Un puente lejano

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El título de ésta película responde a un comentario tan cáustico como desafortunado del General Frederick Browning tras el desenlace de la misión Market Garden.


Doble operación, pues en su 1ª Fase estaba la Operación «Market» y en su 2ª fase la «Garden». El padre de la criatura no podría haber sido otro que el mismísimo Monty. Ya sabréis que no es precisamente santo de mi devoción. En África sí me gustaba, pero desde que terminó la campaña africana y saltaron a Sicilia se me fue enquistando hasta ser la calamidad de general que demostró en Europa.


Y para muestra Market Garden.


A veces, y esto es una broma, llego a pensar si Montgomery no sería un infiltrado comunista, un simpatizante de Stalin, en las filas británicas. Solo así comprendería su ineptitud manifiesta desde que saltaron a Normandía. Entonces no sería ineptitud, sería una mente maquiavélica privilegiada con un plan para lograr evitar que los Estados Unidos llegaran a Berlín antes que los soviéticos. Entonces me levantaría y aplaudiría al inglés, hasta la saciedad. Pero como nunca había leído esta teoría, ni la leeré, sus muestras de torpeza no serían intencionadas. Fue un tapón humano para todo el avance occidental de los aliados rumbo a Berlín. Había un enemigo presente al que derrotar: los nazis, pero tendrían que haber evitado que fueran los comunistas (primos hermanos de los nazis) quienes pusieran su bandera en Berlín y nos habríamos ahorrado muchas calamidades hasta hoy en día.


Pero no.

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Monty era sibilino y se movía mejor por los pasillos y los despachos que en el campo de batalla. De hecho había veces que ni llegaba al campo… Era retorcido y siniestro y, por el mero hecho de ser británico se coló en el desembarco y posterior avance. La escasez de ingleses para salir en la foto fue un factor que jugó a su favor. Y para ello, si había que llamar e importunar al mismo Churchill, se le llamaba y se le importunaba. Si el sentido común decía que De Gaulle no debía pisar París hasta terminar la campaña francés, iba el inglés y apoyaba al francés megalómano y a poner palos en las ruedas americanas.

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Y al final pare un plan perfecto para poner en jaque a los alemanes, éste Market Garden.


Market implicaba la toma de los puentes que permitieran transitar al ejército aliado hasta el Rin y poderlo cruzar. Garden era, una vez sometidos los puentes, que sirvieran para llegar a Berlín.


Para Market se usarían paracaidistas que tomarían las plazas por sorpresa y recibirían, de inmediato, el apoyo de la caballería para terminar de reducir (si fuera menester) y someter a los alemanes.

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Los nazis demostrarán una y otra vez su torpeza estratégica. La misma invasión de la URSS sin culminar la invasión de Inglaterra es el mejor ejemplo. Ellos mismos se abrieron en canal y se hicieron el hara kiri. Sin embargo, la torpeza de Monty les brindará una victoria, la última, en la campaña occidental. Se tomaron los puentes, menos el crucial: Arnhem y allí aplastaron a los británicos.


Por eso la frasecita que da nombre a esta película «Un puente lejano». O, realmente «un puente demasiado lejano». Lo que dijo el General Frederick Browning dando a entender, al término de Market Garden, que la misión estaba condenada al fracaso desde que se planeó.

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Si en vez de ésta estrategia, Eisenhower hubiera hecho caso a Patton (incluso Bradley estaba de acuerdo) y hubieran hecho por tomar Metz y avanzar por la Línea Sigfrido quizás habrían evitado que la mitad de Alemania hablara ruso durante más de 40 años. Pero no. Monty no podía ver a Patton.


Monty tachaba a Patton de arrogante, prepotente y osado. Y seguramente tuviera razón en todo, ¿sabéis por qué? Porque Patton se lo podía permitir. Porque se vestía por los pies. Porque avanzaba en primera fila liderando a sus hombres. Quizás porque tenía claro que los enemigos a corto plazo eran los nazis y a medio y largo plazo los comunistas. Porque llamaba a las cosas por su nombre.

