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El último gran héroe

Tabla de contenidos

Ficha técnica de El último gran héroe

Título: El último gran héroe
Título original: Last action hero
Director: John McTiernan
Año: 1993
Nacionalidad: Estados Unidos
Duración: 130′
Guión: Shane Black, David Arnott, Zak Penn y Adam Leff
Música: Michael Kamen (AC/DC)
Producción: John McTiernan
Productora: Columbia Pictures
Distribuidora: Columbia Pictures

Ficha artística

Arnold Schwarzenegger – Jack Slater
Austin O’Brien – Danny Madigan
Charles Dance – Benedict
Robert Prosky – Nick
Tom Noonan – The Ripper
Anthony Queen – Tony Vivaldi
Toru Tanaka – «el guardaespaldas»

Me apetecía terminar el año dando una patada en el culo al 2020…

¿Y quién mejor que Schwarzenegger para hacer los honores?
 
Ha sido un año triste y duro. Aunque no debemos confiarnos, que 2021 apunta maneras y si bien terminaremos por superar la COVID, ojo con el desbarajuste social y político que dejará tras de si.
 
Pero vayamos paso a paso. Despidamos al año que ha propiciado todo este malestar, el 2020 y después lidiemos el 2021.
 
Por eso retomo el comentario e insisto, quién mejor que Schwarzenegger para pegarle una patada en el culo? Creo que nadie.
 

Así que aquí tenemos a Jack Slater, el último gran héroe

 
Un personaje perfecto para una peli perfecta. Canalla, divertida, sin pretensiones. De las que te pones a verlas y terminas a carcajadas.
Si me permitís la osadía, porque pienso compararla con algo que ni el más optimista del reparto, ni del equipo de la película habría aspirado jamás… voy a compararla con El quijote.
 
Habéis leído bien… comparo El último gran héroe con Don Quijote de La Mancha.
 
Y hay que tenerlos bien puestos para hacerlo, pero, y salvando las distancias, creo que no es mal punto de partida. Y a continuación razono tamaña osadía.
 
El Quijote es la primera novela de la Historia de la Literatura, como os expliqué en el podcast que dediqué a Tolkien en Antena Historia. Podcast con el que colaboro y que hoy termina 2020 como nº20 en el ranking de Podcasts de Ivoox, por encima de la no desdeñable cifra de más de 49000 podcast…
 
Lo que empezó como una sátira de las novelas de caballerías terminó cogiendo cuerpo propio y dando a luz a todo un nuevo estilo narrativo y a todo un género literario: la novela.
 
Pues bien, eso no ocurre con esta película, tranquilos. Pero sí ocurre que veamos una peli de acción, como las que solían protagonizar tanto Schwarzenegger como Stallone. Pero rompiendo el molde para parodiarlo. Es decir: el protagonista (el verdadero) no será el héroe propiamente dicho, si no un testigo pasivo, Danny Madigan, un crío enamorado del cine. Que pasará de pasivo a activo y detonante de toda la acción que le queda por delante a su héroe de acción, Slater.
 

Esto sucederá gracias a la magia del cine

Nunca mejor dicho. Porque su amigo Nick, el proyeccionista de una sala de cine decrépita del decrépito NY de finales de los 80s le dará una entrada de cine mágica que hará que él mismo, Danny, se precipite dentro de la película que está viendo y pase a protagonizarla junto con el personaje de sus sueños.
 
Todo esto, y ya os decía antes que «salvando las distancias» hará que nosotros, como espectadores, le acompañemos, atravesemos la pantalla con él y seamos testigos de su peripecia. Si en el Quijote acompañamos a sus protagonistas lamentando sus barrabasadas, aquí haremos lo propio, pero alentándolas.
 
Con el manchego sabemos que se está metiendo en una espiral de sinrazón que lo llevará a la destrucción. Pero con el yanki disfrutamos viendo que es ese Quijote, el mismo Quijote, pero con suerte. Sobre todo en la parte en la que ambos vuelvan a cruzar la pantalla para dejar atrás la ficción y sumergirse en la realidad. Pero ya llegaremos a ese punto.
 
El caso es que esta película, cuyo tramo inicial me precipita irrevocablemente a Cinema Paradiso por la relación del niño con el proyeccionista y con el propio cine. Otro cine igualmente decadente que se sustenta por las promesas de vidas mejores albergadas en las cintas de rollo de películas acumuladas por los pasillos. Un poco de Cinema Paradiso y otro tanto de Charlie y la fábrica de chocolate
 
Es más, es como si al Salvatore de Tornatore le hubieran regalado una entrada mágica, ¿me seguís? Quien dice una entrada de cine, dice una entrada igualmente dorada dentro de una tableta de chocolate… en ambos casos significan un pasaporte para la felicidad, la imaginación, para alcanzar el sueño anhelado.
 
Pero al estilo Schwarzenegger, salvo por un detalle. En este caso no pretende encaramarse al podio del héroe cinematográfico. No es un Conan, ni estamos en Depredador… Ni se mide con Stallone y sus Rocky o Rambo… aunque sí veremos a Stallone, del mejor modo posible, que luego destacaré. A su estilo por brutal, no hay más que verle encarnando a un Hamlet con una pistola automática…
 
No.
 
Esta peli va un pasito más allá. Y es lo que la hace tan grande.
 
