Ficha técnica
- Título original: Young Frankenstein
- Director: Mel Brooks
- Nacionalidad: U.S.A.
- Año: 1974
- Productor: Michael Gruskoff
- Duración: 105’
- Guión: Mel Brooks, Gene Wilder
- Fotografía: Gerald Hirschfeld (B/N)
- Música: John Morris
Ficha artística
- Gene Wilder (Dr. Frederick Frankenstein “Fronkostin”)
- Peter Boyle (Monstruo Frankenstein)
- Marty Feldman (Igor “se pronuncia Áigor”)
- Madeline Kahn (Elizabeth)
- Cloris Leachman (Frau Blücher)
- Teri Garr (Inga)
- Kenneth Mars (Inspector Kemp)
- Gene Hackman (ciego)
1974 fue un gran año para el cine. En ese año apareció El jovencito Frankenstein y en paralelo nací yo para contároslo hoy en el fancine… 😉
Jejejeje…
Bromas aparte he de confesaros que esta es una de mis películas favoritas.
Una de las mejores comedias de la historia del cine, y para demostrarlo nada como terminar un mal día viéndola. Un día de esos… raros. En los que se te estropea el coche yendo a trabajar en medio de una tormenta, esperas a la grúa, llegas empapado hora y media tarde y te reciben directamente en Recursos Humanos con una carta de despido por falta de puntualidad y te vuelves a casa con cara de tonto. Este es un gran día para poner el DVD de El jovencito Frankenstein y evadirte de la realidad a base de carcajadas. Si no me creéis, hacer la prueba el próximo día laboral, y después me contáis si superasteis el despido con una sonrisa. Si os sirve de consuelo, es precisamente lo que yo hice el día que dejé de trabajar en ADECEC*, y me reí mogollón.
Volviendo a entrar en materia, nos encontramos ante un incunable.
Mel Brooks es un genio. Judío, de padres rusos, dio sus primeros pasos como cómico en la Segunda Guerra Mundial, cuando se hizo con el micrófono de la Radio de Campaña estadounidense (él pertenecía al cuerpo de ingenieros del US Army) y se arrancó a imitar a la propaganda nazi emitida por la Radio de Goebbles, y para colmo, sus emisiones también se escuchaban en la Radio alemana.
No tiene una filmografía especialmente extensa pero sí podría asegurar que sus títulos nos han hecho reír a todos: Superagente 86 (para TV), Sillas de montar calientes, La loca historia del mundo, Soy o no soy, La loca historia de las galaxias: Spaceballs (parodia de La guerra de las galaxias)… y mi preferida: El jovencito Frankenstein. También ha producido El hombre elefante y La mosca.
Cuando hablé de Frankenstein en el troblogdita hice mención a Remando al viento como la mejor adaptación/inspiración en Shelley para el cine… Por partes: efectivamente, si hablamos de “inspirada en Shelley” es la mejor de lejos. Pero si nos remitimos no a la autora si no a su obra (Frankenstein), el mejor acercamiento (para mi gusto) es la versión de James Whale de 1931 (luego veremos algunas conexiones con esta película) con la interpretación de Boris Karloff, y después, la presente: El jovencito Frankenstein, licencias al margen. Pues licencias se toma Brooks, unas pocas, pero todas más justificadas (por tratarse de una comedia) que las que se tomó Kenneth Branagh en Frankenstein, de Mary Shelley, que pasó a ser, según mi parecer, la menos “Shelley” de todas las adaptaciones, como siempre que aparece Brannagh, por otro lado.
El jovencito Frankenstein está clasificada como la decimotercera película más divertida de todos los tiempos por el American Film Institute y aparece impenitente en todas las listas de las mejores películas (no solo comedia) de todos los tiempos, hasta tal punto que en 2003 se la consideró “Culturalmente Significativa” por el Comité Nacional para la Preservación de Películas de los Estados Unidos e incluida en el Registro Nacional de Películas de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
De lleno en la película…
El protagonista no es Victor Frankenstein, si no Frederick Fronkonstin, el nieto de Victor que rehúye de la aberración hecha por su abuelo y pretende eliminar todo su rastro tanto en la ciencia como en su propio árbol genealógico.
Pero de casta le viene al galgo porque resulta que Frederick sigue los pasos del abuelo y se especializa en las mismas ramas del saber que aquel, a la sazón: neurobiología. Para colmo recibirá una herencia que le vinculará directamente con su antepasado y le obligará a partir al antiguo castillo familiar para terminar los papeleos y poner todo en orden.
