el fancine - Web de cine - Blog de cine - Podcast de cine - AlvaroGP SEO y contenidos digitales
Destino Brighton - Mods en el cine - el fancine - Blog de cine - Comedia - Alvaro Garcia - AlvaroGP SEO - SEO Madrid

Destino a Brighton

Tabla de contenidos

Destino a Brighton… The Who & Quadrophenia… Quadrophenia & The Who… y ahora The Jam y The Pebble and the boy

Lo que no entiendo es la traducción, si es que hacía falta pues el título en inglés es igual que el de una canción de Paul Weller. Podrían hacerlo dejado igual. Pero puestos a traducirlo, o a reinventarlo, porque no hay tal traducción, podrían haberla llamado Rumbo a Brighton. O Destino Brighton, pero no Destino a Brighton pues está mal escrito. Es «rumbo a» o «destino tal sitio». No «destino a».

Son los amos del movimiento MOD. Y a menuda peli se comparan: Quadrophenia… quizás el referente e icono nº1 del movimiento Mod. La banda por su música. La peli por su guion, su interpretación, su fotografía, y por la música… sí, de The Who.

Quadrophenia es tan grande que las veces que asoma la nariz en Destino a Brighton la fagocita desde dentro. Y es que, para mi, Destino a Brighton es un revival MOD, es un revival de Quadrophenia y es, sobre todo, la liquidación de una cuenta pendiente.

The Jam ya tiene su peli de MODS

Como os decía, usa cuenta pendiente con el cine y con la Historia de The Jam, y de su, otrora, líder Paul Weller para tener su propia peli de MODS. Flojita, forzada, light y que no pasará a la Historia como sí pasó Quadrophenia con The Who.

Como The Who. Por eso las referencias a The Jam estarán omnipresentes a lo largo de la peli. Y a «The Modfather» («el padrino mod»), Paul Weller, quien será la meca de la meca en el Brighton de esta película.

Vamos por partes…

Habréis leído «la meca de la meca» y habréis pensado que se me ha colado una errata. Nada más lejos. Por un alado la meca del peregrinaje mod en el Reino Unido es Brighton. Lugar en el que se dan cita, o sin cita previa, en donde terminan todos los mods ingleses, por lo menos una vez en su vida. Un sitio cuyo encanto radica en los disturbios protagonizados por los mods cuando arrasaron la ciudad en el verano del ’64 persiguiendo rockers y huyendo de los bobbies.

La peli lleva el nombre una canción de Paul Weller: The pebble and the boy

Y en esta peli el propio Weller dará un concierto en Brighton que atraerá a uno de sus protagonistas hacia ese pueblecito como un imán. De ahí que si Brighton es la meca (como vemos en uno de los parches de la parka del  protagonista), en esta ocasión el núcleo de Brighton será el cantante quien ostente el calificativo de epicentro de Brighton. No será por ego.

Comento Destino a Brighton por lo mucho que me ha atraído siempre esa rivalidad Mods/Rockers, tras mis años rockabilly (de beisbolera y Converse All Star) aquí en España y sí, allí en Inglaterra. Recuerdos, nostalgia y la mirada puesta en el espejo retrovisor. Y nunca mejor dicho porque de eso estará servidita la película. Pues ésta inicia cuando el protagonista despida a su padre, recién muerto y lo haga acompañado por una banda de mods, amigos de su difunto padre. Ahí empieza, y arrancar, lo que se dice «arrancar», lo hará cuando el muchacho, John, reciba la moto del padre que acaba de morir al estrellar su moto contra un autobús.

Si bien su primera intención será vender la Lambretta del padre, pronto comprenderá que deshacerse de ella sería un sacrilegio pues se trata del alma del padre, quien le ha dejado su casoplón en herencia. Lo del «casoplón» tiene su importancia y luego lo comentaré. El caso es que se encuentra viviendo solo en la casa de su padre, con sus cenizas en una urna, con una habitación que parece la cabina del Doctor Who, pues te adentras en ella y pareces viajar a los años de oro de la Inglaterra del siglo XX.

