Ficha técnica de El último mohicano
Distribuidora: InterCom y Netflix
Ficha artística
Guerras indias – Guerra franco india – Guerra de los siete años y el Mito de la Frontera
Para entender bien El último mohicano tenemos que dar un paso atrás. Tenemos que ver la obra en perspectiva, separando el contexto histórico y literario para comprender el todo que es…
Nos encontramos dentro de tres contextos:
- La guerra franco india en la América del norte que, por entonces, se disputaban ingleses y franceses
- La inminente guerra de los siete años, fundamentalmente europea pero que se extendió al ámbito colonial y
- El proceso colonial
Aunque lo de «se disputaban» es un decir, porque los ingleses superaban a los franceses en proporción de 34 a 1 en América del norte. De hecho cabría decir que la presencia francesa era testimonial. O como suele ser habitual en ellos, sólo molestaban. Los 60.000 colonos franceses no tenían mucho que hacer frente a los 2 millones de británicos.
Eran pocos franceses para defender toda Nueva Francia
Un vasto territorio colonial encastrado entre colonias británicas y españolas, cuando no directamente robado a unos y otros. Una franja de terreno que abarcaba desde el Quebeck hasta la Luisiana. Incluyendo provincias indias también. De hecho no es que fueran pocos, es que carecían de un contingente militar francés. Tan solo contaban con las tropas de la Marina, (Troupes de la Marine), fundadas por el mismísimo Richellieu un siglo antes y unos pocos de infantería. La suma arrojaría un total de unos 10.000, francés arriba, francés abajo. Estas tropas fueron auxiliadas por milicias canadienses y guerreros indios.
Según a quién se le pregunte, la guerra franco india estuvo, o no, enmarcada en la Guerra de los 7 años europea. La guerra empezó un par de años después de la americana. Los europeos dicen que el conflicto colonial fue parte de la mecha que provocó la guerra en Europa y los americanos dicen que son conflictos aislados e independientes. Esto la parte colonial de origen británico, que la franca incluso la llamó de otro modo: Guerra de conquista. Y no iban mal encaminados.
De hecho, en cierto modo pienso que podrían ser los más acertados. Pues se solapaban tres tipos de conquistas: la británica sobre territorio franco; la francesa sobre territorio británico y la europea sobre territorios indios. Esto últimos, los indios, se dividían en tres grupos: los que iban por su cuenta, por lo general rumbo al oeste empujados por el avance colonial. Y otros dos bloques aliados de una u otra nación europea.
La importancia de los colonos y su papel en estos conflictos
Había un cuarto grupo en liza que no debemos desdeñar: los colonos, que terminarían teniendo su propia identidad, muy especialmente los de las colonias británicas.
Dado el emplazamiento de esta película serán estos los que veamos, los de origen bretón. Empezarán luchando por sus tierras y por su metrópoli, aunque ésta última mostraba una sensibilidad menguante para con sus colonos. En otro artículo y en otra película hablaré de los impuestos con que exprimían a los colonos americanos y del deterioro de su vínculo con la metrópoli, cuando os hable de El patriota. Os dejo mi comentario de The Boston Tea Party en el troblogdita como adelanto.
A pesar del mal comienzo y de una estrategia errónea por parte británica, al final las fuerzas francesas declinaron y fueron perdiendo territorios. Malos luchadores y peores estrategas vieron menguados sus territorios e incluso después de haber perdido siguieron perdiendo tierras.
Por aquellos días, teniendo por aliados a los españoles, terminaron cediéndonos la Luisana francesa, al oeste del Mississippi a modo de compensación por la Florida española, intercambiada con los ingleses para recuperar La Habana. Mal compañero de viaje es Francia, a la hora de tomar las armas. Que se lo digan a Gravina que vería estupefacto las ordenes del infame Villeneuve en Trafalgar, quien tendría que haber besado el fondo del mar atado a un ancla…
Entre medias, y hasta que los franceses perdieran, como dije, molestaron: a los ingleses directa y a los españoles indirectamente. Hasta el punto que consolidaron algunas alianzas con indios a través de sus tramperos y cazadores que, en sus incursiones al oeste del territorio colonial inglés, se casaron con nativas y estrecharon uniones con las tribus con las que mercadeaban y traficaban.