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Para Patton los aliados eran los británicos y el enemigo el nacismo y el comunismo. Quizás solo porque el inglés envidiaba al americano. Y por eso, cual sanguijuela, sorbió el seso a todos los responsables políticos y militares para quitarse al americano del medio y ganó en los despachos lo que no podía ganar en el campo de batalla. Pero bien que pedían «que venga Patton» cada vez que se estancaban tras el Día D: Caen; los combates en el bocage; las Ardenas…

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Y eso a pesar de que el desembarco aliado minó la moral alemana y empezaron a recular lentamente caminando hacia la frontera alemana.


La relación entre Patton y Monty respondería al dicho «unos cardan la lana (Patton) y otros crían la fama (Monty)».


En definitiva. El plan de Monty fracasó y Market Garden fue un balón de oxígeno para los nazis.

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Y en estas arranca la película, cuando se está terminando de gestar Market Garden y se van a lanzar sobre los puentes…


Cierro el grifo de crítica histórica, por un rato, y me vuelco en el cine.


Toda película histórica, sea cine bélico o no, que empiece con un documental o con las imágenes de unas noticias… engancha. Y esta engancha desde el primer minuto. Nos presentan unas cuantas pinceladas de los principales protagonistas de Market Garden. Por activa (aliados), por pasiva (nazis), en vanguardia (los chicos de Monty) y en retaguardia (los de Patton). Apuntan sus diferencias y sus pareceres enfrentados. Nos ponen la voz de una locutora, o narradora que nos pone la piel de gallina en su medio susurro mientras vemos cómo se bombardean posiciones alemanas y cómo se intercalan los actores de tan gran tragedia. Una voz solo igualada por Galadriel en la apertura de La Comunidad del Anillo de Peter Jackson.

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Los aliados avanzaban y los nazis se retiraban o eran derrotados. Pero el chicle aliado se estiraba tanto que empezó a dificultarse la llegada de alimentos, suministros y tropas desde Normandía. Casi 400 km de trayecto y, por contra, cuanto más se replegaban los alemanes más condensaban su masa humana y más cerca tenían los suministros.

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La puesta en escena y la presentación de los personajes no puede ser más impactante. Vemos pasar por la pantalla a actores icónicos. UNos lo eran ya y otros se consolidarían con esta película y lo serán ahora. James Caan, Michael Caine, Sean Connery, Edward Fox, Anthony Hopkins, Robert Redford… incluso Gene Hackman hace una interpretación decente arropado por tantas estrellas.

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Si al final de los títulos de crédito (no del principio, del final de la peli) aguantáis un poquito veréis el nombre de Colin Farrell metido entre los actores de reparto… Y es que Un puente lejano rebosa interpretación y grandes actores.


Todos ellos encarnando al I Ejército Aerotransportado aliado (3 divisiones americanas y 2 británicas) + la 1ª Brigada Independiente de Paracaidistas polaca.

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Si además añadimos unos cuantos paseos con la cámara por columnas interminables de tanques, jeeps, aviones y paracaidistas, la parroquia amante del cine bélico, y sobre todo de la adaptación de la Segunda Guerra Mundial en el cine está rendida desde el principio.

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Resulta cautivador ver tanto vehículo presto para ir al frente. Tanto valiente subiéndose a los aviones (y a los planeadores) dispuestos a lanzarse al abismo para combatir al mal. Es embriagador. Y encima la fotografía de ésta peli acompaña, porque es fabulosa. Geoffrey Unsworth marcó una pauta que después veremos en otras películas de cine bélico, fundamentalmente inspirado en la Segunda Guerra Mundial, un realismo total combinando con maestría naturaleza, tecnología y soldadesca (destacando sus uniformes).


Eso y su banda sonora hecha por John Addison. De verdad, se te van los pies marcando el paso cuando suena esta joya de música. Es capaz de insuflar ánimos, abatirnos y entristecernos con una misma melodía. Cambia un par de notas, sube o baja el tono, pero usa de principio a fin la misma cancioncilla y sirve para todo incrementando o rebajando la velocidad en su interpretación.