Manual del buen MOD

En sus paredes veremos que se reproduce el patrón imprescindible del manual del buen mod: fotos de Mods en Brighton, posters de The Jam (son los que ponen la peli), cortes de pelo a tazón y banderas de la Union Jack a gogó. Sólo faltan los posters de mujeres desnudas para terminar de revivir el cuarto que todo buen Jimmy debe tener al descubrir su propia identidad post pubertad. Identidad efervescente y adolescente: Manual del buen hedonista. Nunca más certero lo de «manual». Parka mod incluida, como corresponde a un buen mod.

El caso es que cambia de opinión y cancela la venta de la moto. Ha cambiado de propósito. John no es un mod, pero su padre sí lo era. Por eso decidirá esparcir las cenizas del padre en Brighton, esa meca a la que viajaba siempre que podía. Y lo hará vistiendo la parka del padre y montado en su moto.

A partir de aquí veremos que Quadrophenia y Destino a Brighton toman dos caminos bien distintos. En la primera veremos la Inglaterra de los 60’s. Ruda y descarnada. Descarada y encarada. En la segunda vemos a la Inglaterra de la segunda década del siglo XXI. Y en este caso, pese a ser mods, lo que diré a continuación servirá para Inglaterra tanto como para toda Europa y si me apuráis, los Estados Unidos. Vemos una Inglaterra que se hunde en la nostalgia para reconocerse a si misma. Normal, la de nuestros días no la reconoce ni la madre que la parió. Y vemos unas tribus urbanas edulcoradas. Son el fantasma de lo que fueron y lo reviven para insuflarse fuerzas porque hoy en día han quedado como un elemento decorativo y se han convertido en adjetivo, lejos de ser sustantivos de la Sociedad.

Vemos a la vieja guardia de Mods y Rockers

Pero todos acomodados en los placeres de la sociedad del bienestar.

De ahí lo del casoplón de antes. Y no es baladí. Al comentar Quadrophenia explicaba la rebeldía de una clase obrera que, gracias al capitalismo, se iba acomodando en la Sociedad. Una clase obrera que, por primera vez en la Historia de la Humanidad era capaz de ahorrar y, con lo sobrante, gastar dinero en hobbies. Y la música, el fútbol, las motos y salir de fiesta por las noches eran gustos caros que empezaban a estar al alcance de las clases medias trabajadoras. Han pasado 40, 50 y 60 años desde los 60s, 70s y 80s del siglo XX y aquellos rebeldes se han aburguesado.

Los vemos con casoplones victorianos, eduardianos y demás modelos de casas unifamiliares inglesas impensables para ellos y para sus padres antes de Thatcher. A quien odiaron a muerte y nunca reconocieron que les cambió la vida para terminar siendo esos neo-burgueses del siglo XXI. Mientras aquella generación de jóvenes jugaba a ser pandilleros y buscaban víctimas a las que dar palizas los gobiernos europeos, y el estadounidense, trabajaron duro para forjar ese bienestar que residía en nuestra identidad y en el esfuerzo por preservarla.

Es paradójico que sean los ciudadanos de hoy quienes hagan esa labor en nuestros días y los gobiernos, contra natura, huyan de sus responsabilidades. En definitiva, que en Quadrophenia vimos a un mod de clase media-baja viviendo en casas de protección oficial y esos mismos mods, ahora, viven ahora a todo tren. Pero con sus cápsulas del tiempo en las que se recluyen de vez en cuando para recordar lo que fueron. En esta peli vemos a un John, heredero de un casoplón, que no trabaja y dedica su tiempo a estudiar Ciencias del Deporte sin saber realmente qué quiere hacer de mayor.

Búsqueda de identidad

John casi no conocía a su padre. Ni comprendía por qué su familia se había roto ni por qué su madre había rehecho su vida con un buen tipo, pero sin su padre. Su muerte, su herencia, su parka, sus cenizas y su Lambretta serán el detonante para que John inicie un viaje para esparcir, como dije antes, las cenizas de su padre en Brighton. Será la excusa para descubrir al padre y descubriéndolo acabar de descubrirse a si mismo.