Al llegar a Transilvania le esperará en la estación Igor, cuyo nombre y su pronunciación darán lugar a uno de los diálogos más celebrados en el cine a propósito de cómo se pronuncian ambos nombres y apellidos, los del Dr. Y los del lacayo.
Acto seguido aparecerá en escena la parte más tórrida de la película, Inga (Teri Garr), la asistente personal que hará cambiar la vida del Dr. porque tendrá que convivir con su plenitud sexual, su exuberancia, su deseo constante y su sensualidad: todo esto contrapuesto a su prometida “tafetán mi amor…”, una mujer frígida carente de deseo sexual alguno que rehúye cualquier contacto físico y tiene al pobre Dr. a dos velas.
Frederick, Igor, Inga y… Frau Blücher (relinchos de caballo), el ama de llaves espectral que asusta a los caballos con solo pronunciar su nombre y pasea su nostalgia por los pasillos del castillo enamorada del Dr. original, el verdadero Frankenstein y rendida al nuevo por su similitud.
Si bien Frederick viaja con el objeto de resolver todo y volverse para casa, las circunstancias harán (será inducido a ello) que termine dando con la biblioteca privada de su abuelo, y como científico que es, se sentirá atraído por leer ss experimentos y palabra a palabra, frase a frase, capítulo a capítulo se le irá despertando la vena Frankenstein que lleva dentro.
Y termina envuelto en la misma aventura que su predecesor. Para ello concibirá huir de la aberración original y crear un ser superdotado (al final lo será en todos los sentidos menos en el intelectual) para demostrar dos cosas, primero que su abuelo tenía razón y el galvanismo (verlo de nuevo en mi comentario de Frankenstein (el libro)) podría ayudarle a recuperar la vida en la materia muerta, y segundo, podría hacerlo dotando de una vida privilegiada a un ser que nos ayudaría a entender la vida.
Pero Igor (el genial, maravilloso, fabuloso y feo como él solo: nariz aguileña y ojos saltones: Marty Feldman) meterá la pata y no le hará llegar al Dr. el cerebro de un superdotado si no el de un discapacitado. En la película lo llaman “anormal” y es que los tiempos han cambiado. Esto daba lugar a otro diálogo en el que el Dr. le pregunta a Igor de quién era el cerebro y éste le responde “de un tal A. Normal), y ni que decir que la lía parda con la equivocación.
Igor será pues el detonante del fracaso del Dr. Fronkostin, quien para entonces ya ha renegado de su apellido de renegado y ha recuperado el original: Frankenstein, haciendo inútil su esfuerzo de limpiar el hornor y recuperar el orgullo de su familia al ser empujado sin remedio a repetir los pasos dados por su familiar.
Brooks nos regala un sinfín de escenas que pasarán a la historia del cine. Para empezar filma la película en blanco y negro, como homenaje a la cinta del 31, como decía antes, pero ahondando más en su admiración por esta película, la mayor parte del atrezzo de El jovencito Frankenstein serán materiales reciclados de aquella primera película, a modo de homenaje, como decía.
La escena del “podría haber sido peor” mientras deseantierran el cadáver a escondidas, Inga retozando por la paja de la carreta, el encuentro entre Fronkostin e Igor, las apariciones de Frau Blücher, el inspector de policía haciendo trampas, la escena del ciego echando la sopa caliente a Frankenstein en sus partes… Son todas escenas que merecen aparecer en este artículo por su gracia y grandiosidad.
Mención a parte merece uno de los peores actores de cine (siempre bajo mi opinión) que tiene una aparición breve pero buenísima en la peli: Gene Hackmann, interpretando al ciego que abrasa y quema al monstruo.
A diferencia del clásico y de la novela, Frederick resolverá la película evitando el linchamiento y aplacando a las masas lideradas por el inspector rematando su obra al transferir parte de su “cerebro”, mejor decir “intelecto” al monstruo, humanizándolo hasta el punto de dotarle de habla, capacidad para pensar y la posibilidad de leer The Wall Street Journal. Claro que ambos salieron bien parados, porque si el monstruo recibe una parte intelectual, el Dr. se verá recompensado al crecerle la posibilidad de satisfacer a Inga, pues al final abandona a su novia (que se irá con el monstruo) para quedarse con su ayudante.
Os dejo un video de Youtube para que os riáis un rato 😉
*ADECEC: Asociación de Empresas Consultoras en Relaciones Públicas y Comunicación – Patronal de las Relaciones Públicas y Comunicación en España
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