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Un muro infranqueable con la florinata de la milicia nazi. Dispuestos a resistir, a pesar de unos mandos que no estaban ni mucho menos a su altura. Si en vez de megalómanos, burócratas, trepas y/o ineptos hubieran abundado los Rommel otro gallo habría cantado. En uno y otro frente.


Cierto es que los aliados terminarán borrando del mapa tanto a la Wehrmacht (ejército alemán) como a las Waffen-SS (milicia paramilitar nazi). Pero unos y otros tenían la formación necesaria para haber aguantado la guerra entera, haber repelido a los aliados y haberla ganado. Si no hubiera sido por unos mandos torpes.

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El mero hecho de no rematar La batalla de Inglaterra y abrir, al mismo tiempo, un nuevo frente en el este nos demuestra cuán endiosados estaban los altos jerarcas nazis.

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Pero no. Si los oficiales y los suboficiales alemanes (y oficiales en el caso del ejército) eran de primera línea, los oficiales de las Waffen-SS, los militares en cargos políticos y los jerarcas eran unos patanes.



Emplearon un par de décadas en instruir a dos o tres generaciones de alemanes. Los prepararon para ser animales de la guerra. Y lo hicieron bien, muy bien.


Esto ya os lo expliqué en Leibstandarte, pero para quien no lo haya leído todavía, dejadme que dedique un par de párrafos a estos soldados de élite. No eran tales, «soldados». Para empezar. Eran una milicia política, lo que los camisas negras al ejército italiano. (Esto lo explico en mi investigación sobre la intervención italiana en la guerra civil española y en la película ¡Ay, Carmela!


Pero elevado a la enésima potencia.

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Los camisas negras eran milicianos fascistas, pero las Waffen-SS eran (milicianos) profesionales. Más que profesionales. Si digo «ideológicos» me quedo corto. Son muchachos hechos para liderar a toda la especie humana. Ese era su pensamiento. Y para lograrlo se entrenaban durante toda la vida. No entraban tras un examen, ni se presentaban voluntarios. Había miembros del partido que iban granja por granja, barrio por barrio buscando, seleccionando y reclutando a «los mejores especímenes» arios alemanes y se los llevaban para adoctrinarlos. Desde bien pequeñitos.

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Vivían aislados de la sociedad. Recluidos en castillos medievales (orden teutona y por el estilo, para crear ese ambiente de misticismo característico en el nazismo. Creo que tendré que comentar Napola). Lucha, gimnasia, filosofía, arte, matemáticas… y vuelta a empezar por lucha… así toda su vida, recibiendo instrucción e instruyéndose entre medias. Con la idea constante de «sois los elegidos para liderar el mundo y someter a todas las demás razas de la especie humana». De ahí su fanatismo, su saber luchar y su rabia con cada palmo de terreno que fueron perdiendo conforme avanzaron los aliados.


Y todo tirado por la ventana por culpa de sus jefes y los jefes de sus jefes, así hasta el propio Hitler.

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De ahí su enconamiento para defender cada hectárea con obuses, lanzagranadas, granadas, metralletas, fusiles, revólveres, puñales y puños.


Pero al final avanzaron los aliados.


Hicieron una tenaza entre el este y el oeste. Por el este avanzaba el ejército rojo, sembrando el odio desde Ucrania hasta Berlín y violando a centenares de miles de mujeres alemanas, polacas, ucranianas y rusas. Porque los comunistas violaron a todas las mujeres entre 9 y 55 años que pillaron por el camino. Por el oeste los americanos, a pesar de Monty, que demostró en esta operación ser el inepto que había predicho Patton. Pero cuando quisieron verlo los demás ya era tarde.

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Se combatió desde el aire: llevando a los paracaidistas las divisiones aerotransportadas Airborne 82 y 101 estadounidenses.

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Nuevo alto en la película para matizar un par de cosas sobre la naturaleza de los diferentes ejércitos que se darían cita en esta contienda.

