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Ao, el último neandertal

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Ao, el último neandertal

Título: Ao, el último neandertal
Título original: Ao, le dernier néandertal
Director: Jacques Malaterre
Nacionalidad: Francia
Año: 2010
Producción: Jacques Arhex y Frederic Sauvagnac
Productora: UGC, France 2 Cinema, Cofinovag, Sofica UGC1, Angoa-Agicoa, Canal+, TPS Star, France Télévision
Distribuidora: France UGC Distribution
Duración: 84′
Guion: Michel Fessier, Philippe Isard, Marc Klapczynski, Jacques Malaterre (novelas Ao el hombre viejo de Marc Klapczynski)
Música: Armand Amar
Vestuario: Jean-Daniel Vuillermoz
Fotografía: Sabine Lancelin
Montaje: Abraham Goldblat
Decorados: Christian Marti
 

Ficha artística

Simon Paul Sutton – Ao
Aruna Shields – Aki
 
Acabo de leer en Twitter una noticia de Atapuerca: han encontrado una lasca de cuarzo en la Sima del Elefante que demostraría que la Sierra de Atapuerca estaba habitada hace a friolera de 1.400.000 años.
 
Si a esto le sumamos los restos de industria lítica encontrados en la Gran Dolina, también en Atapuerca, de hace 700.000 años, parece indicar, que esa zona estuvo permanentemente habitada, cosa rara en la Europa de aquellos días.

Y yo sin saber por dónde empezar a comentar Ao

Una película de segunda fila, pero que se deja ver, incluso para el subgénero de Paleolítico en el cine.
Que conste que no sé si existirá éste subgénero, pero ya lo acuño yo por si a caso. Y es que pelis tenemos unas cuantas, y las mejores ya están en el fancine. Tampoco tantas, de ahí que convivan las buenas con las malas, porque si nos tenemos que poner a hacer criba nos quedamos con dos títulos: En busca del fuego y, a pesar de la pésima calidad de las copias (por lo menos de las que yo dispongo) El clan del oso cavernario.
 
El resto, incluida ésta. me parecen acercamientos más o menos certeros a las mencionadas. En concreto en esta no dejo de ver pasajes que me catapultan al clásico e incunable del franco canadiense Jean Jacques-Annaud, En busca del fuego. Bueno, también veo pasajes del oso cavernario y llego a pensar en Ayla unas cuantas veces viendo a Ao recorrer Europa de este a oeste y sur…
Y es que es verdad que es muy difícil abordar una peli sobre este tema y escribir un guion original. Por mucha novela que lo preceda. Es complicado, y lo fácil es recurrir a topicazos que nos hacen pensar que podemos estar viendo seis pelis diferentes y sin embargo caer en el error de pensar que estamos viendo la misma peli por sexta vez.
 
A cambio tenemos una fotografía que ya quisieran para si los dos clásicos ya mencionados. Una verdadera pasada, motivo más que suficiente para hacerse un huequecito en el fancine, por lo mucho que me gusta el tema.
Como veréis hay cosas que me encantan de esta peli y cosas que no tanto. Compartiré ambos aspectos para que vosotros saquéis vuestras propias conclusiones.
 
Por ejemplo, hay una escena que me parece sublime. Sencillamente sublime y magistral.

La escena de las pinturas rupestres

Y aun en esa escena habrá algo que me saque de ella. Veamos ambos aspectos. Está genial la iniciación al arte rupestre a la que se ve sometido Ao.

Se adentra en las entrañas de la Tierra preñada de oscuridad y silencio, apenas iluminada con lo justito para no reventarse el cráneo contra el techo de la cueva, angosta y serpenteante.
 
Esta experiencia sólo es del todo comprensible para quienes hayan hecho espeleología con cascos de carburo, como expliqué en Altamira y en un podcast, también sobre Altamira, que no tardará en salir en La cartelera de Antena Historia.
Allí profundizo en ese aspecto místico del arte rupestre y su iluminación para entender, o intentar dar a entender el misticismo que debería entrañar ducha actividad, sea cual fuere su verdadero significado. Y os hablo de la importancia del parpadeo de la llama de turno para dar vida a las pinturas…
 
Y de hecho, pinturas, lo que se dicen «pinturas», vemos en esta peli. Muy bien tratadas y explicadas sin explicarnos nada. Sólo con ver la reacción del pobre Ao cuando se ve frente a los bichos que salen de la piedra y rebosan vida en su quietud, sólo con eso y por eso, y por esa escena ya merece ser vista toda la película.

Choque cultural y emocional, entre neandertal y cromañón

Resulta fascinante la escena, pero también tiene algo, como os decía, que me saca de ella.
 
A ver si sé explicarme: el efectismo.
 
