Ha llegado el águila es una peli de comandos. Como los que vimos en Doce del patíbulo, pero esta vez en serio, sin margen para la comedia y del bando alemán, en vez de estadounidenses.
El coronel Radl (Robert Duvall, el irlandés Tom Hagen del Padrino) se ve comprometido, sin comerlo ni beberlo, por un capricho del Führer. Tiene que secuestrar a Churchill.
Lo pide la máxima autoridad del III Reich, el mismísimo Hitler. Un capricho, un proyecto real, un golpe de mano para ganar la guerra… o para sacar una paza airosa por lo menos. Genialidad, locura… o un simple comentario que terminará olvidado, según estima el propio almirante Canaris, que será quien transmita la orden de elaborar un plan que exponga la viabilidad del secuestro de Churchill a Radl.
Sujétame el cubata…
Una misión que el mismo Canaris comprende como ridícula y se encarga de diluir en agua, También comprende que el encargo no es tal, sino un mero capricho, un brindis hecho al aire por parte de una mente perturbada y caprichosa. Pero dicho está y, como poco habrá que tener preparado el dichoso informe, por si el dictador se acuerda del capricho dentro de ocho meses, para tener cubiertas las espaldas. Y esta maniobra prudente va tanto por Canaris, que efectivamente, transmite la orden, como el propio Radl al que le han echado el marrón encima y se encarga de bosquejar un plan.
Así pues, con las mismas, Radl se pone a hacer ese plan, serio candidato a acumular una capa de polvo de 3cm antes de que alguien lo lea en el futuro. Pero dicho plan sufre dos giros inesperados…
- El secuestro de Churchill resulta viable si se hiciera una operación durante sus vacaciones en un pueblecito costero
- El plan de Radl termina encima de la mesa del mismísimo Himmler, quien se lo toma a pecho y decide dar luz verde a la operación
Churchill es «el águila«
Dicho sea de paso, “el águila” del título es Churchill, a quien se referirán así en clave.
Menudo marrón, como os decía. No sólo tiene que reunir un comando. Del éxito de la operación dependerá su futuro. Si cumple la misión de un modo satisfactorio su carrera militar será meteórica, y de ahí a la política. Esto a Radl le importa un bledo, porque sabe que podría lograrse, pero duda que vayan a conseguirlo. Si no cumple la misión sabe, porque el propio Himmler se lo ha dejado así de claro, que terminará fusilado.
Nada como un buen estímulo, una buena arenga… qué importante es saber escoger las palabras correctas para que tus subordinados lo den todo y te obedezcan.
Para la tranquilidad de Radl, Himmler proporciona al propio Radl un documento firmado por el mismísimo Hitler que le da poderes plenipotenciarios incluso por encima de si mismo: del propio Himmler.
Por cierto, a Himmler lo interpreta Donald Pleasence, otro clásico en el fancine
Así que ahí tenemos a Radl haciendo realidad una fantasía que había nacido al más puro estilo “sujétame el cubata” y él buscando un comando que le salve el cuello.
El comando se las trae… Escoge a los mejores paracaidistas, entrenados y especializados en estas misiones fugaces. Pero los elegidos tienen un pequeño defectillo… Son alemanes, son militares, pero ni son nazis ni son fanáticos. Para muestra la presentación del jefe del comando. El coronel Steiner aparece en la peli para ser degradado por intentar ayudar a escapar a una niña judía.
Viene triunfante de una misión y termina en un batallón de castigo. Creo recordar que tiene tres Cruces de hierro, y una de ellas con hojas de roble. Pues termina haciendo trabajos forzados por negarse a asesinar a la niña. Un soldado prusiano, alemán y seguro que anti nazi. Para consternación suya, su esfuerzo por salvar a la judía resultó doblemente vano: él es degradado y dispararon a la niña.
Steiner está interpretado por Michael Caine
Pues bien, ese líder nato, que lo es porque sus hombres le siguen hasta en la condena. Ese hombre es el elegido para esta misión. Porque no hay ninguno mejor que él. Además, fue criado en Inglaterra y habla inglés sin acento alguno. Esto remata su persona como la ideal para la misión en tierras británicas.
Misión que consiste en hacerse pasar por paracaidistas polacos para saltar desde un avión británico sobre suelo inglés. Fingir que están haciendo maniobras para entrenar su posterior salto en la Europa nazi y, con esa tapadera, organizar el dispositivo para secuestrar a Churchill.
