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Escuadrón 633

Tabla de contenidos

Ficha técnica

  • Título: Escuadrón 633
  • Título original: 633 squadron
  • Director: Walter Grauman
  • Año: 1964
  • Nacionalidad: Reino Unido
  • Producción: Lewis J. Rachmil
  • Duración: 102’
  • Guión: James Clavell, Howard Koch (Novela: Frederick E. Smith)
  • Fotografía: Bernard Knowles
  • Música: Ron Goodwin

 

Ficha artística

  • Cliff Robertson (Comandante Roy Grant)
  • Angus Lennie (Piloto Hoppy Hopkinson)
  • George Chakiris (Teniente Erik Bergman)
  • Maria Perschy (Hilde Bergman)

 

Hoy comentaré una película que ha pasado desapercibida en España pero que sin lugar a dudas es “de culto” tanto en el Reino Unido (la película es británica) como en los Estados Unidos (con el paso del tiempo se ha convertido en una de las películas que se emite Navidad tras Navidad).

Los pocos que sí hemos profundizado en ella lo hemos hecho (casi todos) movidos por un morbo friki relacionado con La guerra de las galaxias, cosa que desarrollaré un poco más adelante.

La película se desarrolla en dos territorios geográficos: Noruega y el Reino Unido.

Para ir entrando en materia, y para contextualizar la película del todo, explico…

Nos encontramos en la Noruega ocupada por los Nazis en los albores de la Segunda Guerra Mundial. La resistencia noruega ha identificado una base alemana de combustible para los cohetes V2. Uno de sus miembros, el teniente Erik Bergman vuela hasta Gran Bretaña para comunicar dicho emplazamiento y lo que es más importante, fijarlo geográficamente en un fiordo y explicar a la RAF las baterías defensivas que protegen la planta y las características naturales del propio fiordo, que imposibilitan por completo un bombardeo sobre el objetivo al ofrecer una protección natural.

La RAF, en contacto con la resistencia noruega decide elaborar un plan de acción para volar los depósitos y privar a los nazis de un emplazamiento espectacular que les da ventaja estratégica (hoy diríamos geoestratégica) sobre el Reino Unido y el Mar del Norte.

Se inician pues dos misiones paralelas: los noruegos tendrán que eliminar las baterías de ametralladoras antiaéreas que protegen el fiordo y la RAF tendrá que diseñar un plan para arrasar el objetivo.

Dentro de su espectacularidad (misión, plan y acciones…) la película me cautivó por su realismo. Un realismo que no destriparé gratuitamente, pero que todo el que se decida por verla (y lo recomiendo encarecidamente) saboreará. Se limita a reflejar la guerra como lo que es: un enfrentamiento a muerte entre dos bandos en el que el valor de la vida se mide por el número de inocentes que uno puede llegar a salvar arriesgando su propio pellejo.

Tan solo decir que la primera parte del plan, la que implica a la resistencia noruega se tuerce de principio a fin. El mismo Bergman regresa a Noruega para reclutar nuevos miembros para la resistencia y poner en marcha la destrucción de las defensas alemanas.

Quiere el destino que su llegada coincida con la llegada de nuevos refuerzos nazis y tras ir eliminando a los diferentes focos de resistencia, cae preso de los alemanes y puesto en manos de la Gestapo para ser interrogado. Este hecho, teniendo en cuenta que el preso está al corriente de toda la operación, dará lugar a una de las escenas más duras de la película y nos hará comprender cuán intrincada es la guerra y cómo ésta nos hace tomar decisiones descabelladas primando la integridad de la sociedad civil incluso a costa de los propios militares. La RAF tendrá que decidir entre confiar en la integridad física y psicológica de Bergman, o volar también el la sede de la Gestapo.

Esto hará que los altos mandos se replanteen la idoneidad de seguir adelante con la misión. Un fallo en la resistencia noruega haría que los pilotos tuvieran que recorrer el fiordo entero sorteando las baterías antiaéreas en una misión suicida, si no imposible.

Para entonces el escuadrón que había sido seleccionado para llevar a cabo la misión se encuentra en Escocia, volando y revoloteando entre los Highland escoceses por su similitud con los fiordos noruegos. Deciden no abortar la misión y arriesgar el todo por el todo.

Se ha seleccionado al Escuadrón 633 por el tipo de avión que pilotan: “de Havilland Mosquitos”. Un avión muy maniobrable cuyas características de vuelo, armamento y combustible los convierte en ideales para la misión.