El formato de esta peli es el de la clásica comedia inglesa. Divertida, entrañable, agradable de ver, insustancial pero que deja un buen sabor de boca. Y servirá, como he ido apuntando antes, para retomar Brighton, a los Mods y hacer un revival de aquél «Way of life» pero con kilos y kilos de azúcar, como sucede con todo en nuestros días. Una cosa hemos de agradecer: no es una peli que pague cuotas sociales. Por lo tanto ni adultera ni pervierte la escena mod que desea recrear.

Atrás quedan las peleas entre rockers y mods

Y lo veremos en alguna escena entrañable en la que John y su colega de viaje, Nicki, una mod hija de mod, terminen durmiendo en una taberna que es propiedad de rockers de la vieja escuela.

De hecho, y para ser sinceros, creo que si hay una apuesta sincera y honrada en los intestinos de esta comedia. Cada rocker que aparece lo hace para brillar con luz propia. Los que peor parados salen, a decir verdad, son los mods. Unos porque siguen estancados en su juventud incapaces de madurar. Otros porque siguen enganchados a las drogas que hicieron que algunos mods se quedaran en un limbo inconsciente con un pie en el mundo real y otro pie en la psicodelia perpetua. La violencia (ultraviolencia desencadenada por el fanatismo de tribu urbana bañado en drogas) la veremos sobre todo en los mods de la peli. Menos en la figura de un capullo que quiere violar a Nicki que, gracias al cielo, recibe la del pulpo tras darnos un susto.

Los mods que vemos en esta peli pertenecerán a dos generaciones. Los originales o vieja guardia y los de ahora. Los primeros se ganaban cada parche que lucían en su parka a golpe de kilómetros en moto y a golpes literales, contra rockers. Los segundos se pondrán los parches para emular a sus veteranos, sin saber lo que significan.

Otra cosa es lo de los espejos y las pegatinas en las motos. En eso siguen igual y no hay quien les haga comprender que podrán ser super fashion pero la mayoría de las decoraciones son horteras a más no poder. Como la moto (ahora) de John, con tal cantidad de espejos que harán de vela con el viento y tienen que dificultar la conducción a más no poder.

Moto, casco y parka

La  moto del padre, la parka del padre, el casco del padre… Con todo esto encima, bueno: moto y parka, porque la moto va debajo, John resulta ser la viva imagen de su padre Phil

Unos y otros, volviendo a los amigos del padre, que irán apareciendo en la peli, entrañarán la lealtad y la deslealtad. La nobleza y la perversión. La pureza y la pobreza de espíritu. Saltamos de un mod a otro y mientras en unos vemos que sí, que han seguido adelante y comprendido que los tiempos han cambiado, pese a mantener el regustillo por reunirse con los colegas y montar en moto. Pero incluso los que han madurado lo habrán hecho manteniendo como ídolos y referentes a los delincuentes que coparon las portadas de los periódicos.

Otros cargarán con lastres del pasado que no son capaces de quitarse de encima. Y sigo hablando de los mods de la vieja guardia, como veremos en la peli.

John hará el viaje acompañado por Nicky, quien mantiene viva la esencia del espíritu mod de aquellos tiempos. Indomable, irreverente, inconsecuente, y apasionada por su música. Tanto que se unirá a John porque descubren unas entradas para un concierto de Paul Weller en el bolsillo de la parka del padre, que ahora viste John. Deciros que el viaje será impulsivo e imprevisto. Y en contra de la voluntad de la madre de John, quien poco o nada podrá hacer para retenerlo en Manchester.

Por el camino, los dos, irán forjando una amista e irán sorteando obstáculos. Más por la iniciativa de Nicki, que será quien muestre más recursos y reflejos. No diré madurez porque tampoco. Pero sí de personalidad (alocada a ratos). John irá madurando con cada kilómetro que avance en la peli.

Los veremos arropados y, si cabe, desde un punto de vista paternalista y romántico, protegidos por una de esas bandas de moteros rockers, también de la vieja guardia.