Que conste que los soldados piden llevar el uniforme alemán debajo del polaco. Si fueran descubiertos y tuvieran que entrar en combate, en Inglaterra, quieren poderse quitar la guerrera polaca y lucir la alemana. Eso por dignidad, y por orgullo patrio. Pero también porque si los cogen usurpando el uniforme inglés, o de civiles, sin uniforme alemán, serían juzgados como espías y condenados a muerte sin dignidad. Y estos soldados, como su coronel, se visten por los pies y tienen los mismos principios que su oficial.
Para ello cuentan con una mujer inglesa, que es espía y está a sueldo de los nazis.
Homenaje a Donad Sutherland en Antena Historia
Y por fin llegamos a Donald Sutherland, porque será una pieza clave para que la misión pueda prosperar.
Antes de avanzar con el comentario de la peli, deciros que éste comentario, junto con el de Doce del patíbulo y el próximo El ojo de la aguja, surgieron durante la preparación del homenaje a Donald Sutherland que grabamos el pasado jueves en Antena Historia. La cuarta peli de la que os hablamos en ese podcast es Los violentos de Kelly, una de mis comedias de cabecera y comentada en el fancine en 2015.
En Ha llegado el águila interpreta uno de los personajes más complejos de su filmografía.
Por lo menos uno de los más interesantes para mi gusto, junto con su papel en Los violentos de Kelly y, sobre todo, el de protagonista en El ojo de la aguja. Hablo del personaje Liam Devlin, un terrorista del IRA que partió de Irlanda para seguir combatiendo a los británicos a su manera.
Radl convoca al espía en su despacho para explicarle la misión para la que ha sido seleccionado como «voluntario«.
La entrevista se desarrolla en medio del humo de unos cigarrillos bolcheviques del coronel a los que se aficionó cuando sirvió en el frente del este y un whisky escocés. Como bien dice el terrorista del IRA, a falta de uno irlandés.
Cuando Radl le pregunta si no sigue formando parte del IRA él se autodefine como soldado. De hecho, dice “soy soldado coronel, una vez dentro, no se sale nunca”. Es entonces cuando explica que él no quiere mutilar civiles poniendo bombas en Londres. Quiere una Irlanda unida y hará lo necesario para lograrlo, menos volver a Irlanda. De hecho, se niega a ir a Inglaterra hasta que Radl le deja literalmente helado cuando le explica que su objetivo es raptar a Churchill y llevarlo a Alemania.
Secuestrar a Churchill
El irlandés acepta participar, más que nada porque no le queda otra que hacerlo. Se hará pasar por el guardián de las marismas, que parece una canción de Rocío Jurado, pero es como un guardabosques, pero costero. Si bien recuerdo su labor será facilitar la huida de Inglaterra.
Esa marisma ocultará una embarcación en la que, si todo sale bien, subirán a Churchill y se lo llevarán a Alemania.
La misión supondrá un doble fracaso.
Por un lado, se desmoronará cuando uno de los alemanes del batallón salte al agua para salvar a una niña inglesa de morir aplastada por un molino de agua. Él será quien muera y al quedarse atrapado en el molino parte de su uniforme alemán saldrá a la luz y esto precipitará los acontecimientos.
SPOILER
Esta muerte es el origen del fracaso de una misión que parecía avanzar bien, demuestra nuevamente que Steiner y todo su comando eran soldados pero no nazis. Disciplinados, pero no fanáticos. Cosa que se corroborará después cuando liberen a los rehenes que, fruto del miedo tras ser descubiertos, habían metido en la iglesia del pueblo.
La misión irá haciendo aguas hasta terminar fracasando.
Todo se precipita hasta un asalto a la residencia de verano de Churchill, a quien no logran secuestrar y, ante la imposibilidad de llevárselo a Alemania, lo asesinan. Pero para suerte de los aliados, ese Churchill no es el primer ministro británico sino un doble entrenado para hacerse pasar por el verdadero Churchill en casos en los que se estima necesario garantizar la integridad física del mandatario.
Por otra parte, la misión y la carta que respaldaba la misión eran falsas. No estaba firmada por Hitler in Radl estaba autorizado por el Führer. Todo había sido una maniobra de Himmler para ponerse una medalla en caso de lograr capturar a Churchill. Fracasada la misión tiene que borrar todo su rastro para desembarazarse de todos sus protagonistas, empezando por el mismo Radl, que desaparece fusilado.
El único sagaz como para intuir la falsedad de la firma en el documento fue, precisamente, el irlandés Liam, quien duda, y así lo manifiesta, de la veracidad de ambos: carta y firma.