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Los alemanes tenían dos representaciones (groso modo): militares (la Wehrmacht) y políticos (Waffen-SS). Los primeros eran los herederos del ejército prusiano. Soldados nobles y leales en la batalla. Los segundos lo dije antes, la élite en la lucha pero adiestrados y casi lobotomizados.


Los rusos comunistas eran soldados, por lo general reclutados a punta de pistola. Las camionetas soviéticas paraban, te subían atrás y te mandaban al frente. No importaba su instrucción ni su munición, eran tantos que caían como moscas. A veces iban unos armados y detrás soldados sin armas (porque no tenían para tantos). Cuando caía uno con arma se acercaba otro desarmado, empuñaba su arma y seguía avanzando. Los rusos tenían miedo a los nazis, pero más miedo a los comunistas que los fusilaban desde la retaguardia si se paraban por el miedo.

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Los ingleses luchaban para defender su territorio nacional. Los más eran soldados profesionales. Los restos de Dunkerque y demás divisiones más paracaidistas profesionales. Muchos de ellos entraron en el ejército (no distingo el arma, Tierra, Mar o Aire para no hacerlo tedioso) como soldaditos y avanzaron hasta profesionalizarse. De ellos y de los americanos saldrían los posteriores cuerpos de operaciones especiales.


Hubo más naciones de la Commonwealth presentes: canadienses, indios… Los australianos y los neozelandeses estaban en el Pacífico, todavía sufriendo más de lo deseable enfrentándose a los japoneses.

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Había soldados polacos, los restos y despojos de los ejércitos polacos masacrados por nazis y comunistas. Literalmente. Se repartieron Polonia entre ambas dictaduras. Los alemanes derrotaron al ejército polaco. Los rusos fusilaron a más de 10.000 soldados. Es decir, los alemanes mataron Polonia y los rusos la remataron.

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Pero los héroes, los verdaderos héroes de ésta Segunda Guerra Mundial fueron los americanos. Hubo profesionales, por supuesto. Pero buena parte de ellos fueron voluntarios.


Recapitulando…

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• Alemanes: grandes soldados y mandos que iban de lo mejor a lo peor, en función de su contaminación política

• Profesionales: Wehrmacht. Soldados profesionales con reminiscencias del ejército prusiano y garantes de los antiguos valores de la guerra
• Milicianos: Waffen-SS. «Soldados» (que no eran tales) ideológicos. Fanáticos nazis

• Rusos: Mandos asesinos que primero mataban a los suyos y luego al enemigo. Soldados borrachos para superar el miedo a sus mandos y violadores

• Vïctimas del comunismo. El ejército era una masa inmensa de carne de cañón. A los que sobrevivieron tras la toma de Berlín los fusiló el propio Stalin para que no contaminaran Rusia tras haber estado en contacto con los demócratas americanos
• KGB – Policía comunista. Eran los que fusilaban a los soldados rusos que no avanzaban

• Franceses: Tan malos militares como prepotentes. Mandos pésimos o traidores

• Hubo pronazis y antinazis, todos soldados (malos) que luchaban, los unos por el ideal nazi y los otros por recuperar su patria

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• Polacos: Voluntarios y voluntariosos. Sin mandos porque fueron todos fusilados por los comunistas. Como gallinas sin cabeza pero valientes

• Expatriados. No les quedaba nación por la que luchar. Lucharon por amor propio y por odio a rusos y alemanes. Se integraron en las filas de los diferentes cuerpos británicos

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• Ingleses: El último vestigio de un imperio decadente. Soldados aguerridos y mandos entre imaginativos e ineptos

• Eran los restos de un imperio que languidecía. Muchos profesionales, otros voluntarios tras superar La batalla de Inglaterra y comprender que era el momento de la revancha por lo de Dunkerque
• Tropas coloniales en defensa de la metrópoli

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• Estadounidenses: fundamentalmente voluntarios defensores de la Democracia. Mandos profesionales y valientes

• Tanto voluntarios como profesionales. Incluso muchos voluntarios fueron escalando y mejorando hasta reengancharse y profesionalizarse. Eran civiles como tú y como yo que se alistaron para venir a Europa a luchar por la Libertad

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Eso no quita para que los británicos se fajaran y lucharan hasta el último cartucho.