Intentar ser más original que nadie y alardear de un (supuesto) buen gusto que raya en la ostentación. Y ostentar sólo puede y debe hacerlo quien puede, y ni aún así, que quien ostenta cae en la mediocridad. Es como la elegancia, todos pueden presumir de ella menos quien sea elegante de verdad, quien calla por pudor.
 
Eso pasa en esta peli y en esta escena en concreto. Ya os he dicho que sublime, hasta que la cromañón enciende las luces de la cueva para que el neandertal no se pierda detalle. Hay que ver la que lía con el fuego. Enciende un pocillo y de ahí saldrá una mecha de fuego que iluminará la cueva entera. Manda bemoles. De modo que enciende la mecha y la cueva se convierte en un faro con todas las luces apuntando hacia dentro.
 
Ahí es donde la peli pierde credibilidad. En la extravagancia. Por dos motivos: lo extravagante que resulta la idea y la «extra-vagancia» por cubrir con efectismos los agujeros del guion.
 
¿Hacía falta esa tontería?
Si la escena fluía solita. La escena, toda ella, iba encarrilada y en la penumbra radicaba el éxito del temor del neandertal. En la penumbra y en la iluminación vaga y frágil, cuando no volátil de una llamita… Pero no, el responsable de turno se quiso dar el gustazo de mostrar su inmensa originalidad haciendo que la cueva entera se ilumine con una solución de combustible líquido que rodea todo el escenario. Menuda estupidez. Y menuda manera de provocar que algo que iba encarrilado, descarrile a la fuerza.
 
Otra cosa que me da repelús es que…

Al pobre Ao le falta un hervor

Es de buen corazón, eso no lo puede negar nadie, pero más simple que el mecanismo de un botijo. El pobre no perderá la sonrisa y si encima sus antagónicos mantienen el rictus firme y sieso, más risueño nos parece Ao.
 
Y me encanta que lo hagan risueño, como a sus colegas de En busca del fuego, cuya adopción y desarrollo del sentido del humor connota un reflejo de inteligencia, un destello evolutivo y la capacidad de reírse de uno mismo como síntoma de inteligencia. Pero no un tolili que no para reír, aunque sea como terapia para superar la vida de perros que lleva el muchacho, porque telita lo que le toca vivir y telita las bofetadas que se lleva.
 
Pero ojo, si la sonrisa y hasta la risa son síntomas de inteligencia, la risa boba es eso: boba. Y como decía Forrest Gump, «tonto es el que hace tonterías», pues lo mismo pero con boberías.
 
Es decir, si ver una sonrisa en el rostro del neandertal connota y denota su inteligencia (iba a decir «Incipiente» pero no me atrevo), cuando ves a un tipo que no para de reír terminas tomándolo por tonto.
 
Y los cromañones caníbales, todos, sin falta. Que no se salte ninguno su dieta de carne humana porque si no no queda molón el mensaje contra estos segundos europeos, pues los primeros europeos 100% fueron os neandertales. ¿Hubo cromañones caníbales? Por descontadísimo que los habría. Me figuro que sí. Por desgracia el canibalismo no es ajeno a nuestra especie, como vimos en Apocalypto y, si me apuráis, en Tasmania. Los primeros por costumbre y tras desarrollar un paladar un tanto peculiar (que incluía granjas de bebés, como si fueran corderos lechales o cochinillos) y los segundos como recurso de emergencia.
 
Como remate comentaré algunos detalles de menor trascendencia pero es que todo suma, o resta, para poder tener una opinión certera y justa sobre la peli. Y ojo, se trata de eso, de mi opinión, y por lo tanto subjetiva y en función de mis propios gustos. Quizás tú la veas y opines diferente, es más, mejor así, y si lo comentas abajo después, mejor, para enriquecernos mutuamente intercambiando pareceres.
 
Antes mencioné las pinturas rupestres, y cómo me había gustado todo salvo el despliegue pirotécnico que alumbraba la sala como si fuera un spa. Pues bien, retomo las pinturas, pero estas no serán rupestres sino corporales, la de los cromañones, porque menuda manía con pintarlos a todos.

La moda de los tatuajes

Es muy posible que algunos lo hicieran cuando partieran a cazar, o que se decoraran los cuerpos con pinturas de guerra cuando fueran a luchar, pero ¿todo el día pintados? Y con colores esperpénticos todo el rato… se me antoja incómodo y poco práctico, la verdad. Nuevamente efectista más que efectivo.
 
Por eso creo que los cromañones están muy logrados pero, y ya es difícil, no tanto los sapiens. Por esa manía por recargar la escena emperifollando a los personajes. En esto, sin embargo, sí mejoran a la obra maestra del género, En busca del fuego. Pero no obstante volviendo sobre el guion, entreveo demasiados paralelismos entre ésta y la otra, igual que reconozco demasiados pasajes de El clan del oso cavernario.
 
