el fancine - Web de cine - Blog de cine - Podcast de cine - AlvaroGP SEO y contenidos digitales
127 horas - Wejoyn - Geolocalización de ocio - el fancine - Blog de cine - AlvaroGP SEO - SEO Madrid - Cine digital - ISDI - MIB - MIBer - Digitalización - MIBers

127 horas

Tabla de contenidos

Ficha técnica

  • Título: 127 horas
  • Director: Danny Boyle
  • Título original: 127 hours
  • Año: 2010
  • Nacionalidad: EE.UU.
  • Producción: Christian Colson, John Smithson, Danny Boyle
  • Duración: 94’
  • Guión: Simon Beaufoy, Danny Boyle (Autobiografía «Entre la espada y la pared» de Aron Ralston)
  • Fotografía: Enrique Chediak, Anthony Dod Mantle
  • Montaje: John Harris
  • Maquillaje: Tony Gardner – Alterian Inc.
  • Múscia: A.R. Rahman, Dido

 

Ficha artística

  • James Franco (Aron Ralston)
  • Amber Tamblyn (Megan)
  • Kate Mara (Christie)
  • Clémence Poésy (Novia)
  • Treat Williams (Padre de Aron)
  • Kate Burton (Madre de Aron)
  • Lizzy Caplan (Sonja, hermana de Aron)
  • Aron Ralston (él mismo, al final)

 

Danny Boyle nos regala un “canto a la vida” con esta película.

Tampoco ha de sorprendernos si nos atenemos al éxito que cosechó, tan solo 2 años antes con Slumdog Millionaire, si cabe más cruda todavía (en cuanto al modo de reflejar sin paños un drama y cómo pulirlo hasta el punto de arrancarnos una sonrisa y hablarnos de amor incluso en las peores circunstancias).

Un regalo a la vida porque nos cuenta la historia (verdadera) de Aron Ralston, un muchacho aficionado a los deportes de alto riesgo que gustaba (y sigue gustando) de arriesgar el pellejo intentando llegar siempre un poco más lejos, autoimponiéndose retos cada vez más complicados y no dudando un instante en atravesar desiertos en bicicleta o saltar de risco en risco, o escalar una montaña, siempre con el riesgo detrás de cada paso, con la adrenalina a flor de piel y superando, qué digo superando, fulminando sus propias marcas compaginando dos pasiones de las que enganchan: naturaleza y deporte.

Enganchan, cierto. Y a veces hasta llegan a suponer un riesgo innecesario, quizás por exceso de confianza, quizás por no calcular las consecuencias de los actos apropiadamente. Y esto es precisamente lo que le pasó a Aron.

La película empieza con un ritmo frenético al salir pitando de la ciudad hasta llegar a la naturaleza, enfundarse su equipo, subirse a la bici y “tirar millas”.

Hasta aquí todo normal. Un hobby cotidiano que le hace evadirse del día a día, adictivo porque en su práctica se escapará de la realidad y le absorberá de tal modo que llegará a recluirse en su deporte sin cultivar las relaciones (las que verdaderamente importan) con sus padres y familia más próxima. No tiene tiempo más que para superarse físicamente y no dudará en dejar sonando el teléfono, sin cogerlo, a sabiendas de que podría ser su madre quien le llama con tal de no retrasar su partida ni un minuto más de los estrictamente necesario.

Esta será su perdición, o casi. Inmerso en su obsesión no reparará en un detalle tan insignificante como importante: la práctica de su deporte favorito entraña un riesgo físico enorme, acentuado al practircarlo en zonas desérticas o en alta montaña, y nunca deja rastro alguno de a dónde va y cuándo pretende regresar.

En este caso volverá a dirigirse al Blue John Canyon, en Utah, un paisaje maravilloso, intrincado y peligroso. De una belleza (también adictiva) y soledad iniciática que le permitirá no sólo gozar haciendo deporte si no también sentirse embelesado por el marco incomparable.

En su camino (intentaba reducir 45 minutos al tiempo estimado para la ruta que estaba practicando) se cruzará con dos senderistas aparentemente perdidas, Megan (Amber Tamblyn) y Christie (Kate Mara: Zoe Barns en House of Cards) a quienes se ofrecerá como guía y las descubrirá un salto al vacío que termina en una piscina natural dentro de una cueva que hará las delicias de las dos chicas. Al despedirse, tras varias zambullidas y documentarlo todo con la cámara de Aron, le invitarán a una fiesta, esa misma noche, aunque dudando mucho que se presente.

Y claro está… No se presenta.

Pero no porque decline la invitación, ni mucho menos. Aron sigue su ruta en solitario hasta llegar a Blue John Canyon. Aquí empezará la verdadera aventura. Un traspiés, un desprendimiento cuando se encontraba metido en el cañón hará que se desplome bajo la piedra que estaba pisando y se quede atascado sin posibilidad alguna de subir o bajar.

127 horas para vivir o morir.

Horas que irán pasando cual goteo y en las que veremos que Aron no sólo tenía una gran preparación física, también mental. Afrontará el hecho con una entereza sobrenatural. Hay escenas que me fascinan, no sólo por cómo supo recoger Boyle el ambiente “intimista” valga la expresión, de Aron atrapado, si no cómo se prepara y mentaliza para sobrevivir.

Una de esas escena es el famoso “uuuups” con el que enciende su cámara para gravarse recién atrapado. Lejos de un ataque de histeria, que habría sido perfectamente comprensible, o desesperación, no sería para menos, Aron, en su frialdad, enciende la cámara para confesarse atrapado.

Aron tendrá tiempo para hacer un repaso de su vida. Reordenar sus prioridades. Rescatar la figura de sus familiares y amigos más cercanos, meditar cuán abandonados los tiene y cómo querría cambiar esa situación. Tiempo para pensar, en positivo, para no desesperar.

Me encanta cuando despliega sobre la roca todo lo que porta en su mochila: el agua justa, una navaja, cachivaches propios de un deportista de riesgo, en la naturaleza, pero en cantidad muy reducida porque sus aventuras transcurren en espacios reducidos de tiempo y no suelen incluir tener que escapar de situaciones como la que está viviendo.

Con todo eso Aron tiene que decidir entre vivir y morir. Tras comprender que la piedra no se moverá de allí y que no dispone de medio alguno para pedir ayuda, para moverla o salir él, Aron tendrá que jugarse todo a una carta para elegir morir de una pieza o amputarse el miembro atrapado en un último intento, desesperado, para escapar.

Si esta película la estuviera comentando en mi antiguo blog de Cine y Gastronomía la incluiría junto con ¡Viven! por lo desesperada de la situación. Cierto es que sin llegar a los tintes de la otra pero sí como ejemplo a seguir para sobrevivir alimentándose con lo estrictamente necesario para no deshidratarse con lo poco que uno tiene al alcance de la mano.

James Franco (Aron) hará una interpretación que le valió para numeras nominaciones en diferentes certámenes de cine. De secundario en Spider-Man a todo un protagonista en un “casi monólogo” en 127 horas. Aporta credibilidad al personaje, al cual interpretará a lo largo de toda la película excepto en las últimas imágenes en las que el auténtico Aron quedará plasmado en la pantalla como ejemplo de superación.

Para alegría de todos, Aron no sólo sobrevivió, también volvió a practicar deporte de alto riesgo a pesar de su brazo autoamputado. Eso sí, la lección que aprendió le sirvió para toda la vida. No sólo consolidó su concepto de familia, que amplió casándose años después, si no que cada vez que parte para una de sus aventuras deja una nota advirtiendo del sitio exacto donde va a estar.

Otras películas

Ir al contenido