Y veremos a otro amigo del padre, a quien llegan por iniciativa de Nicki, para pedirle dinero prestado para dormir varios días por el camino, y para poder pagar la comida y los hoteles del camino.

Pasarán una noche algo rara en la que el de la vieja guardia se pondrá hasta las cejas y montará un numerito. La mujer del amigo del padre se intentará cepillar a John y el hijo de estos otros dos mods se sumará a la partida como «tesorero» del grupo para ir racionando el dinero. Menudo pieza el crío, por cierto.

John persigue el fantasma del padre. No lo conocía pero irá descubriéndolo conforme avanza la peli. Siempre por los relatos de terceros. Siempre por referencias de los amigos del padre. Es poco menos que un mito dentro de la escena mod. Y John desconocía todo eso. Cada vez que alguien sepa quién era su padre lo colmarán de halagos y felicitaciones.

El John de Destino a Brighton es el Harry Potter de los mods

Todo le cae del cielo, regalado. La escoba, el dinero…

A partir de aquí voy a hacer spoilers. Sigue leyendo si has visto la pelo o si no piensas verla. Pero si sí la verás retoma la lectura más tarde.

Y sin embrago la figura del padre seguirá siendo una incógnita. Hay algo turbio en esa historia que nadie se atreve a desvelar al muchacho. Y llegado un momento aparecerá un nombre, «Ali». Que parece haber sido el detonante de ese pasado que todos esconden a John. El chaval comprenderá rápidamente que su padre tuvo que tener algún tipo de aventura con una tal Alice, pero cuando se lo pregunta a su madre por teléfono, ésta cuelga y lo deja sin respuesta.

Una vez en Brighton recorren la ciudad reviviendo esas concentraciones mod y empapándose de la filosofía de la tribu. Y recorren sus tiendas en las que lo moderno es lo retro y lo retro es lo moderno. Tiendas salpicadas con marcas afines a la estética mod y con posters mods, de Quadrophenia y portadas de periódicos locales. Y sí, en una de esas portadas estará, precisamente, el padre de John. E irán a la redacción del periódico, no sin antes hacer una alusión indirecta al polvo que le echó Steph a Jimmy en un callejón. El polvo que arruinaría para siempre la mente esquizofrénica del pobre Jimmy quien, igual que John, hará su viaje de iniciación a Brighton.

En la redacción del periódico, y por error, descubrirán el pasado oscuro del padre. Aquello que todos querían ocultarle. Su paso por la cárcel. Ese era el motivo de la desaparición de la escena cotidiana del padre. Pasó cuatro años en la cárcel, por dejar inválido a un rocker.

Esto hará que todos, John y los espectadores, sintamos cómo se derrumba el suflé. Ese ídolo. Ese icono mod que nos iban moldeando y modelando, reconvertido en vulgar delincuente.

John desespera y reniega de todo lo que apeste a mods, a rockers y a tribus urbanas. Mientras él desaparece del mapa y deambula, el hijo del amigo se liará con una chica que conoce en una fiesta y Nicki irá sorteando el acoso de un baboso que la sigue y la persigue. John abandona su moto en la playa y Nicki, con ayuda del baboso, la recoge y la guarda. Pero cuando la guardan el baboso se hace peligroso y la quiere forzar. Un cerdo en toda regla. Y por suerte aparecerá John en escena, que recibe lo suyo para después desquitarse y dejar aflorar un rasgo de violencia, de ultraviolencia (en esta peli son unas cuantas bofetadas mal dadas que harían más daño al que las da que al que las recibe) y se asusta al verse reflejado, en él, al padre violento del que acaba de renegar.

No es que se parezca a él en lo físico, que todos lo que conocieron al padre dicen que como un calco suyo. Él teme que haya dado rienda suelta a algún tipo de mod que llevara dentro y teme terminar estrellado con la Lambretta, pasado de pastillas o entre rejas por una pelea. Su vida, de pronto, en peligro y sin sentido alguno.