Terminada la contienda americana, la europea se prolongó brevemente y las consecuencias económicas de ambas fueron desastrosas para todas las naciones implicadas. Aunque fundamentalmente para las que tenían colonias. Los ingleses procuraron paliar las consecuencias aumentando los impuestos en estas en reiteradas ocasiones. Insisto en que esto lo comentaré cuando os hable de El patriota.
Ya hemos visto los dos primeros contextos, el de la guerra franco india mas la guerra de los siete años. El tercero, como apunté al principio, comprende la propia colonización de América del Norte, previo asentamiento en estas colonias originales y con vistas a avanzar rumbo al oeste.
En medio de estos tres contextos históricos (reales), hay un cuarto: el literario (ficción)
Los asiduos a el fancine me habréis leído comentando el mito de la frontera. Lo expliqué en El Cid y lo expliqué después en Oro. Y por supuyesto en mi trilogía de las guerras indias: Murieron con las botas puestas, Hostiles y Fort Apache. ¿Qué mejor película para recuperar el tema que El último mohicano?
Esta película está inspirada en la novela El último mohicano del escritor James Fenimore Cooper
Autor que aborda el mito de la frontera en su pentalogía sobre el tópico compuesta por: Los pioneros, El último mohicano, La pradera, El guía y El cazador de ciervos.
Estas cinco historias aglutinan la conciencia colectiva de los americanos que fueron, de los que pudieron ser y de los que son.
No sabemos si de los que serán, pero los de hoy son la herencia de los dos primeros grupos: Por «los que fueron» me refiero a los indios, nativos de aquellas tierras. Por «los que pudieron ser» me refiero a los ingleses, cuya arrogancia echó abajo todos los puentes de convivencia y de entendimiento. Y cuando digo «los que son«, me refiero a los europeos que sobrevivieron a los ingleses y a los indios que sobrevivieron a ambos. Iba a decir que convivieron, pero sería mucho decir.
Mi trilogía de las Guerras Indias
Como apuntaba arriba ya hice mi propia trilogía de las guerras indias comentando Murieron con las botas puestas, Hostiles y Fort Apache. Pero eso pasará cien años después, cuando muchas naciones indias hayan desaparecido y otras languidezcan en reservas, como paso previo a reducir su existencia a regir casinos.
Esta película, y su novela, tratan del segundo estadio del contraste, conflicto y contacto entre dos civilizaciones. Y antes de seguir deciros que me negaré a hablar de blancos en contraposición a los pieles rojas porque no fueron todos los blancos los que vieron con malos ojos a los indios. Así como no opondré europeos a nativos americanos. Porque no fueron los europeos en general sino los británicos e particular, y después sus hijos y sus nietos estadounidenses quienes engañaron, esquilmaron, arruinaron, devastaron, mataron y (casi) extinguieron a los indios.
Quede claro: los británicos y después los americanos. No «europeos» ni «hombre blanco».
Porque europeos fueron muchos. Pero no todos se portaron igual. Sirva como ejemplo ver Lawrence de Arabia. Donde se refleja fielmente que el inglés (y sé que generalizo, pero me entendéis) plantaba un club social allí donde ponía su bota. Y a ese club social sólo entraban los británicos.
Porque el inglés llegaba y se convertía en élite sin mezclarse ni juntarse ni arrejuntarse. ¿Había indios (de la India), árabes (de Arabia), negros (de Sudáfrica) e indios (americanos) en esos clubes? Seguro que sí, pero solo como sirvientes. Esa es la naturaleza del inglés. No hay más que cruzar Benidorm para entender de qué os hablo. Su barrio, sus normas, su lengua, sus peleas y sus vómitos.
Y digo todo esto porque los españoles conquistaron también, pero en su conquista se hermanaron y encamaron y cruzaron y mestizaron con los indios de América. De hecho se encamaron en todos los sitios que pisaron, porque somos de esa naturaleza y tenemos la sangre caliente. ¿Hubo muertos? Por descontado. En ambos bandos. Pero al final se hermanaron. La manera de comprender lo que digo es comparando la densidad de población india que hay hoy en día al norte y al sur de la frontera entre México y Estados Unidos.