El personaje Jack Slater será simplemente eso, un personaje de ficción, y lo será hasta tal punto que a lo largo de la peli tendrá ocasión de cruzar unas palabras con el actor que lo encara, Arnorld Schwarzenegger.
 
¿Por qué?
 
Por la entrada mágica (de Houdini) que hace que Danny pase de la vida real a la película y se convierta, sin pretenderlo, en quien proteja a Slater. Al fanfarrón Slater. Que lo es porque no hay quien le tosa, dicho sea de paso.
 
Una vez dentro de la película, Danny orientará al policía para que pueda destripar el caso y, de paso, detener al malo de la peli. Un malo que será el primero en comprender y aceptar la verdad de la entrada mágica y en cruzar el umbral que separa a la ficción de la realidad para trasladar todo su mal de contra héroe de película a la vida real.
 
Y allá que se irá Slater para perseguirle. Claro está, y aquí se bajará de Clavileño, entendiendo que los golpes que no le hacen mella en la pantalla, aquí duelen. Para entender que las bombas que le hacen saltar por los aires, sin más, en sus pelis, aquí le pueden reventar. Y para admitir que la fuerza desmesurada que se gasta en el cine, en la vida real se licúa.
 
Las licencias que se puede tomar, como poli, en su peli, se convierten en lastres que podrían arruinar toda una carrera en la vida real y mientras tanto, su archienemigo va entrando y saliendo de una peli en otra reclutando a sus rivales de las películas anteriores para, todos a una, enmendarle la plana a un Slater disminuido.
 

Y nosotros vemos las dos facetas de la película

Como Bastian en La historia interminable, pero en peli. De hecho Danny será Bastian, aunque más osado y más valiente. Vemos cómo el niño se mete en la peli. Y veremos cómo primero el malo y luego el bueno saldrán de ella para medirse en nuestro plano, en el real.
 
En el que hay mujeres y hombres feos, no como en el Hollywood de Slater. En el que las acciones tienen consecuencias, sean buenas o malas y las responsabilidades se depuran sin segundas oportunidades.
 
Todo eso pasa en esta peli que, para mi modesto entender, aglutina, atesora, acapara y reúne todo el cine de acción de los 80s y lo revienta en 1993. Por eso la comparo (salvando siempre las distancias) con El Quijote. Porque hace un haz de leña con toda la tradición que le precede y cuando lo termina, lo quema.
 
Pero en este caso llenos de ironía y de buen humor, sin hacer que su protagonista enloquezca. Y sirviéndonos de todas esas referencias cinematográficas para regalarnos un grandísimo rato de puro cine de acción como la tortilla de patatas de Ferran Adrià: deconstruida.
 
Ya casi os he destripado el guión, por lo que mejor será que no profundice mucho más en él y os invite a echaros unas risas viendo esta peli que sin ser buena es buenísima.

Sylvester Stallone es Terminator 2

Para mi lo mejor de todo serán esas múltiples referencias explícitas al cine que la precede. Sobre todo y por mi amor a Terminator 2, la escena del videoclub

Cuando Danny quiere hacer comprender a Jack Slater que no es una persona de verdad, que es un personaje de ficción y se lo lleve al videoclub para enseñarle las pelis de Slater y todas las demás protagonizadas por Schwarzenegger y se tope con la cruda (y falsa) realidad viendo que en la ficción de Slater, el protagonista de Terminator 2, el T800 no era Arnold Schwarzenegger si no Sylvester Stallone. Para mi, insisto, lo mejor de toda la peli.
 
Eso entrecruzando ficciones, que si nos lo llevamos a su paso por la vida real veremos cómo se encarna otro personaje de ficción (o real ficcionado y reencarnado) como es la propia Muerte. Ésta usará la misma entrada, extraviada, para salir de El séptimo sello de Bergman… Y es que encima las referencias a otras pelis se hacen con algunas de mis preferidas, por eso me gusta tanto ésta.
 
Por no olvidarnos de la comisaría, preñada de topicazos y estereotipos peliculeros. Porejemplo el comisario negro que no habla y sí grita todo el tiempo. En esta gritará tanto que cada vez que lo veamos en la comisaría romperá los cristales de su despacho con un grito.
 
Una comisaría plagada de policías de película, incluido el T-1000 de Terminator 2… o un Sam Spade encarnado en blanco y negro… o gatos detectives que conviven con los polis de (la falsa) realidad.
 
Todo eso aderezado con sobredosis de exageraciones superlativas que, puesto que las vemos con los ojos de Danny no nos sorprenden y nos hacen carcajear. No obstante él mismo irá negando cuanto ve explicando que esto es posible porque no es verdad y cosas por el estilo.
 
No será un peliculón pero os confieso que siempre que la veo me quedo con la cara de Danny en la sala de cine. Y me diréis si es vierto o no, pero cine es pura magia, o debería serlo. Si una peli es capaz de dejarte esta cara de tonto, entonces, por muy mala que sea, es un peliculón.
Y encima ésta tiene en su banda sonora la canción Big Gun de AC/DC, lo cual me viene que ni pintado para despedir al año del COVID con una música ad-hoc que nos haga olvidar éste año. Por algo se llaman AC/DC… por Antes COVID / Después COVID.
 
Lo dicho.

Si hay alguien que pueda despedir al 2020 con una patada en el culo, ese es…

Jack Slater

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