Como último paso para su propia redención, y para terminar de saber quién fue su padre, será buscar al rocker que había lisiado su padre. Quiere hablar con él. Vive en Brighton y termina encontrándole. Se llama Alistair (como mi primo inglés). Y resulta ser esa tal Ali que dijimos antes. Bueno, no «esa», si no que Esa es ese. Y no, no, no es que el padre descubriera en otro hombre al amor de si vida. Ni mucho menos. Ya dije antes que si algo tiene de bueno esta peli es que no va pagando cuotas ni peajes.

No, no había una Ali de Alice. Ali, la persona innombrable cuya existencia nadie quería revelar a John era Alistair. Y no es que su padre viviera una vida paralela con otra mujer. No. Su padre, al salir de la cárcel, viajó una y otra vez a Brighton, según deducimos, para ir a ver a Alistair. Para preocuparse por él y entre ambos surgió una amistad verdadera.

Esto reconforta a John. No exime al padre de su responsabilidad, pero por lo menos limpia un poco su honorabilidad. Pero será Ali quien limpie, del todo, el honor del padre. Todo fue una confusión. El padre de John no era el culpable. Él no había pegado la paliza a Ali. Sí estaba presente cuando otro mod lo dejó tullido, pero, a diferencia del culpable, que huyó cuando vio que la cosa se le había ido de madre, el padre de John auxilió a Ali. Se quedó con él. Dio la espalda a los demás mods y se quedó con el rocker que yacía en el suelo. Para cuidarlo, para acompañarlo. Y por eso cuando llegó la poli fue a él a quien detuvieron.

Hubo juicio pero no delató al autor. Y sí, fue a la cárcel, pero no por un delito cometido por él, sino por encubrir a su amigo y callar su nombre. El amigo en cuestión era el mod pastillero. El padre del chaval que los acompañaba con la misión secreta de velar por evitar que John hiciera este descubrimiento. Luego el malo de la peli era el mismo que les prestó el dinero y se pasó de rosca en la noche que pasaron en su casa. Y por culpa de ese imbécil la familia de John se rompió. Por los cuatro años de cárcel. Por los demás años que el padre se pasaría barruntando el hecho de salvar el pellejo a un amigo que luego le da la espalda. Y por los años que se pasa visitando a Ali para ver como está.

Esto devolverá la sonrisa al obre John. Y hará que él y Nicki esparzan, por fin, las cenizas del padre en Brighton. Sobre los guijarros, porque no hay arena en esa playa de piedras. Unas piedras que, por cierto, dan nombre a la peli en su título original «The pebble and the boy». Pues esas piedras son «pebble» y él será el boy rescatando la canción de Paul Wellner, el cantante de The Jam. Y con esto, y con la reflexión que haré para cerrar mi comentario de esta peli, termino mi comentario circular cual escarapela (los mods entenderán lo de la escarapela) de este revival Mod.

Un último detalle.

Jimmy tenía patología dual en Quadrophenia

Esto es: era adicto a los fármacos y ya las anfetaminas y tenía un problema mental. En concreto tenía cuatro identidades que vimos en su reflejo en los 4 espejos de su Lambretta. Estas cuatro identidades no eran casuales: cada una de ellas pretendía hacer referencia a uno de los miembros de The Who. Pues bien, en esta peli veremos una escena que a mi me parece una alusión directa a Quadrophenia y a The Who. Cuando John revisa la moto del padre lo vemos enfrentado a los espejos y vemos su reflejo en tres de ellos (Jimmy se reflejaba en cuatro)… ¿no será un guiño al clásico? En este caso serían tres reflejos en tres espejos por los tres integrante de The Jam, banda omnipresente en toda la película.

¿Estaré en lo cierto?

Esta peli no será nunca de culto pero sí pasa a engrosar esas pelis revival y esas comedias inglesas que se dejan ver en las tardes invernales de un fin de semana.

Lo que no entiendo son varios vídeos en YouTube de una peli de la misma temática, con el mismo título y un guion distinto con personajes distintos… si alguien pudiera explicármelo…

Otras películas

Ir al contenido