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Perdición

Tabla de contenidos

Ficha técnica

Título original: Double indemntity

Director: Billy Wilder

Año: 1944

Nacionalidad: EE.UU.

Producción: Paramount Pictures

Duración: 107 minutos

Productor: Buddy G. De Sylva

Guión: Billy Wilder y Raymond Chandler

Fotografía: John F. Seitz, B/N.

Montaje: Doane Harrison

Ficha artística

Fred MacMurray (Walter Neff)

Barbara Stanwyck (Phyllis Dietrichson)

Edward G. Robinson (Barton Keyes)

Jean Heather (Lola Dietrichson)

Tom Powers (Mr. Dietrichson)

Byron Barr (Nino Zachetti)

Premios y nominaciones

7 nominaciones Oscar: Mejor Película, Dirección, Guión, Partitura, Fotografía B/N, Sonido, Actriz.

El cine negro debe su estética a la fotografía periodística que hizo furor en el primer tercio del s. XX.

En ese periodo se revolucionaría el concepto de la fotografía permitiendo a los periódicos incorporar imágenes en sus portadas. Unas fotografías en las que los contrastes entre el blanco y el negro, el brillo y el mate, la opulencia y la miseria crearían una impronta sensacionalista de la que muy pronto se apropiaría el cine en sus adaptaciones cinematográficas de novelas de éste género.

Asimismo, el cine negro debe su temática a la novela conocida con el mismo epíteto, “negro”, la cual bebía de las mismas fuentes que la prensa contemporánea. Años de violencia desmedida que hicieron florecer una literatura preñada de héroes descarrilados, héroes caídos, héroes al fin y al cabo, pero humanizados, con los mismos defectos y virtudes que el común de los mortales; viciosos, pendencieros, borrachos o simplemente personas decepcionadas con un modo de vida del cual no pueden escapar y con el que echan un estéril pulso por no acabar de hundirse en el fango.

Héroes y/o antihéroes sin escrúpulos capaces de extorsionar, matar, abusar, y transgredir las normas con el objetivo último de perseguir al corrupto. Haciendo valer la máxima: “el fin justifica los medios”.

Tópico éste del que no podrá escapar el protagonista de Perdición, Walter Neff, quien pondrá en juego su trayectoria profesional en busca del dinero fácil mediante la estafa, creyéndose estafador, probablemente estafado por otro de los grandes tópicos del cine negro: la mujer fatal, en nuestro caso Phyllis Dietrichson, mujer fría, dura y calculadora que se cruzará en la vida del Sr. Neff y hará que se tambaleen todos los principios morales del hasta entonces inocente agente de seguros.

Lo más desgarrador de esta película es que el protagonista, a diferencia de otros protagonistas del género, no es una persona decepcionada con su vida. No es un Sam Spade de El halcón maltés, ni un John McClane en La jungla de Cristal, es un próspero comercial, seguro de si mismo hasta que se deslumbra con el golpe perfecto. Sólo Lola, la hija del Sr. Dietrichson y Barton Keyes, el amigo, superior y admirado detective de seguros serán capaces de intentar (sin saberlo) que la conciencia del Sr. Neff se limpie. Y si hablamos de cine negro, tal vez fuera el Sr. Keyes quien bien mereciera la etiqueta de protagonista pues su inquebrantable moral trazará una trayectoria que el pobre Sr. Neff no será capaz de seguir hasta el momento en que intenta reconciliarse consigo mismo y con el espectador.

Billy Wilder incorporará una herramienta inesperada, la voz en “off”, es decir, un narrador “omnisciente” que cuando empieza a narrar al principio lo hace a sabiendas de cuál será el final. Y será éste narrador el responsable de ir posicionando al espectador.

Otro rasgo característico del cine negro son las interrupciones del tempo narrativo para dar saltos al pasado y explicar así situaciones del presente. Fabuloso recurso cuando se hace con la maestría de Willy Wilder, pero objeto de abuso por muchos autores, guionistas o directores menores que recurrían al “flashback” cuando no sabían cómo justificar un desenlace, presentando siempre a un personaje, o una coartada incoherente para dar por terminado una trama pobre. Y es tan grave que podríamos decir que es precisamente este recurso el responsable del empobrecimiento del género de novela / cine negro, cosa que Robert Moore supo parodiar hasta lo hiriente en su película de “cine negro”: Un cadáver a los postres, usada para divertir y denunciar esta estratagema.

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