Baste para ilustrar ambos casos, el paralelismo entre hombre cromañón y hembra sapiens que aporta la chispa de inteligencia que le faltaba al otro para comprender secretos de la vida como el fuego. O la caminata que se mete Ao para buscar a su hermano Oa desde Siberia hasta el sur de Europa, sin dejarme muy claro si se refiere a la cornisa cantábrica o al Mediterráneo.
 
Para entender el paralelismo entre Ao y Ayla habremos de saber que si bien Ayla emprende un viaje unidireccional desde lo que hoy sería Ucrania, (creo recordar), Ao parte desde Siberia. Pero para hacerlo primero habrá recorrido un largo camino desde el sur de Europa, en un intercambio cotidiano de jóvenes entre clanes.
 
Ahí separaron a Oa y Ao, hermanos neandertales. Y Ao, nuestro protagonista, se pasará media vida intentando reunirse de nuevo con su hermano. Es entrañable el vínculo que une a ambos hermanos neandertales, la música: Ao toca una especie de flauta hecha con un hueso y Oa aprovecha cualquier cosa como batería improvisada.

El cavernícola

No pude evitar acordarme de El cavernícola cuando los dos hermanos descubren la música y se ponen a improvisar

 
Es curioso pero han echado toda la carne en el asador del neandertal, porque los sapiens no se los han currado y la fauna casi vela por su ausencia, salvo en una escena de bisontes que mejor que la hubieran omitido porque apesta a CGI por los cuatro costados. Quizás el oso polar del principio, ese bicho salva al resto. Pero vamos, que no se lo han currado ni medio minuto.
 
No se han complicado en demasía, ni los rinocerontes lanudos de Alpha (peli en la que el macho alpha es la hembra del lobo y el humano es sumiso) ni los mamuts de En busca del fuego.
 
Sé que es complicado escribir un guion, y más ser original, y éste por momentos me atrapaba, pero no os niego que cuando veía que asomaban referencias indeseadas a las otras pelis me costaba regresar porque me quedaba esperando para ver si la escena avanzaba en el mismo sentido que las de los guiones de las otras pelis o si sus caminos se bifurcaban.
 
Y sí hay un detalle que no me resisto a compartir con vosotros.

Macho y hembra, hembra y macho… es la naturaleza de los mamíferos

El momento en el que ansía poder dar de mamar al hijo de la hembra sapiens, Aki. Ese momento en el que comprende que la leche que alimenta a las criaturas es la materna y que sale de las mamas (manera fina para referirme al pezón, por lo de «mamíferos») de la hembra de la especie, o sea, de la mujer.
 
Me niego a pensar que eso también lo tiene que descubrir en este viaje del héroe particular. Por muy neandertal que fuera la leche del pecho con que las mujeres alimentan a los bebés no podía ser ningún misterio para un ser que vive y convive con la naturaleza en estado puro.
 
Con todo lo dicho sí, os recomiendo ver esta peli. Sobre todo si sois aficionados al paleolítico y al cine que lo refleja (que ya veréis que está bien presente en el fancine).
 
Pero no esperéis daros un paseo jovial por Europa.
 
La historia de Ao es triste. Incluso con un final feliz, es triste, porque comprendemos, con la enfermedad congénita que se supone que tiene y que comparte con el resto de los de su especie, su destino es el de toda una especie humana que fue pionera en la ocupación natural de Europa y en no demasiado tiempo se borró de la faz de la Tierra.
 
El final de la peli, una vez más compartido con otras del género que la habían precedido, aporta un rayo de esperanza para toda una especie cuya supervivencia se vería diluida en la sangre mezclada con sapiens y que haría que algunos o muchos de los actuales seres humamos puedan compartir genes con nuestros predecesores. Y no hablo del Homo Antecessor, que conste.
 
Una historia triste, con sus sonrisas y melancolías, y sus paradojas que, así con todo, te deja un buen sabor de boca y una sonrisa en el rostro.

Creo que, por el momento, he alcanzado el límite de pelis sobre el Paleolítico en el fancine…

Haciendo memoria encontraréis: El clan del oso cavernario, En busca del fuego, Alpha, El cavernícola (en clave de humor), ésta: AO, el último neandertal y Altamira desde el punto de vista científico.
 
Creo que no está mal la colección.
 
Y aún así habrá quien pregunte por Ötzi: el hombre de hielo. La del tipo que murió cruzando Los Alpes. Pues bien, dejo claro de antemano que, aunque no está nada mal la película, no corresponde al periodo paleolítico y sí al neolítico, por eso no está en ésta lista.

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