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Tomates verdes fritos

Tabla de contenidos

Ficha técnica
Titulo: Tomates verdes fritos
Director: Jon Avnet
Año: 1991

Título original: Fried green tomatoes
Nacionalidad: EE.UU.
Producción: Avnet / Kerner
Duración: 120 minutos
Guión: Fannie Flagg & Carol Sobieski (Novela: Fannie Flagg)
Fotografía: Geoffrey Simpson
Música: Thomas Newman
Montaje: Debra Neil Fisher


Ficha artística
Kathy Bates (Evelyn Couch)

Mary Stuart Masterson (Idgie Threadgoode)
Mary Louise Parker (Ruth Jamison)
Jessica Tandy (Ninny Threadgoode)
Chris O’Donnell (Buddy Threadgoode)


Fannie Flagg nos sumerge en un mundo en el que la crudeza de la realidad se mezcla con las fantasías de la ficción, pero de la ficción menos ficticia pues es un relato que se vertebra a través de otro relato.


La película está basada en la novela homónima escrita por la coguionista, la misma Flagg. Jon Avnet logra recrear la novela de tal modo que casi no tenemos que interpretar lo que vemos, nada explícito, nada sobreentendido, pero todo reflejado de manera sutil, casi pudorosa llevando con maestría las líneas magistrales de la novela.


No es menos cierto que el nivel de comunicación, Director – espectador no es tan intenso como la relación existente entre la escritora y el lector. No podemos negar que aquí se nos facilita buena parte del entendimiento al ver con imágenes lo que al leer tendríamos que imaginar, no obstante, la capacidad descriptiva de Flagg, la capacidad que tiene para susurrarnos al oído lo que no se atreve a escribir a las claras hace que haya una complicidad a la que se acerca y mucho, (pero no del todo), Avnet en su adaptación.

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Sutilezas… Esa es la clave para entender esta película.



Amor… Otra clave.


Sutilezas porque al empezar la película y darnos a conocer a los personajes encontraremos a dos niñas que se cogen de la mano dando comienzo a una historia de amor y complicidad que no terminará ni tras la muerte.


Pero digo sutil, porque ese amor no se expresa en la película. Sí veremos sin embargo el amor de amistad que las unirá por el resto de sus días y les hará superar cuantos obstáculos encuentren en lo sucesivo.


El método narrativo que usa Flagg (con maestría) nos crea la necesidad de seguir leyendo y de seguir viendo la película hasta que termina. Un método similar al que usara Mary Shelley al escribir Frankenstein, ésta última usaba el método epistolar (correspondencia) dentro de la narración en primera persona de la historia a cargo de su protagonista una vez llegado el fin de sus días.


Y algo parecido sucede aquí, pues el detonante de la película será la aparición de Ninny Threadgoode, una adorable ancianita ávida de conversación que aborda a Evelyn Couch en la residencia donde vive y empieza, de buenas a primeras a contarle una historia del pasado, de su pasado.


Evelyn Couch es una mujer que se siente decadente porque tras el abandono emocional de un marido que antepone la televisión a su mujer, se refugia en los dulces hasta que empiece a engordar y deje la autoestima olvidada en algún rincón de la casa. Será esta ancianita quien empiece a contarle una historia, por entregas, quien insuflará coraje y amor propio a Evelyn para afrontar su propia realidad y tomar la decisión de luchar por su matrimonio o darlo por perdido.


Así pues lo que empieza por casualidad se convierte en una costumbre, Evelyn visitará a la ancianita una vez por semana porque desea conocer la historia de las dos muchachas que arriesgaron todo por ser felices.


La película revelará una variedad de alimentos que irán evolucionando en función del estado de ánimo de la protagonista, empezará comiendo chucherías y productos industriales (en su peor momento) para ir mejorando la dieta en la misma medida que recobra las ganas de vivir.


Eso y la gastronomía de la Alabama en blanco y negro, lo más puro del campo y de las tradiciones tanto anglosajonas como las de origen africano en una simbiosis de sabores, gustos y razas mezcladas en una salsa.


Y la miel, condimento esencial para entender esta película. La miel pues veremos a una encantadora de abejas que encantará a su amiga Ruth, encantará a la señora que se debate en sus entrañas si seguir con su marido, encantará a los lectores de la novela y encantará a los espectadores que no podremos dejar de saborear la miel, símbolo de vida y muerte a lo largo de este simpático drama.

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