Este escuadrón lo lidera Roy Grant, un piloto americano del Escuadrón Águila de la USAF. Mejor decir “ex” porque por aquel entonces los Estados Unidos todavía no habían entrado en la guerra y los pilotos americanos que se alistaban en la RAF lo hacían voluntariamente y a título personal. No así los canadienses o australianos; indios; sudafricanos o neozelandeses, que lo hacían en virtud de su pertenencia al decadente imperio británico.

Pequeño inciso para referirme brevemente a la RAF, Royal Air Force, el Ejército del Aire británico.

En aquellos días, y para sorpresa del mundo entero (sin entrar en debate sobre Lord Londonderry y compañía, para eso recomiendo leer Un amigo de Hitler, de Ian Kershaw), las fuerzas aéreas alemanas, la por entonces todopoderosa Luftwaffe, había logrado la supremacía aérea en la casi totalidad del espacio aéreo europeo, mientras que el imperio menguante británico hacía milagros para defender sus costas de una invasión nazi sacando todo el partido posible de los pocos pilotos y aparatos que les quedaban. Para ello admitieron a los pocos voluntarios que acudieron para defender tanto al Reino Unido como a la libertad. De ahí la importancia en la película de eliminar ese reducto alemán, para evitar un nuevo foco de peligro, sobre todo para la castigada Londres.

Esto dio lugar a La batalla de Inglaterra, una lucha incesante sobre el Canal de la Mancha en la que muy pocos se enfrentaron a muchos y los primeros (británicos) casi no podían reemplazar a sus bajas (personales ni materiales) mientras que la industria alemana era capaz de poner tres aviones para reemplazar a uno caído sobre el mar.

Aquí es forzoso hacer un alto en la narración, poner el cartel en pantalla de «visiten nuestro bar» y ponernos en pie, descubrir nuestras cabezas y mencionar al alma de la resistencia británica y probablemente el impulsor de la victoria aliada sobre las Potencias del EjeSir Winston Churchill, quien rendiría tributo a los pilotos que habían luchado sobre el Canal con unas palabras sobrecogedoras:

«Nunca tantos debieron tanto a tan pocos.»

Unos pilotos, fueran de la nacionalidad que fueran, luchando todos bajo la Union Jack, que defendieron al último reducto «no neutral» y beligerante frente al totalitarismo. (El aislamiento y la precariedad de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial se debió a la política de «apaciguamiento» de índole pro pacifista que pretendía aplacar al «también pacifista» Hitler con buenas palabras creyendo en su buena fe). Fueron capaces de no derrumbarse y multiplicar sus esfuerzos doblando turnos de vuelo, viendo cómo caían sus camaradas y gozando en todo momento de un gran sentido del humor que les hacía posible encarar la realidad.

Las escenas de cantina son tan realistas como la vida misma: lugares de evasión, clubes privados para esos pilotos que o bien se arracimaban en torno a la cerveza para celebrar una victoria pírrica en una batalla, o bien se aislaban frente a chimeneas, pipa Churchwardem en mano para llorar a los caídos. Pilotos llegados desde el Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, algunos franceses y sobre todo polacos.

Polacos del Ejército Nacional en el exilio huyendo de la Alemania Nazi de Hitler y la Unión Soviética de Stalin, los cuales campaban a sus anchas por una Polonia repartida entre nazis y comunistas con la aquiescencia, para vergüenza de Occidente, de británicos y franceses.

Cierro el paréntesis, termina el anuncio de Movierecord, la sala vuelve a oscurecerse y retomo el comentario de la película…

Toda la película se encamina hacia un vuelo raso entre los fiordos, plagados de baterías enemigas con el objetivo imposible de hacer que se derrumbe el propio fiordo sobre la base alemana… todo esto aderezado con uno de los finales más apoteósicos del cine bélico aéreo y con un despliegue, inédito para la época, de medios y talento para recrear ese combate aéreo.

Y es justo este final el que entronca con mi comentario anterior sobre la relación de esta película con el Episodio IV de La guerra de las galaxias: Una nueva esperanza.

El propio Lucas bebió de esta película para, a partir de la escena de los mosquitos en el fiordo y esa lucha desproporcionada entre los pequeños aviones y la inmensidad de las defensas enemigas para inspirarse y después agasajarnos con otro de los mayores y mejores finales de película de la Historia del Cine: el enfrentamiento entre los treinta cazas rebeldes y la mismísima Estrella de la muerte.

Una gran película que dejará un gran sabor de boca a todo el que la vea.

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