Los libros de Historia pueden engañar, pero las matemáticas son exactas
Los pioneros fueron esos puritanos religiosos expulsados de la Gran Bretaña. Y en menor medida los calvinistas holandeses y franceses (estos últimos conocidos como hugonotes). Los mismos que hicieron de América del Norte su Tierra Prometida y se quisieron identificar con el pueblo elegido. Cosa que veremos incluso en lo que hoy sería la actual Sudáfrica, más adelante, cuando comente alguna peli sobre los BOER.
El fundamentalismo es mal consejero. Venga del credo o de la ideología que venga.
Y si llegas a América y de puro religioso eres obtuso de miras, supersticioso y te topas cara con cara con un indio que cubre sus vergüenzas de aquella manera, y su piel es roja… con costumbres salvajes y lleva plumas y huesecillos colgando de un collar (según el prisma de los «Pilgrims») estás abonando el terreno para que el aborigen termine convirtiéndose en el enemigo. Enemigo con pátina trascendental y mística más que mítica, casi religiosa.
Pues bien… no es que el indio se convirtiera en un enemigo. Por lo menos no tanto físico como simbólico. Ya os he dicho que esos pilgrim (peregrinos) se consideraban el pueblo elegido. Y para ello necesitaban un diablo, o a sus emisarios, que los tentara y que los humillara para demostrar ellos su fuerza y su resistencia a la tentación. Esos pieles rojas terminaron siendo los viles emisarios de Satanás.
Porque así los concebían para justificarse a ellos mismos. Y justificar su existencia, su peregrinaje, su huida de Europa… todo.
Sólo así entenderemos, más en la lectura que en la película, las tentativas para rescatar a las mujeres europeas raptadas por los indios. Pero sin que los británicos pisaran a fondo el acelerador, porque en el fondo de sus conciencias, la mujer blanca raptada por un piel roja estaba sometida a su propio calvario y, para demostrar su pureza y ser digna de formar parte de eses pueblo elegido, se daban por buenos sus sufrimientos de un modo inconsciente. Fuera abusada, obligada, maltratada o asesinada. En éste último caso además de digna sería mártir.
Estos son algunos de los parámetros y claves interpretativas para comprender muchas conductas de los primeros colonos americanos. Eso en el primer libro de la pentalogía. En el segundo, éste, El último mohicano, ya no hay pilgrims, o no tantos, o los hay pero, aún siendo radicales, habiendo mesurado sus conciencias. Estamos ante una segunda y una tercera generación. Y muchos de ellos han abandonado o menguado su fervor religioso, que ahora se retroalimentaría con los casacas rojas. Es decir, con las tropas británicas que cumplen sus compromisos militares en destinos dispares.
Buena parte de los colonos habían aprendido a vivir y a convivir con los indios. Con los indios con los que se podía convivir, porque entre ellos, como entre los europeos, los habría de más fácil convivencia y de más difícil, pues la condición del ser no la dicta tu piel sino tu conciencia y tus actos. E indios los hubo amigables y hostiles, como en todas partes. Y otros, quizás menos, se habían integrado hasta tal punto que habían estrechado lazos de amistad, como es el caso de Nathaniel Poe. Un explorador (scout) americano hermanado con los mohicanos.
Con todos los mohicanos, puesto que sólo quedaban dos: Chingachook y su hijo Uncas. Y ya entro en la peli.
Como decía al principio, ésta se desarrolla en la guerra franco india, que algunos quieren ver como la vertiente transatlántica de la guerra de los 7 años. El caso es que los franceses disputarán territorios a los ingleses y estos se defenderán con contundencia. Cada cual con tribus indias de su lado, como los hurones, por ejemplo, que si bien acompañaban a las tropas inglesas, se habían aliado a los franceses para emboscar a los britanos.
Esto será crucial para la peli, tanto como las relaciones personales y sobre todo una de amor que será el hilo argumental (en la peli). Y al serlo se irá alejando paulatinamente de la novela convirtiendo en una bella historia de amor con sus toque épicos lo que era una obra de literatura épica de cabo a rabo. Y violenta, aunque algo se mantiene de ésta, la violencia, entre caídas de ojos.