La suerte no se puso del lado aliado.

Las comunicaciones jugaron un papel importante. Malos equipos y peores condiciones atmosféricas. Los aliados hicieron el mismo papelón en toda esta misión y en su aspecto de comunicación en concreto que el CTV italiano en Guadalajara en la Guerra Civil española.

Los alemanes descubrirán algunas de las misiones y mapas de un mando aliado que murió en el salto en paracaídas. Esto daría ciertas pistas, sin desvelar todo el plan, a los alemanes.

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Supieron cambiar de táctica y frenar el ímpetu británico mientras pedían refuerzos. Unos refuerzos que llegaron. Llegaron tantos que lograron frenar a los aliados hasta un total de 9 días.

Hubo días para todos los gustos, pero siempre de mas a menos. Si se hubiera planificado bien toda la operación y si hubieran hecho caso a la resistencia holandesa otro gallo habría cantado. Hubo gestas heroicas como los sucesivos intentos por cruzar varios ríos, los polacos por ejemplo no cesaron de intentarlo, en barcas de lona. Una chapuza y un desastre humano.

El octavo fue definitivo cuando se incorporaron 60 tanques panzer al combate.

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Aunque los «britis» se las apañaban solitos para avanzar lo justito. Esta vez no como tras Normandía, en el que los ingleses con Monty al frente no pararon de dar palos de ciego y no lograron destacar salvo por su torpeza.

En este caso no. En la peli veremos cómo los americanos desesperan porque sin órdenes los flemáticos británicos no avanzaban. Y si era la hora del té, menos todavía. En esta ocasión adolecieron de lo mismo que derrotó a la escuadra franco española en Trafalgar.

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Entonces los españoles estaban a las órdenes de un almirante patético (Villenueve) y la orden era que, sin órdenes suyas no se movía nadie. Los ingleses se impusieron, amén de por la mala táctica francesa, porque dieron rienda suelta a sus capitanes para, respetando la pauta inicial de la batalla, maniobraran conforme las circunstancias les marcaran. Todo lo contrario que Monty en esta batalla que, para colmo, había diseñado, propuesto y sacado a delante él mismo.

Todo esto para desesperación americana.

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Ahora ojo a lo que os voy a contar. Os hablé al principio el pique entre Patton y Montgomery. Y os conté que mantuvo al americano al margen. Y que Monty era un patán con pintas. Pues bien: a punto estuvo de triunfar con esta misión. Y lo mejor es por qué.

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El nuevo mariscal alemán, Von Rundstedt conocía muy bien a Montgomery. Y también a Patton. Por eso, a sabiendas de dónde estaba Patton tenía concentradas sus mejores tropas rodeando al americano, por miedo a que se liara a repartir estopa, como en África y Sicilia y se decidiera a desayunar solito en Berlín. Por eso estuvo a punto de lograrlo Monty, porque el alemán no le creía capaz de nada y por eso no defendió el flanco ocupado por el inglés. Y aún así, con sus tropas divididas y menguadas y con los mejores fuera de combate, lograron hacer un tapón.

La batalla se prolongaría hasta 9 días de combates. Los aliados recibieron un verdadero varapalo a manos de los alemanes que lucharon con todo lo que les quedaba a mano capaz de empuñar un fusil.

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Los británicos perderían casi 14.000 hombres entre muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros. Fue un verdadero bochorno peor, en proporción, que Dunkerque. Sin embargo Montgomery sacó pecho, porque era un tonto con pretensiones y dijo que la operación había sido un éxito del 90% porque cumplieron todos los objetivos salvo tomar Arnhem. Es penoso. Arnhem era el objetivo de la misión y el resto de objetivos previos los pasos a dar para rematar Market Garden.

A estas cifras vergonzantes hemos de sumar las casi 4.000 bajas americanas y 400 polacas. Eso y los 10.000 civiles holandeses que morirían, unos por haber respaldado a la resistencia y tropas aliadas. El resto por la hambruna que siguió a la operación al quedar todo devastado.

Monty no pasó.

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