo descubrirá y lo disimulará tanto como pueda mientras desmantelan el campamento porque vio, el día anterior, antes de la insolación, un destacamento enemigo.

Este destacamento avisó al grueso del ejercito que seguirá, asediará, atacará y vencerá a los ingleses.

Será entonces cuando Faversham rescate a su amigo y le proporcione el auxilio que necesita para hacerle llegar a un campamento británico, atravesando el desierto y remontando el Nilo, sin identificarse. Esto le acarreará ser detenido por los ingleses y compartir celda con dos cuatreros.

Como se hace pasar por mudo y tonto y el otro está ciego le resulta fácil disimular y su amigo nunca lo identificó.

El ciego parte rumbo hacia Inglaterra con su propia pluma metida en su correspondencia, sin saberlo.

Primera pluma devuelta. Faltan otras tres

Los otros dos amigos han sido hechos prisioneros.

El Capitán John Durrance regresa pues a Inglaterra y tarda nada y menos en volver a cortejar a su amada, la amada de Faversham. Todo irá sobre ruedas hasta que muestre una carta (de ella a él) y de ésta caiga la tarjeta con su pluma… Y esto descubre la identidad del árabe que le había salvado… para consternación de todos los presentes que sí han visto la pluma y todos callan por miedo a romper el corazón de John.

Volvemos a Egipto, a Ondurman.

Allí están sus otros dos amigos, prisioneros y él se acerca paulatinamente a ellos para decirles que no desesperen.

En su afán por liberarlos se acerca a ellos para entregarles unas limas que les ayuden a fajarse de las cadenas y los grilletes. Los guardias le pillan y le dan la paliza del siglo. Solo cuando vuelvan a encerrarlo delatará su identidad a sus amigos y les dirá el plan que tiene previsto.

Mientras tanto los ingleses llegan a Ondurman y, por azar, terminan asediando la plaza y los prisioneros provocarán una sublevación liberando al resto de los soldados ingleses que están encadenados, algunos desde hace más de 12 años, desde el asesinato del mismo Gordon.

Eso sí, la provocan porque un buque de la Royal Navy bombardea la prisión y la plaza en general para debilitar la retaguardia enemiga. Es entonces cuando nuestros protagonistas deciden entrar en acción y arriar la bandera negra e izar la Union Jack.

Devueltas la 2ª y 3ª plumas…

De vuelta en Inglaterra se descubrirá todo el pastel y la alegría por la victoria inglesa y el regreso de unos y otros, Faversham reunirá (nuevamente) el valor para enfrentarse al General y padre de su amiga para recuperar su mano. Y de paso devolverle la última pluma al destartalar la historieta de la batallita en Crimea del padre… La carga que lideró a lomos de su caballo resultará ser falsa, cuando menos inexacta, porque no lo inició por ardor guerrero sino porque perdió el control sobre su caballo César, vendido por el padre de Faversham, que salió al galope tras asustarse y, eso sí, el resto de la tropa cargó siguiendo su estela.

Una cosa es enfrentarte al desierto y al Nilo, a la vergüenza y al deshonor, a tus amigos que te toman por cobarde y a los enemigos entre quienes convives haciéndote pasar por uno de ellos. Pero volver a casa y enfrentarte al «no» suegro que no lo es porque te despreció y desmontarle un falso recuerdo alimentado para su propia gloria durante décadas, eso no es amor, es valor.

Entregada la 4ª pluma

Como curiosidad observamos que, si bien los primeros soldados británicos en la película, los de Gordon, lucen la tradicional casaca roja, el nuevo ejército, 10 años después, viste de kaki. Este cambio se hizo por motivos obvios, para pasar desapercibidos puesto que mutaba el modo de hacer la guerra y con él los uniformes. El proceso de cambio de vestimenta culminaría unos años después, también en África, en la Guerra de los Boers. Pero esa, es otra Historia.

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