Para entendernos y no alargarme en demasía, os diré quién es quién en El último mohicano.
El coronel británico Munro (Monro en la novela) está bajo asedio francés. Pide auxilio y rumbo a su fuerte se dirige una tropa de casacas rojas que, al mismo tiempo escoltan a las hijas del coronel, Cora y Alicia. A la sazón, el oficial al mando de la columna será Duncan Heyward, para más INRI, el prometido, o novio, quizás mejor «pretendiente» de Cora, una de las hijas del coronel. Su guía es el hurón Magua.
Hasta ahí facilito.
Magua traicionará a los casacas rojas. En su día fue azotado por Munro y se quiere tomar la venganza en sus hijas. En concreto se quiere hacer con Munro, a quien espera secuestrar y con toda seguridad violar. No sé si para después darla muerte o quedársela en propiedad, pero en cualquier caso se la quiere arrebatar al inglés para humillarle en su descendencia. Heyward está enamorado de Cora, hasta las trancas, y cuando Magua ataque a la columna, por sorpresa en una emboscada, resistirá cortésmente protegiendo a Cora y a su hermana.
Pero los verdaderos salvadores serán los dos mohicanos y Nathaniel. Estos sienten un odio visceral por los hurones y no dudarán ni por un instante en tomar partido y proteger al inglés que protege a las damas. Y tras la primera escaramuza, de la que salen victoriosos, aunque no queda más que Heyward para contarlo pues el resto de la columna será triturada, los salvarán y se propondrán guiarlos hasta el fuerte del padre huyendo de los hurones.
Los colonos eran reticentes a participar a favor de los ingleses porque habían sido engañados en sucesivas ocasiones. Y porque los sucesivos reyes ingleses los tenían fritos a impuestos para costear las guerras en Europa. Y sobre todo porque yendo a la guerra… ¿Quién iba a proteger a sus familias?
El caso es que en el camino veremos las casas de algunos colonos reducidas a cenizas y cuando los protagonistas lleguen al fuerte y se reúnan con los demás casacas rojas y con un puñado de colonos, les contarán lo que está pasando con sus familias. Cuya protección estaba supuestamente garantizada por las tropas inglesas.
Los gabachos rendirán a los ingleses y estos podrán partir, tras un trato cortés y gentil por parte del francés, rumbo a su capital. Pero los hurones atacarán a la columna y Magua raptará a las muchachas y cogerá prisionero al pretendiente y oficial inglés.
Como veréis ya se trata todo de faldas. Poca Historia y poca frontera y poca guerra lo que nos propone el director. Y aún así, le sale un peliculón. Rescate de las dos chicas, pagando un precio más que alto y persecución hasta el final en el que Magua no quiere dejar escapar a Munro, tras deshacerse de su pretendiente y que ésta haya huido con el explorador a quien rendirá su corazón no sin demostraros su fortaleza interior y el carácter indomable e indómito que alberga su personalidad.
No será igual Alicia quien, tras la muerte de Uncas, que no nos lo dicen, pero todos sabemos que le hacía tilín, se tire por un acantilado.
El Nathaniel Poe de la película poco o nada tiene que ver con el de la novela. Más duro, áspero, y sobre todo maduro pues rondará la cuarentena, edad avanzada para ir con taparrabos cazando ciervos todo el día. Y esto marca y curte, vaya que si ha de curtir. Y en la peli es un pipiolo.
Así con todo, la película es fabulosa, su fotografía maravillosa. La adaptación del guión es bastante buena si aceptamos pulpo como animal de compañía y su música, qué deciros de ella. Gloria bendita.
Un dato relevante es la peculiaridad de Cooper que le convertía en un autor capaz de escribir y describir a blancos, negros y pieles rojas en sus novelas, y todos por igual, fueran hombres o mujeres… Y la suma de esas cinco etapas, y de todos sus protagonistas, da como resultado el mito de la frontera. El constante, lento y doloroso avance de este a oeste del pueblo americano en busca de tierras y riquezas.